Histeria

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Castiel observó a su alrededor en búsqueda de algo que pudiesen utilizar para defenderse, sin embargo, nada parecía serle útil. A falta de algo más, el chico se aseguró de cerrar el flujo del suero antes de quitarle la venoclisis a James, así al separar el porta suero podía utilizarlo como bate.

James se giró hacia Castiel intentando levantarse y, pese al dolor que todavía sentía en la columna a causa del daño que Ana le había provocado, consiguió ponerse de pie. Castiel llevó a James al fondo de la habitación, donde tras colocarse delante de él, adoptó una posición de protección y contempló atento hacia la puerta.

La perilla comenzó a moverse con brusquedad. Greyson estaba intentando abrirla y James sabía que solo era cuestión de tiempo para que lo consiguiera. Se abrazó a sí mismo al percibir la presencia de Ana adentrándose bajo su piel, recordando el pánico que sintió cuando él estuvo en la misma situación soportando que lo controlara.

—Tengo miedo —susurró James mirando hacia Castiel quien, lejos de voltear a mirarlo, entrecerró los ojos y sujetó con más fuerza el porta suero.

La puerta emitió un crujido tenue al mismo tiempo que la perilla se veía invadida por el alquitrán, y sin más, se deshizo frente a los ojos de los dos chicos encerrados. A continuación, la puerta se abrió parsimoniosa, dejando ver la macabra sonrisa en el rostro de Greyson.

—Tenemos algo pendiente, Jimmy —dijo Greyson. Un rugido profundo y una voz infantil salían también de su garganta mientras hablaba.

—Será mejor que te largues —advirtió Castiel dando un paso hacia el frente.

—Oh, por favor, Castiel. No serías capaz de herir a tu hermanito.

—Es cierto —reconoció Castiel frunciendo aún más el ceño, para después apuntar el porta suero hacia Greyson—, pero tú no eres mi hermano, así que no dudaré en arrancarte la cabeza.

Greyson emitió una risa gutural que hizo cimbrar el edificio entero, al mismo tiempo que la puerta se cerró de portazo y las lámparas del techo explotaron. Un fuerte relámpago iluminó la habitación al ingresar la luz por la ventana, dejando a James observar cómo Castiel se abalanzaba contra Greyson para tratar de protegerlo. El estruendo retumbó pocos segundos después, opacando los alaridos que llenaron la habitación.

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El grito de Susy hizo que Hans detuviera el automóvil inmediatamente. La chica respiraba con dificultad a la par que intentaba decir algo, consumida por terror y lágrimas. Había tenido una visión y así se lo hizo saber a Hans apenas pudo pronunciar palabra. El tiempo se había se había terminado.

Intentaron contactar de inmediato a Castiel con el fin de averiguar el estado de Greyson. El chico no respondió el celular, haciendo pensar a ambos que la visión de Susy era cierta. La única opción que les quedaba era la de contactarse con Nathan; necesitaban saber si el sacerdote había accedido a ayudarlos o tendrían que actuar por su propia cuenta. Nathan tampoco respondió. Hans maldijo en voz baja dándole un golpe al volante.

Las voces del silencio [S.O. #4] (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora