Ayer. [Luciano Vietto]

1K 31 8
                                    

Miraba fijamente la tumba, vaya, esto es difícil. Sabía que moriría, digo, es parte de la vida y era bastante anciana, pero esa mujer fue casi mi segunda madre, siempre me cuido y perderla no es nada fácil. 

Suspiré y me despedí de sus hijos, los de sangre, que siempre fueron buenos amigos míos. Creo que ellos están mejor que yo en este momento, quizás porque ellos pasaron sus últimos momentos con ella y yo en Sevilla. Y por mera suerte logré venir para su funeral. Comencé a caminar para salir del cementerio, es un lugar enorme y me siento desorientado en todos los sentidos sentimentales, y aún más en el sentido geográfico. Dejé de prestar atención a mi entorno para sólo caminar un poco más y quizás toparme con alguien para pedir ayuda.

No me refería a esto con toparme con alguien.

-Lo siento, no quise tirarte-dije arrepentido. Una chica muy linda se encontraba en el piso, me miraba enfurecida pero cuando nuestros ojos se toparon sus facciones se suavizaron.

-Sí, como sea-murmuró. Se puso de pie y se limpió el costado, que es donde se golpeó al caer, luego tomó la cámara que colgaba de su cuerpo y la revisó, supongo que buscando daños.

-Perdón si es de entrometido, pero... ¿por qué traes una cámara al cementerio?-pregunté. 

-Es por un proyecto de la universidad-respondió casualmente.

-No eres de aquí, ¿verdad?-¿es que no te puedes callar, Luciano? Eres un metido.

-No, soy de España, supongo que mi acento me delata. Vine por unas cortas vacaciones con mi familia y decidí hacer el proyecto sobre los cementerios-asentí realmente interesado-. Pero sí que eres entrometido.

-Lo siento-me sonrojé, creo.

-Deja de disculparte, soy igual-hizo un gesto de restarle importancia y sonreí.

-Vale, per... sí, no más disculpas, genial. Yo... estoy un poco perdido, ¿sabes dónde está la salida?-ella asintió.

-Sí, sígueme. Estos días he pasado mucho tiempo investigando el lugar, ya lo conozco casi de memoria. Te dije que soy entrometida, así que dime, ¿cómo te llamas?-ahora ella preguntó.

-Soy Luciano, Luciano Vietto-contesté con una sonrisa mientras caminábamos-. ¿Y tú?

-Juegas en el Sevilla, genial. Yo soy Ana, Ana Salinas. Un gusto, Luciano Vietto.

-Lo mismo digo, Ana Salinas-algo de esta chica la hacia divertida, agradable.

-¿Cuántos años tienes?-siguió ella.

-Veintitrés-antes de preguntar por su edad, me interrumpió.

-¿Bromeas? ¡También yo!-dijo sonriente, su sonrisa me contagió.

-Vaya, eso es genial. ¿De qué parte de España eres?-tenía eso en mi mente desde hace un buen rato.

-De Málaga, pero estoy estudiando en Granada.

-No te mueves de Andalucía, ¿verdad?-ella rió suavemente.

-Claro que no, andaluza desde la cuna y hasta la tumba-se llevó la mano al corazón e hizo una expresión seria, luego volvió a soltar esas ligeras carcajadas. Su acento es precioso, pero su risa aún más.

-Me gusta tu patriotismo-comenté.

-Gracias, me gusta tu anti-patriotismo-la miré extrañado.

-Yo adoro Argentina-dije en mi defensa.

-Pero aún así vives en España-atacó Ana.

-Trabajo es trabajo. Además, juego por la selección argentina-ella sonrió de costado-

-Vale, me convenciste con que juegas por la selección de tu país-su tono irónico no pasó desapercibido, pero preferí responderlo con una risa.

-Oh, ahí está la salida-mencioné, ubicándome al fin en este inmenso lugar.

-Sí, te dejaré aquí porque quiero recorrer un poco más y soy una perezosa que no quiere caminar esos metros inútilmente-reí por su tono y su ceño fruncido, ella sonrió pero parecía tensa.

-Está bien, gracias por mostrarme el camino, has sido de mucha ayuda-le regalé la mejor de mis sonrisas.

-Ha sido un gusto-su sonrisa se volvió un poco más sincera. 

-Uh... ¿me darías tu número? Es que... estaba muy triste antes de verte y podríamos decir que me iluminaste el día, me gustaría seguir en contacto, si no hay problema-ella asintió.

-Claro, anota-saqué el móvil con rapidez y anoté su número. 

-Gracias. Adiós-besé sus mejillas, de la forma española, y le sonreí una última vez, vi su linda sonrisa y entonces ambos nos volteamos para seguir nuestro día. Definitivamente la llamaré cuanto antes.


-¿Hola?-preguntó una voz de varón. ¿Qué?

-Uh, hola. ¿Este es el teléfono de Ana Salinas?-mi corazón iba a mil por hora, espero que no tenga novio porque no pensé en ella como una amiga.

-¿Esto es una broma?-preguntó la voz del chico, sonaba enfadado.

-No, no lo es, ella...-iba a explicar lo sucedido pero me interrumpieron.

-Ella está muerta-¿qué? No, no justo después de que la conocí-. Lleva una semana muerta, deberías haberte enterado. Por favor, estamos de luto como familia, no vuelvas a molestar, ¿sí? Gracias.

La línea se cortó pero no fui capaz de alejar el teléfono de mi oreja. ¿Lleva una semana muerta? Eso es imposible, yo hablé con ella ayer.


WOWOWOWOWOWOWOWOWOWOWOWO. INTENSO. Ah, ksi.

Eeeespero que les guste, estoy de racha, uhm. Sé que no era esto lo que esperaba la chica que lo pidió, tampoco era lo que yo esperaba escribir pero a veces los dedos cobran vida propia y salen con sus propias ideas, JUJU.

Y sí, otro del rubito argentinito bc lo pidieron y yo cumplo, ahre. 

Una vez más en menos de cuatro horas, ¡gracias por todo el apoyo y por leer las cabezas de pescado que cruzan mi propia cabeza y luego escribo! Mucho amor para ustedes<3

Mini-historias de futbolistas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora