IGNAZIO

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- ¡Nataly! – grito mientras agitaba la mano y sonreía.

- ¡Ignazio! ¡Hola! – la hermosa pelirroja corrió hacia él y lo saludo con un abrazo. - ¿Qué haces aquí?

- Había acordado con Gwen venir los dos, pero ella tuvo que ensayar hasta tarde y... las entradas estaban compradas... no tuve muchas opciones.

- ¡Que lastima! Al parecer a ambos nos dejaron solos. Yo vine para acompañar a una amiga que quería ver la obra, pero me acaba de enviar mensaje que se siente un poco mal...

- ¿Y ya te ibas? ¿Por qué no entramos juntos?

- ¿No tienes inconveniente?

- Para nada. ¡Vamos!

La obra teatral era una historia moderna sobre los conflictos amorosos que se viven en el mundo contemporáneo. Ignazio se sintió interesado desde que leyó el cartel de anuncio y había hecho lo imposible para poder asistir. El teatro estaba lleno y ellos logran instalarse en unos lugares lo suficientemente buenos como para no perder ningún detalle.

- ¿Te gustaría ir a cenar después? Siempre tengo un poco de hambre luego de una obra.

- ¡Genial! Conozco un lugar que tiene un sabor... exquisito... te gustara.

- Listo, ya está. – y le sonrió tan contenta que Ignazio no tuvo más que devolverle el mismo entusiasmo en la sonrisa de él.

La obra un no iniciaba, pero faltaban solo unos minutos. Ignazio se sentía un poco incómodo de las miradas de las personas que los observaban y luego murmuraban.

"No estamos haciendo nada malo" – pensó.

No quería escándalos, ni con Gian, ni con Gwen. Sumado a ello, algunos hombres miraban con cierta coquetería a Nataly, esperando quizá alguna muestra de aceptación por parte de ella. Afortunadamente ella parecía más interesada en la obra. Ignazio miro su perfil, si, era guapa. Gian se había conseguido una hermosa novia acorde a sus gustos.

- Ya va a empezar. – le murmuro ella. Y el telón se levantó.

Durante los intermedios platicaban no solo de la obra, si no de sus nuevos proyectos. Entre ellos, la nueva gira que Il Volo tendría en poco menos de 3 meses.

Después de ingresar del tercer y último intermedio, la obra entraba en el último acto.

Los protagonistas se habían dejado para que cada uno cumpliera sus sueños, sin embargo, la dificultad para lograrlos los había orillado, en conjunto con toda su historia, a un cuadro depresivo severo.

Nataly, siguió de cerca la escena. El joven colgaba una sábana en el techo mientras lloraba a mares. Su mundo se había desmoronado. Sus sueños no se habían cumplido y el amor lo había dejado por decisión propia sin oportunidad a regresar.

- No... No lo hagas... - comenzó a murmurar Nataly.

- ¿Estás bien? – le pregunto Ignazio en un susurro. Pero ella parecía hipnotizada por lo que ocurría en el escenario.

- Por favor, no. – volvió a repetir y sus ojos estaban vidriosos. Las lágrimas comenzaron a agolparse en el borde de sus pestañas. Y cuando el joven actor, salto de la silla y quedo suspendido en el aire, convulsionándose mientras le aire se le acababa, Alessandra dejo de fingir. De repente aquel actor se había convertido en su hermano, el escenario en la habitación de él. Alesandra estaba reviviendo el momento en que Fabio, su hermano mayor, se suicidaba. - ¡NO! ¡NO!... ¡No me dejes! – grito como loca. Hundida en desesperación. Las lágrimas ahora corrían por toda su cara y sus uñas se habían enterrado en el respaldo del asiento de enfrente mientras Ignazio la sujetaba para que ella no corriera al escenario.

- ¡Nataly! – le llamo. Pero ella no reaccionaba.

- ¡No! ¡No! – seguía llorando. Mientras era sacada del lugar por ayudantes del teatro, no dejaba de llorar y estirar la mano intentando atrapar a alguien. Su crisis nerviosa la llevo con el medico del teatro. Ignazio la abrazo con fuerza intentando calmarla, pero no lo consiguieron hasta que el médico le inyectó un tranquilizante leve para ponerla a dormir unas horas.

Salió del teatro pasada la media noche y con ella en brazos. Pensó en llamar a Gianluca, pero no deseaba preocuparlo. La subió a su auto y condujo directo a su departamento, ya que era el más cercano, el de ella, según sabia, estaba al otro lado de la ciudad.

La acomodo sobre su cama con cuidado, aun no comprendía que podía haberle ocurrido. Verla así de desesperada distaba mucho de lo que ahora aparentaba. La miro fijamente por largo rato mientras tomaba un trago, lo necesitaba.

Él se acomodó en el sillón junto al ventanal y miro la ciudad, y de vez en vez el rostro de ella iluminado por la lámpara de noche. Lo siguiente que pensó es que era preferible no decirle a nadie que ella había estado ahí. Rogaba que nadie los hubiera visto subir.

***

Alessandra despertó cuando el sol aun no salía. Eran las 5:00 am.

Miro a su alrededor y supo que no estaba en su habitación. La respiración de alguien más la puso en alerta, pero se trataba solo de Ignazio. Cansado, se había dormido, derramando su trago en la alfombra.

Fue al baño con cautela. Seguía con la misma ropa de anoche, solo que el maquillaje destruido. A la vista de todos, seguia siendo Nataly. Se lavó la cara. Se reprochó haber sido tan débil, pero aquella imagen regreso a su mente de forma automática. Ella había visto morir a su hermano, en aquel entonces no tenía conciencia exacta de lo que ocurría, pero lo entendió conforme creció.

- Debí haber investigado más sobre la obra... que estupidez cometí... - murmuro para ella. – ahora tengo que pensar cómo recuperar el terreno perdido... ¿Qué hago?

Y justo cuando miro su muñeca, encontró la solución. Llevaba puesta la pulsera que Gianluca le había regalado. Tenía un perla engarzada al centro y cristales a lo largo de la cadena de oro. Regreso a la habitación, Ignazio seguía dormido. Dejo la pulsera justo debajo de la cama, no tan escondida pero tampoco tan visible. Lo demás que ocurriese, dependería en parte de la suerte.

IL VOLO: PARTIDAS SIMULTÁNEASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora