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  La semana había pasado rápido, en estos momentos todo el palacio estaba tan ocupado dando los últimos retoques para la tan esperada boda real. Mientras tanto, yo esperaba fuera de la habitación hasta que el príncipe heredero saliera. El eunuco salió corriendo de la habitación.

—¿Sucedió algo?

—El príncipe desapareció.

Por instinto corrí en busca de él.  

Después de correr unos minutos, finalmente lo encontré. Estaba dándome la espalda, me acerqué a él lentamente.

  —Su alteza. — lo llamé y volteó a verme.— ¿Porqué está aquí?

  —Estaba pensando e intentando relajarme un poco. Me estresan verlos todos agitados. —una leve sonrisa se formó en sus labios.

—¿Cómo salió de la habitación sin ser visto por los demás?

—La puerta trasera. —respondió.

—¿Sucede algo? —él me miró— Digo, para salir así.

—Sí, lo que pasa es que no quiero casarme con ella. No quiero que ella sea mi reina, quiero que tú lo seas. Por favor, escapemos juntos. Vayámonos al campo ó a algún otro lado pero que nadie nos conozca. —se acercó a mí, a este momento no sabía qué decir o hacer.

—Llamaré al eunuco Song para que lo lleve a su boda real. —hice una leve inclinación y caminé por el lado contrario a donde estaba él.

—¿En serio dejarás que me casé?

—Su alteza. —supliqué.

Después de esa conversación, él resignado fue hacía la boda. Antes de que anunciarán al príncipe, alcancé a escuchar como los ministro murmuraban pero se quedaron callados al ver entrar. Me fuí a mi lugar asignado y me dispuse a ver como la boda real ocurría.

(...)

La boda había transcurrido bien, un mes había pasado y el príncipe aún se negaba a tener la consumación con la ahora princesa heredera. Las primeras dos semanas inventaba excusas de enfermedades pero después simplemente se negó. La reina estaba enojada por no poder que la nueva pareja real procreen al futuro heredero.

Mientras tanto yo, estaba con el ejército real practicando el tiro con arco hasta que otros del ejército llegaron y me llevaron técnicamente arrastrando hacia los aposentos de la princesa heredera.

¿Qué hice?

Cuando llegamos, me hinque ante la pareja real. Aparte que tenía una espada amenazando cortar mi cuello.

—¿Sucedió algo? — pregunté con cierto miedo por la mirada del príncipe hacia mi.

—¿Dónde lo tienes? — preguntó él fríamente.

—¿Qué cosa?

—El adorno para el cabello de la princesa. La reina se lo dió como regalo.

—No sé de que está hablando. —respondí, era verdad, no sabía de que estaban hablando.

La princesa se acercó a mi y me dió una bofetada. ¿Era en serio?

—¡No mientas! —gritó ella.— ¡Regresalo!

—Esta es tu última oportunidad. — habló él.— ¿Dónde lo tienes?

¿Él en serio creía eso?

—No lo tengo. Tampoco sé de que adorno me estaba hablando. Lo siento.

angel | j.jaehyun (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora