Mi padre... mi amante.

150 6 0
                                    

Al día siguiente si que disfrute de cuanto pude en aquel lugar: un masaje, baño de barro, aguas termales y buena comida. Terminé la tarde y al llegar a la cena realmente agradecí el regalo pues fue maravilloso.

-Que bien, hijo. Pero nada es gratis. Nada- dijo mi padre.

-Claro. Supongo- respondí sin saber bien a qué se refería.

Llegó la hora de dormir. Y de a poco fui sintiendo algo de tensión. Mi padre demoraba meterse a la cama, iba y venia del baño. No me parecía nervioso pero si algo dubitativo. Finalmente se sentó muy cerca acomodando unas almohadas. Me acercó hacia él con un abrazo. Me besó en la mejilla.

-Hijo. Como dije: no todo es gratis. Nuestra familia goza de comodidades, que no son la gran cosa pero no tenemos de qué quejarnos. La dinámica de mi trabajo, los turnos y la rutina pasan la cuenta al fin y al cabo- . Realmente no entendía a qué iba todo eso y mientras que seguía entre sus brazos, él hablaba como si no lo hiciera conmigo.

-El "asunto" con tu madre ya no es el mismo. No tenemos el mismo feeling que de jóvenes y si sigo con ella es porque elegí esta estabilidad. Pero se me hizo necesario buscar, idear la forma para sentirme pagado y retribuido de alguna manera por mi esfuerzo.

-Hijo- y en ese momento hizo que mi mirada se cruzara con la suya. - Si te traje acá es porque quiero que seas mi paga. Te quiero para mi esta noche-.

Y sin saber que hacer, mil cosas pasaron por mi mente. Nos quedamos en silencio. No sé si el esperaba una respuesta pues me tenía abrazado tan fuerte que sentí que fuera cual fuera mi respuesta (en caso de que hubiera habido alguna) la situación no hubiera cambiado.

-No sé que decir y no entiendo que quieres- fue lo que dije, aunque el beso que me dio confirmó lo que una parte de mi sospechaba.

Mi padre. Cincuentón. Sigue siendo un viejo rico. Entiéndase rico por guapo, bien mantenido y siempre tonificado. Sé que cualquiera quisiera llegar a esa edad en ese estado físico y todos quisiéramos a esa edad a un acompañante con semejante facha.

No puedo negar que más de alguna vez lo vi con "otros ojos". Era imposible no verlo cuando llegaba de correr, o antes de acostarse en boxer y sudadera.

Me ganó su masculinidad avasalladora. Su cuerpo fornido y tonificado envolviendo mi contextura delgada y menuda. Sus manos sabían como tocar. Como acariciar y hacerme sentir cosas que a esas alturas no había experimentado fuera de imaginarme con un "daddy" de algún video de pornhub.

Mientras seguíamos besándonos y revolcándonos en la cama, yo seguía pensando en que no estaba del todo bien. Pero fui aferrándome a lo poco que nos habíamos relacionado durante todos esos años para verlo como a alguien a quien conocía un poco y que en ese momento me estaba entregando la experiencia de cosas nuevas. Sensaciones nuevas. Todo fue nuevo.

Hasta que finalmente, dejé las dudas solo en un rincón de mi mente y me le entregué por completo.

No creo que él esperar que yo tomara alguna iniciativa. Pues fue él quien me guió a cada momento, el que hizo la "pega".

Y qué "pega".

20x10Donde viven las historias. Descúbrelo ahora