Ya entregados a los besos, me tomó con fuerza y me sentó frente a él. Estábamos con las piernas de uno a los costados del otro. Yo lo tocaba timidamente pero él me recorria entero. Me tomaba la cabeza y me presionaba haciendo que el beso fuera mas intenso, con nuestras cabezas en diagonal. Su lengua, mas experimentada que la mia, se introducia en mi boca avivando los besos. Sus manos se paseaban por mis hombros y mi pecho mientras que con una me sostenía de la espalda con la otra me tocaba el pezón por debajo de la polera. En eso, la mano que mantenía en mi espalda fue bajando hasta colarse entre mi boxer y estirando un dedo fue llegando cada vez mas cerca de aquello que nadie había tocado antes, excepto yo, claro.
De sorpresa me tumbó de espaldas en la cama y se puso sobre mi y entre mis piernas.
Esos besos y esas manos me tenían completamente caliente, casi elevado a no sé donde. La única luz de la habitación era la de la tele y me intentaba imaginar viéndonos como un espectador y la imagen no podía ser mas erótica. Si hubiera podido, hubiera visto a un par de hombres entre los cuales fluía el erotismo y la pasión.
Mejor aun, yo estaba siendo testigo y "beneficiario" de la experiencia de amar. En la que el hombre, su respiración, su fuerza y su olor me tenían completamente cautivado.
Frente a mi, sus manos no paraban, puso un brazo por debajo de una de mis piernas y me sentí extremadamente extasiado. Con la otra se sostenía a una distancia sobre mi en la que a veces me miraba y otras me besaba. Ahí comencé a sentir la cercanía de su cuerpo, su pelvis y su pene entre mis piernas. Presionando y meneándose. Moviéndose maravillosamente, haciéndome subir la temperatura pero a la vez los nervios.
Ahora se intentaba sostener con la mano que tenia bajo mi pierna y la otra la desplazó hasta mis nalgas. Me tocó suavemente. Me rozó con ambos lados de la mano. Me apretó cada cachete. Paseó sus dedos por donde quiso hasta que se quedó presionando mi ano.
Nos pusimos de costado, frente a frente nos miramos.
Se puso saliva en los dedos y comenzó a introducirlo. Y en ese momento metí mi mano para tocar su pene. No lo vi. Sentí que podía rodearlo, pero era más largo de lo que con una mano podía abarcar.
Es difícil describir lo que sentí. Mientras me besaba cerré los ojos y el boom de sensaciones que me produjeron sus labios, su dedo, su cuerpo, su calor, su olor y mi mano ente su ropa me fueron quitando los nervios. Cada cierto tiempo ponía más saliva y su dedo llegaba más adentro. La paciencia con la que fue calándome hizo que la incomodidad y el dolor fueran reemplazados por cada vez más placer y ganas de que no parara.
Su dedo ya me llegaba hasta bien adentro. Y me apretó en un abrazo. al mismo tiempo que me besaba y su dedo seguía dentro de mi.
Me volvió a tumbar de espaldas. Levantó mis piernas y conocí la maravilla del beso negro.
Me volvió loco.
Gemí por aquello que no había experimentado jamás y que me removía entero por dentro.
Mientras él amaba mi hoyito(porque eso es lo que hizo), mientras lo besaba, lo rozaba con la lengua y la introducía yo sentía que me acaloraba más y más. Me tuve que quitar la polera. Me tocaba, me tomaba la cabeza y arqueaba la espalda.
Poner mis manos en su cabeza luego me hizo nuevamente imaginar a un espectador. Qué escena aquella en la que un hombre maduro tenía en el cielo a este chico inexperto.
A su lengua y a su boca se le unieron sus dedos. Sentí que fueron hasta dos los que me introdujo. Nada era un dolor constante, todo pasaba, todo variaba entre el calor y humedad de su boca y sus dedos.
Se ubicó hasta que quedamos frente a frente nuevamente.
-Gracias por ser mío- me dijo. Y sentí su pene presionándome suavemente. Mantuve mis piernas abiertas y mis manos en su espalda. Con más saliva (lo que se agradece, pues me mantuvo lubricado todo el tiempo) fue con paciencia abriéndose paso. Sentí como mi culito se abría y su pene se introducía hasta que toda la "cabeza" estuvo adentro. Ahí se quedó y lo sacó y metió varias veces. Dolió, pero todo lo demás ayudaba a contrarrestar el dolor.
Realmente se tomó su tiempo, lo hizo suave y pausado. Cada vez me llegaba más adentro y sentía más ese dolor/placer. En el momento en que me penetró hasta el fondo, quise que saliera pero en mi intento por apartarlo recibí una muestra de su fuerza y ahí se quedó.
Lo sacó lentamente haciéndome sentir cada centímetro.
Luego volvió a meterlo. Centímetro a centímetro. Y así fue que le pertenecí. Su ritmo fue tan considerado que solo lo disfruté. Puso sus manos en mis piernas para poder tener mi hoyito a la vista y comenzó a penetrarme con mas fuerza. Yo solo lo vi disfrutarlo.
De espectador hubieras visto un pene para nada exagerado en proporciones pero que sabía encontrar el ángulo para penetrar ese culito virgen.
Me volteó y se me montó. Me abrió de piernas por detrás y la sensación fue excitante y nueva. Mientras que con un brazo me rodeaba por el cuello con el otro se sostenía. Al mismo tiempo me penetraba más rápido, fuerte y profundo que antes. Yo ya sentía un placer incalculable. Dolía. Pero lo estaba disfrutando completamente.
A los minutos. Se fue cortado.
Ahí se quedó descargando su semen dentro de mi. Se recostó. Me puso sobre él y con un dedo siguió penetrándome hasta que el semen brotó.
Cansados nos quedamos así un rato hasta que como si yo fuera un niño (bueno, aun lo era) me tomó fuerte y dijo -a la ducha!- Nos bañamos entre jaboneo mutuo, besos y roce de cuerpos.
Y volvimos a la cama a dormir.
...
Al día siguiente continuamos muy normales. No se que pasaría por su mente pero por la mía recordaba que la noche había sido maravillosa y que solo esperaba que cada vez que tuviera sexo fuera así. Claro. Con el tiempo descubrí que no todos saben amar.
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20x10
Historia CortaCada veinte días le pertenezco. Una parte de mi no sabe por cuanto tiempo más. La otra, desea que no acabe nunca.