Sensuales lamentos 15

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Cap. 15 Su Condena
Su Condena

La negra noche se abría ante nosotros.
El bosque nos daba la bienvenida y apesar de sus locas ideas yo era feliz. ¿Y como no serlo?
Su cuerpo quemaba mi espalda mientras sus brazos se enredaban en mi cuello y sus piernas en mi cintura.
Podía sentir que no tenía miedo.
Sin duda había cambiado, pero seguía siendo la misma.
Mi Bella.

El viento jugaba con mi cabello y sentía su roce como una caricia.
¿En cuantas oportunidades había deseado esto? Ya no lo recordaba.
¿Sería todo aquello un sueño como creía Bella?

Sentí la corriente entre nuestros cuerpos mucho antes que sus labios tocaran mi mi cuello.
Si esto era un sueño, no quería despertar nunca. Y estar así, en este lugar por toda la eternidad.

Gracias—. Le dije mientras me entregaba a la sensacion, disfrutando cada segundo. Tratando de olvidar el porque estábamos aquí y hacia donde nos dirijiamos.
—¿Significa eso que has decidido que estás despierta?—.

Pero no lo creía. Es más, era todo lo contrario. Decía que trataría de no despertarse por menos no esta noche.

Recuperaría su confianza, debía intentarlo, aunque fuera lo último que hiciera en esta existencia.

—Confío en ti, pero no en mí—. Contestó ella.

¿Qué significaba eso?.
Dejé de correr para prestar atención a sus palabras, no sería nada bueno el estrellarme contra un árbol.
Podía ver la casa de mis padres un poco más adelante y verdadera mente no me sentía muy entusiasmado por llegar ahí.

—Bueno...—. Prosiguió Bella con alguna dificultad para expresarse. —No confío en que yo, por mí misma, reuna méritos suficientes para merecerte. No hay nada en mí capaz de retenerte—.
Mis pies se soldaron al suelo, me fue imposible dar un paso más.
¿Cómo, por todo lo que más importaba en la tierra, era capas de decir algo como aquello?
Suavemente la bajé de mi espalda, manteniéndola en mis brazos, negándome a soltarla.
Abrazándola fuertemente contra mi cuerpo, queriendo fundirme en su corazón.

—Me retendrás de forma permanente e inquebrantable —. Le dije susurrándole al oído.
Le pedí que nunca lo dudara. Siempre me tendría, siempre sería suyo, aun cuando ella ya no quisiera estar junto a mi.

Una vez más quise entrar en su mente, saber sus pensamientos y grabar mis palabras con tinta indeleble.

Recordé que aun tenía algo que aclararme.

—¿El qué? —.

—Cuál era tu gran problema—. No lo dejaría correr tan facilmente.

Pero no contestó a mi pregunta.
Solo dijo, tocando mi nariz con su dedo, que debería adivinarlo.

Lo merecía, merecía todas las formas de tortura que Bella quisiera imponerme y sólo asentí moviendo mi cabeza ya que sin duda yo era peor que los Vultiris para ella.

—Lo peor que los Vulturis pueden hacer es matarme—. Dijo casualmente mientras mi cuerpo se tensaba involuntariamente.

Ella creía que dejarla era peor que enfrentarse a ellos.

—Los Vulturis o Victoria no pueden hacer nada en comparación con eso—.

No tendría tiempo humano suficiente para compensar lo que le había hecho, nunca me perdonaría a mi mismo y sin duda, jamás, jamás la dejaría nuevamente.
Era un verdadero monstruo, un monstruo sacado de la peor de las pesadillas, pero por alguna extraña razón ella me amaba, aun cuando todo a nuestro alrededor se confabulan para separarnos.
Ella había luchado mientras yo me había rendido.
No la merecía, nunca sería suficiente mente digno para estar junto a ella. Pero no dejaría de intentar ser mejor, para ella, por ella.

Noche eterna (Luna nueva por Edward Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora