12 de Agosto del 2000
La neblina, abundante y espesa se desplazaba lentamente por el suelo oscuro. Era un lugar sin fin, donde no había sol ni luna, tampoco día y noche. Un lugar infinito donde todo puede pasar, pero claro está que solo se puede ver en sueños, y en esos sueños se esconde una terrible maldad.
Solo hay una excepción en esos sueños, que me mejor quedaría la palabra: pesadillas y es que estos son reales en otra realidad alternativa.
Las oscuridad es absoluta en aquél lugar misterioso, pero ahí se haya una persona, menuda y resplandeciente haciendo destacar en la penumbra. Ella estaba tumbada en el suelo ondeando la neblina a su alrededor, estaba perdida en sus pensamientos -pues era lo único que le quedaba en ese lugar- y preguntándose cuando dejaría de sufrir y dejar de tener tanto miedo como lo tiene ahora. Su cabellera negra se esparcía por el suelo y solo llevaba un vestido de satén blanco. Furibunda y temblorosa ella se encontraba.
Su vista estaba perdida en el cielo absolutamente oscuro, si no fuera por su vestido blanco y su piel resplandeciente ella habría pensado que tenía los ojos cerrados y en sus momentos mas vulnerables ella deseaba, cerrar los ojos para siempre y jamas abrirlos, pues daba igual que pasara con ella. Había pasado mucho tiempo donde solo una cosa le importaba y yacía ya sin vida y el mero hecho de pensarlo siquiera se le encogía el corazón hasta sentir una opresión tan desgarradora.
Solo veía oscuridad y más oscuridad pero eso cambió en un instante a otro. Un estruendoso trueno reventó en todo el lugar, haciendo que Anissa se incorporara de golpe, su corazón se aceleró y su miedo creció. Nubes grises y llenas de relámpagos luminosos se removían tronando entre sí, giraban hasta hacer un agujero como el ojo de un huracán.
Anissa no sólo se puso mas pálida como el papel si no, también, cayó de rodillas derrotada pues tenía que inclinarse ante él.
Por el rabillo del ojo, Anissa vio con temor como una figura bajaba por el agujero tormentoso, una persona o eso creía ella. Bajó flotando mientras el cielo gruñía sobre él, finalmente llegó y se posó con suavidad en el suelo.
El hombre caminó lentamente por el suelo nubloso, resonando los pasos con golpes secos y con cada paso Anissa sentía como se le erizaba su pálida piel. Se puso imperiosamente delante de la mujer, alargó una mano huesuda hacía ella, le rozó el pelo oscuro en una espeluznante acaricia y Anissa sintió arcadas de solo hecho de que él la hubiera tocado, así sea un simple roce.
Odiaba aquél hombre con todo su ser, hasta el punto que la simple palabra «odio» quedaba cortísima por aquél sentimiento. Él le quitó todo lo que había logrado tener, luchando por sobrevivir y desterrando de su lado el amor de su vida. Pero para Anissa también sentía miedo por aquél hombre, miedo por todas las cosas que era capaz de hacer, atrocidades que ella misma ha visto en las tinieblas de ese lugar, a veces él decía que cuando quisiera el podría convertirse el cualquier cosa o persona. Pero para Anissa él solo era la personificación del Diablo en persona.
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Destino Imparable © EN EDICIÓN
Paranormal(BORRADOR) El sufrimiento yace en la oscuridad algo que al destino le encanta disfrutar... El destino tiene preparado una vida de sufrimientos para estos personajes, Adam y Susan que están destinados a estar juntos y sufrir por su amor que trataran...