C U A T R O

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Abrió los ojos sintiendo sus parpados pesados y el cuerpo dolorido, sus músculos se acalambraban con cada movimiento que hacía pero la incertidumbre por saber donde estaba era mayor al dolor físico que sentía. Un lugar con olor a antiséptico, una cama demasiado incomoda y sabanas blancas. Sintió su pulso acelerarse con fuerza y de inmediato una maquina comenzó a producir un sonido al compás de sus latidos. Estaba en hospital, eso era claro pero su mente no lograba reproducir sus recuerdos con claridad y solo la sensación de desesperación lograba invadirlo.

Se incorporo con dificultad en la cama ayudándose con las barandillas de seguridad a ambos lados de esta, intento llamar a alguien pero su garganta seca no produjo mas que un quejido y ardor. Pestañeo un par de veces tratando de acostumbrar su vista a la oscuridad del lugar y los destellos que producían algunas luces de las maquinas.

Se saco de encima la frazada y un escalofríos lo recorrió de pies a cabeza, miro sus piernas con miedo, una de ellas estaba vendada, pero ese no era el problema. Levanto por los extremos la bata de hospital que lo cubría y soltó un grito desgarrando su seca garganta, comenzó a respirar por la boca sintiéndose ligero de cabeza y apunto del desmayo al ver un tubo plástico salir de su pene.

—¿¡Ha.. algwien!? — Grito comenzando a jalar de todos los cables en su cuerpo — ¿¡Que... que es to..wo eshto!? — El pánico lo había invadido.

Una sonda urinaria, una cánula nasal, electrodos adheridos a su pecho y una intravenosa profanaban su cuerpo causándole una horrible incomodidad. Comenzó a respirar con dificultad cuando finalmente vinieron a su mente los últimos momentos que estuvo despierto, unas ganas de vomitar le vinieron y solo alcanzo a asomarse al borde de la cama para vaciar su estomago.

La puerta de la habitación se abrió sin previo aviso dejándolo momentáneamente cegado por la luz, tres siluetas entraron y solo pudo retroceder en la cama limpiándose la boca con el antebrazo.

— ¡Aléjen.. se! ¡Ah.. uda...! — Grito aterrado tratando de liberarse de todos esos cables que le impedían moverse.

— ¡Hijo, no jales eso! — Advirtió la voz de su padre y pronto reconoció su rostro a contraluz.

— P-pa... qué... ¿Q-qué... esta pasando? — Pregunto acercándose con miedo hasta el mayor para abrazarlo.

— Tranquilo hijo, estas bien, estas a salvo...

— P-pero yo estaba... estaba... — Un sollozo interrumpió sus balbuceos.

— Joven Kurtzberg, necesitaremos que se calme y se vuelva a recostar. — Una mujer robusta y de uniforme tomó presencia en la habitación.

— Papá... — Murmuró intranquilo lamiendo sus resecos labios.

— Tranquilo, respira y haz lo que te dicen, es por tu bien. — Le sonrío y se apartó para dejar lugar a las mujeres.

París en crisis【Adrien x Nathaniel】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora