Parte 5: "Fotografía destruida"

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Narra Ethan:

La suave canción, melódica y bastante adecuada, ya está reproduciéndose. Sonrío, orgulloso de mi trabajo. La gente ha ido llegando desde hace no mucho tiempo. Sus radiantes ojos examinan, intrigados, cada fotografía en blanco y negro que he podido capturar. Repasando cada momento de mi vida, recuerdo que jamás me había sentido orgulloso de mí. Siempre creí que era un bueno para nada, un hombre que no valía la pena; en cambio, ahora todo pensamiento negativo se ha esfumado de mi mente: Hay gente apreciando lo que hago, contemplando con admiración algo en lo que puse todo mi corazón.

Aclaro la garganta, con ambas manos entrelazadas en la espalda. Avanzo a pasos cortos, pero fuertes. Eleonora está recibiendo a sus dos mejores amigas, Marie y Laura, quienes están con sus respectivas parejas. Se percatan de mi mirada, así que me saludan con la mano las dos chicas. Les devuelvo el amistoso saludo, mas decido no acercarme hasta que logren instalarse bien en el lugar.

Voy deambulando por el lado derecho del local, percatándome de que Victoire está conversando con distinta gente. Eso es una buena señal, ya que al ver sonrisas esbozadas en rostros mientras señalan un cuadro y le preguntan a una de las organizadoras, significa que podrían comprar algún cuadro. Aquello me tranquiliza. El miedo al fracaso siempre está presente. Si bien mi vida, desde el verano pasado, no ha ido tan mal con respecto a sobrevivir por mi cuenta, necesito independizarme por completo: No ayuda de mi madre, ni de mi hermana, y mucho menos de mi novia.

De pronto, Victoire desaparece entre las cariñosas parejas. La canción vuelve a reproducirse. Seguro que no estará haciendo algo más que recibir a nuevas personas.

Me dirijo hacia uno de los chicos que me ayudan a repartir las copas de champán. Repito que no debo sucumbir ante la tentación, sin embargo, la boca se me seca a cada segundo y necesito algo en mi interior para dejar de tener este extraño vacío. Mi corazón no ha dejado de latir con increíble rapidez desde que dieron las seis en punto.

Con una copa entre mis dedos, me quedo de pie en una esquina, sintiendo con cada segundo que pasa cómo mis mejillas se van calentando.

—Mierda, sí que hace calor —me digo a mí mismo.

Cuando creía que nadie me estaba escuchando, alguien me responde por encima de mi hombro:

—Hace un jodido calor, ¿no?

Me giro inmediatamente, confundido, hasta que veo el amigable rostro de tres de mis modelos: Adrienne, Charlotte y Violeta.

—¡Hola! —Abrazo a las tres, una por una—. ¿A qué hora han llegado?

—No hace mucho, en realidad —dice Violeta, una guapa morena de cabello rizado.

En mi mente aparece la imagen de ella antes de tomarle las fotografías, quejándose por su descontrolado cabello. Le decía que era parte de ella, así que estaba perfecto. Con respecto a Adrienne y Charlotte, ambas fueron bastante colaboradoras con el desnudo artístico, a pesar de sentir vergüenza por lo que ellas denominaban imperfecciones.

—Están bellísimas —digo cariñosamente—. La gente las ama, créanme.

—¿Sí? —Adrienne interviene—. Hemos apostado: Cincuenta euros a que comprarán primero el de Charlie, por ser la más guapa—ríe.

Charlotte aprieta los labios.

—Calla, que no es cierto. De hecho, a mis padres les ha dado vergüenza comprarlos. Son bastante tradicionales, no les gusta algún cuerpo desnudo, aunque sea de su hija. Si mis padres no quieren, imagínate otros.

Di que me odias, por favor (DQMAP #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora