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—¡Ya llegue!—grito al llegar a la casa, cierto la puerta tras de mi y dejo mis cosas a un lado.

No escucho a nadie, me imagino que mis padres fueron por Ryan a la primaria. La escuela de el pequeño monstruo está hasta el otro lado de la ciudad y por esa razón se tardan un poco más de lo que yo llego a la casa.

Voy a la cocina por una barra de chocolate, un poco de jugo y subo a mi cuarto.

Ya en mi cuarto me quito los zapatos y me tiro en la cama, tomo mi teléfono y veo que tengo 3 mensajes de Tyler recientes.

¡Scar! Oye iremos a pasar el rato al parque
¿Quieres ir?
Iremos todos los del equipo y unos cuantos más. Paso por ti.

No estaría mal salir un rato por lo que le contesto que si, que pase por mi en unos veinte minutos para al menos arreglarme un poco, a lo que me responde que ni un minuto más.

Dejo el teléfono en la cama y reviso mi armario.

Vestidos, no. Camisas de casa, no. Shorts, no. Pijama, ni loca.

Al final optó por un outfit casual. Una camisa lisa blanca, jeans negros, mi chamarra de beisbolista por si regresamos muy tarde y hace frío y mis converse.

Me acomodo el cabello, me lavo los dientes y bajo.

Me quedan todavía unos siete minutos, por lo que veo qué hay en la cocina.

Chocolate y hot cakes de la mañana. Tomo un hot cake y me lo como.

Escribo una nota a mis padres diciéndoles que salgo un rato y que no regresaré muy tarde.

Le mando un mensaje a Tyler diciéndole que ya estoy lista y el me responde que ya está en camino que lo espere afuera.

Tomo un poco de agua y salgo de la casa.

Cuando cierro la puerta el Mustang de Tyler derrapa por la acera. Su familia tiene mucho dinero, el padre de Tyler tiene más de diez empresas por el país, el proyecto se llama Mc'arthys, pues ese es el apellido de sus progenitores.

Me subo al coche y lo saludo.

—Hola, cabeza de zanahoria.—me dice y le sacó la lengua.

—Hola, tonto.—le respondo.

Arranca el coche de mi casa y nos encaminamos al parque. El parque al que vamos es al mismo que acudo desde que tengo uso de memoria.
Siempre nos reunimos ahí desde que íbamos a la primaria. Hay unos juegos y un lago muy bonito, en las tardes puedes ver el atardecer haciendo un picnic o jugar hasta que anochezca, es uno de los lugares a los que acudo cuando me pongo sentimental, me recuerdan mi niñez y las tantas veces que me caía de los columpios, me raspaba las rodillas y mi papá me decía que no me iba a pasar nada, que si yo seguía llorando lo único que iba a parecer era una niña débil que no podía soportar un raspón de rodilla, y con eso dejaba de llorar, por qué en ese tiempo quería ser la niña más fuerte del mundo. Eran tan buenos recuerdos, ahora mi papá hace lo mismo con mi hermano, me alegra.

—No entiendo por qué las mujeres se tardan tanto.—dice Tyler zafandome de mis pensamientos. Resopla.— Veinte minutos es mucho tiempo.

D Y I N G Where stories live. Discover now