Hacía un dia radiante y realmente soleado en Versalles, haciendo reflejo de su majestuosa elegancia mientras los largos carruajes pasaban a toda velocidad por los costados de las calles empedradas y empapando el sucio suelo de los barros de la reciente lluvia plumiza de ayer. Un hombre muy bajito y con una larga melena azabache, con la cara llena de suciedad como si acabara de meterse debajo del suelo y que llevaba unos ropajes muy poco nobles; una camisa estropeada y de color marrón, con un cinturón qué hacía caersele los grandiosos pantalones que llevaba hacía abajo pues iba corriendo por todo Versalles con un escrito que parecía valer mucho más que el hombre entero y iba gritando fuertemente como sí sé dejara la misma vida en ello.
- ¡Eschuchadmé! - gritaba corriendo y mirando alternativamente a la gente mucho más elegante que tenía por los lados y se apartaban con ciertas miradas sucias - ¡Los robos que ocurrieron hace unos pocos días en Venecia, también han ocurrido en París! ¡És horrible! ¡El fin de Francia se acerca! ¡Escuchdmé gente de Versalles! ¡El fin esta por venir!
Derrepente de entre toda esa gente, un hombre escondido detrás de un callejón cercano con vestimentas completamente negras vió aquello a la distancia y con las dos manos se pusó suavemente una capucha negriza también en su cabeza, lo que hacía que no lo pudoera reconocer nadie. El hombre empezó a correr muy velozmente hasta hecharss encima de aquel hombre y llevarselo corriendo y con la boca totalmente tapada hacía el callejón de al lado.
- ¿Pero qué?
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Petali Cadutti
Dla nastolatkówEn plena Edad del Renacimiento en Florencia, unos hombres enmascarados