Susurros.

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-Hoy puedo ser quien tu quieras, Gerard. -ronroneó provocativamente Lindsey, mientras se acercaba a la cama.

-No, Lindsey, tú no puedes ser Frank. -contesté fríamente mientras encendía un cigarrillo.

-¡Por amor de Dios, Gerard! -pasó de provocativa a furiosa.- ¡Ya han pasado años, debes olvidarlo maldita sea!

-Iré por cigarrillos. -no iba a soportar demasiado tiempo oyéndola.

-¡Estás obsesionado! ¡DEBES OLVIDARLO!

Y le cerré la puerta en la cara.

Si no fuera por nuestra hija, Bandit, hace tiempo la hubiese dejado. A veces detesto a esa mujer, simplemente saca lo peor de mí.

Caminé un par de cuadras y me detuve en la tienda a comprar cigarrillos. No tenía ganas de volver a casa, así que seguí caminando. Era una tarde fría y el cielo parecía estar a punto de llorar. Pero no me molestaba, porque el clima parecía estar acorde a mis sentimientos. Me sentía hundido, a punto de quebrarme.

Fue entonces que mis pies se detuvieron automaticamente en una tienda de discos. La recordaba. En los tiempos de la banda solíamos venir bastante seguido, Frank y yo. Entré y empecé a ver los discos, los de rock, los antiguos.

-Eh, tú, el de pinta de vagabundo... -una joven que aparentaba tener unos 17 años me miró.- hay cámaras de vigilancia, por las dudas.

Asentí y continué viendo los discos, bastante enojado la verdad. Menuda irrespetuosa.

-No le hagas caso, trata así a todo el mundo.

Escuché que me dijeron desde el otro lado de la estantería en la que estaban apilados los discos que estaba viendo.

-La última vez que vine aquí, atendía un señor mucho más amable. -respondí.

-Se ve que hace mucho que no vienes por aquí. -respondí que sí.- ¿Se puede saber por qué?

-Esta tienda me traía recuerdos... -no obtuve respuesta, por lo que proseguí.- Solía venir a menudo con una persona a la que quería demasiado.

-¿Y que sucedió?

-Lo eché a perder. -respondí.

Vino a mi cabeza aquel día. Me había enojado con quien-sabe-quien y terminé cagándola con personas que no tenían nada que ver.

Flashback:

"-Entonces, ¿Que fueron para tí todos los besos que nos dimos?

-Solamente parte del show. -no era cierto, pero daba igual.- Todo lo hice por la banda, pueblicidad, fama...

-¿Sabes algo, Gerard? -las lágrimas amenazaban con deslizarse por ese hermoso rostro al que tanto amaba.- ¡A la mierda tú y tu estúpida banda!"

Y ese fue el último día que vi a Frank Iero.

-¿Pero te arrepientes, verdad? -su voz me volvió a la realidad.

-No sabes cuánto... -mi voz sonó más aguda debido a que estaba aguantando las lágrimas. -Yo, lo siento tanto...

-Estoy seguro de que esa persona te perdonaría.

Oí un ruido que provenía desde el otro lado de la estantería y luego apareció ante mí el dueño de aquella voz. Era un hombre bajo, cuyo rostro yo conocía mejor que nadie, pues me había enamorado de esos ojos color avellana, había besado esos dulces labios, había acariciado ese suave cabello...

Se puso en puntas de pie, para quedar a mi altura y suavemente me susurró al oído:

-Te perdono, Gerard.

Cerré los ojos para poder guardar mejor esa voz en mi memoria, pues hacía años añoraba volver a escucharla, pero en cuanto los abrí, había desaparecido.

Debía... Yo debía...

Salí corriendo de la tienda, juro que corrí con todas mis fuerzas.

Había olvidado los cigarrillos y mi billetera, pero daba igual.

Debía llegar, yo debía...

Y me detuve, porque había llegado a mi destino. Había empezado a llover. Estaba mojado y llorando. Miré la lápida que tenía en frente. Respiré hondo, y como si fuera a una persona y no a un pedazo de cemento a quien le estaba hablando susurré:

-Gracias, Frankie.

                           Fin

Susurros // Frerard. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora