Capitulo 04

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"El tiempo es perfectamente imperfecto"

Alleska no duerme.

Llora todas las noches y no sabe el porqué.

Ahí días donde se baja de la cama, da media vuelta por la cabaña y se queda mirando a la nada.

Su fiel amigo Maul, va y viene. Detrás de ella. Intentando conservar su poca cordura antes de que cometa un daño que no pueda reparar y la deje marcada de por vida.

Alleska, tiene ese sueño noche tras noche... Ese donde saca los órganos de su nana y escribe en las paredes de la cabaña.

Se resiste a esa sed de sangre, a esas ganas de dejar su huella en cada cabaña de las montañas.

No quiere destruir esa poca estabilidad que la mantiene cuerda, amada y sobre todo protegida.

Ya son 68 muertos, 12 desaparecidos y 7 heridos.

Los que se han salvado por los pelos o porque se encontraban acompañados a la hora de entrar al bosque han difundido el rumor en aquel pueblo que recientemente ha sido creado y poco a poco se fue llenando.

Está cansada de la manera en que su "nana" la ignora, como ha hecho desde aquella vez que su hermano vino de visita y le contó sobre aquel monstruo con apariencia de chica que engañaba a los hombres y terminaba matándoles.

Erick, como se llamaba... Desapareció ese mismo día...

Su madre adoptiva tenía la vaga idea de que había pasado pero a pesar de querer "un poco" a ese hombre que muchas veces la torturo mientras sus padres dormían, la boto de casa al ellos morir y le negó ayuda cuando la necesitó. Prefería morir callada antes de lanzar a los lobos a su propia hija, sí, porque así era como la llamaba desde pequeña...

Para ella era la luz en la oscuridad.

El amor en ese mundo lleno de odio.

El remedio a todas sus enfermedades.

Pero para su mala suerte, estaba muriendo y era mejor morir callada para no lastimar a su hija que causarle un sufrimiento que la llevará a cometer peores actos que los que ha cometido.

—¡Alleska!— llamó.

La chica corrió tan rápido como pudo con una sonrisa boba en su cara, llena de felicidad porque al fin la mujer que amaba le había hablado.

—Si, mamá — espetó.

La mujer le dio una sonrisa lastimera que ella no notó, le dio un beso en la frente y le susurro al oído.

—Necesito que te vayas —antes de que protestara le tapó la boca con una mano.— Sabes que no salgo mucho, pero también sabes que no veo y que gracias a ello tengo mejor olfato que nadie ¿no?.

La chica tragó un grito, había dejado de lado ese punto a favor de la mujer y un pensamiento de su nana oliendo la sangre en sus ropas le asustó.

—Nana, lo siento yo...— la silencio y la abrazo fuerte.

—Puedo oler aquel aroma que emanan las antorchas mi amor.— Alleska palideció y su madre sollozo— Salvate, ve al otro lado del río los guiaré a otro lugar ¿Entiendes?

La chica negó, no podía decir nada la había dejado muda saber que moriría por toda esa crueldad que estaba cometiendo.

—¡Vete!— grito alarmada. —¡Se acercan!.

Tomó a su gato y huyo.

No lo pensó dos veces.

De igual forma sí luchaba con ella no ganaría, mejor hacerle caso por esta vez y salvar la vida de su nana, porque estaba muy segura que al ver a una mujer enferma y ciega la dejarían en paz... Era eso o su corazón enserio se estaba oscureciendo, daba igual pensarlo en ese momento que la vida de ambas peligraba.

AlleskaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora