1 - La oveja negra.

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Antes de empezar, por si no se entiende, según el contexto las cursivas son flashbacks o pensamientos. No pregunten cual es cual, es fácil saber que si hay diálogos es flashback y si no lo hay, es pensamiento.

- - -

-Ámbar... tomamos una decisión.


No había que ser muy inteligente para anticiparse a esa decisión, pero algo de esperanza se cruzó en mí, no iban a hacerlo, no eran tan malas... además no habían motivos, no era como si recién supieran del incendio.

-Ya no queremos ser tus amigas.- Sentenció finalmente Delfi.

-¿Por qué? ¿por lo del incendio?- Pregunté, sonriendo irónicamente.

Asintieron.

-Ustedes ya lo sabían, ¿en serio ya no quieren ser mis amigas ahora qué todos se enteraron?

Volvieron a asentir como robots.


-Yo la verdad no lo puedo creer.- Dije, cruzándome de brazos. -Son unas idiotas.

-No vamos a dejar que nos insultes más.- Contestó Delfina.

Me mordí el labio inferior, está bien, no quieren que las insulte, pero, ¿qué quieren qué les diga? yo simplemente les soy sincera, no tengo muchas palabras para definirlas, y todas son ofensivas.

-Si, Ámbar, está muy out eso de insultar a la gente.- Agregó Jazmín, y me acordé de la foto de "panadería de pan" aclaraciones que nadie necesita, parte mil.

¿Qué clase de amistad aburrida no tiene insultos?

-No, pero es la verdad. Chicas, yo no puedo creer que se hagan las que recién lo saben, porque realmente lo saben desde el principio y no les molestó tanto como para que dejen de ser mis amigas.

-Bueno, pero ahora todos lo saben y...- Comenzó a decir Jazmín y la interrumpí, harta.

-Todo esto es para quedar bien. Son ovejas siguiendo al rebaño, jamás pensaron por si mismas y jamás lo harán.

-Ámbar...

-No, Ámbar nada. ¡Mejor! mejor que no sean mis amigas. ¿Saben por qué no piensan? porque son tontas, porque no saben pensar, necesitan que alguien más piense por ustedes, que sean muchas personas, porque eso es lo único que saben hacer, seguir al rebaño, manada, jauría, lo que sea, porque es fácil y rápido.- Lo largué todo, bastante enojada, pero no quería que lo notaran, así que lo dije entre risas irónicas.

Delfina me miró, ella no disimulaba la bronca, me di cuenta que realmente sintieron las palabras que les dije.

-Si, quizás tengas razón. Pero vos sos igual a nosotras. ¡Perdón! mucho peor. ¿Te tengo qué recordar las cosas qué hiciste por popularidad? no, mejor recordalas vos, si vos sos tan inteligente, también vas a tener memoria fotográfica, seguramente. Sos como nosotras, también seguíAs a la manada de ratas, solamente que ya no podes hacerlo, porque esa manada te odia y con razón.

Que alguien le diga que no es "manada de ratas" sino camada, pero bueno.

En parte tenía razón. Yo también hice cosas por ser popular, por pertenecer, encajar... pero, ¿peor qué ellas? yo me di cuenta lo ridículo que era, ellas no, a ellas les gusta ser una oveja simple y blanca. Yo, en cambio era una oveja negra, seguía al rebaño pero era rebelde, me diferenciaba.

Pero ya no más.

Sigo siendo una oveja negra, sin embargo, no sigo al rebaño, prefiero seguir mi propio camino, por más difícil que me sea.

Estaba sola, viendo a la gente ser feliz, ya habían olvidado por unos momentos que yo causé ese gran problema que por fortuna estaba ya solucionado.

Volví la vista a mi tableta, la música sonaba a través de mis auriculares, pero no le prestaba atención, tampoco le prestaba atención a el libro que leía.

A pesar de que estaba emocionada por leer La Mansión de las Furias, lo nuevo de Madeleine Roux, ese día no era mi día, definitivamente, apenas podía entender porque no me enfocaba en él.

Estaba tan sola, la gente no se quería sentar cerca mío. Fue un milagro sentir que alguien se sentaba al lado mío, pero fingí que no le prestaba atención.

Escuché que decían algo, pero por la música no pude descifrar que era, así que pausé la música y me saqué los auriculares, encontrándome a Nina.

Me sorprendió, por supuesto, ¿por qué me hablaba?

-¿Qué?- Pregunté yo, bastante confundida.

-Nada, simplemente te estaba saludando.- Comentó ella, con una pequeña sonrisa. -¿Te molesta...?

-No, no. Quedate tranquila.- Contesté rápidamente, de hecho me alegraba que ella me saque charla... Nina es muy buena, aveces se pasa, yo fui muy mala con ella en el pasado, así que era raro que se preocupe siquiera en mirarme ahora que sabe todo.

-Mira, ya sé que esto es raro, que casi nadie te habla y todos están enojados con vos, yo también sigo un poco... molesta. Pero te vi ahí, sentada sola leyendo y me vi a mí, y me di cuenta que no estás bien, por eso hiciste lo que hiciste y...- Decidí interrumpirla.

-Gracias Nina, creo que sos la única que se dio cuenta, pero... no sé, si fuera vos no me juntaría conmigo... sos popular ahora, y por hacer cosas buenas, no quiero arruinarte.

-¿Arruinarme? no me interesa la popularidad... y si la pierdo por preocuparme por alguien que lo necesita me da igual.

Sonreí automáticamente, Nina era una gran persona, me sentí muy mal por todo lo que le dije e hice.

-Ah... yo... te quiero pedir perdón. Sé que nunca lo hice y debería hacerlo ahora. Fui una mierda con vos antes, y vos ahora sos tan buena...

-No te preocupes, Ámbar... ya está todo bien. No estaría haciendo esto si no te hubiese perdonado antes.- Me dedicó una de esas sonrisas tan tiernas que hacía que todos se quisieran hacer amigos de ella, y realmente yo también quería ser su amiga.

Aveces, ser la oveja negra es malo, trae consecuencias como las mías, pero siempre, siempre hay algo bueno en ser diferente, en rebelarte contra todo, a pesar de hacer cosas malas, cuando sos consciente de que ya debes parar, las consecuencias duelen, pero siempre está ese sostén.

Ser una oveja negra no es malo, al contrario, está bien. Quizás el rebaño, tan blanco, no estaba listo para las diferencias.

PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora