Oh, aquel ardiente sol que por un horizonte se elevaba, haciendo a las criaturas nocturnas sus ojos cerraran, haciendo que el dragón que sus hábitos de sueño había modificado despertara, le gustaban sus días, le gustaba su despertar, le gustaba aquel hilo de baba y su respiración calmada, le gustaba la batalla de la mañana para poder ponerlo en pie, pero cuando sus ojitos se abrían todo la pena valía.
Con un paso tambaleante, la puerta de hojas, como le llamaba Yuri o camuflaje, como le llamaba Otabek fue retirado, dejando que los dos jóvenes las piernas estiraran.
El baño matutino llego y como siempre, el aseo fue impecable. Pero Otabek de algo estaba seguro, el aroma de Yuri con los días, más fuerte se hacía, ese aroma dulce... aroma apetitoso, ahí, en ese cuello blanco que su boca ansiaba probar.
Ese día era especial, ese día el cumpleaños del hada era, pero al parecer, cuenta no se había dado, aquello no sorprendía a Otabek, de sobra sabia el poco nivel de concentración que su novio poseía.
El día fue rutina, con su paseo de "caza" con Otabek comiendo carne y Yuri recolectando pequeñas frutas para mordisquear en aquel barranco en el que esperaban los atardeceres juntos después del vuelo vespertino de Otabek.
— Yuri... ¿Sabes qué día es hoy?
— Huum... ¿Día de no le preguntes a Yuri que día es porque vive en la nubes?
— No, idiota... ven, te lo recordare, pero tienes que subir a mi espalda.
Aún algo indeciso, el menor a aquella fuerte espalda subió, y los ojos un segundo cerró, segundo que él castaño aprovecho para al precipicio saltar, salto que un paro cardiaco al rubio le causo, gritando en el aire, los ojos cerró, hasta que los anchos hombros ajenos pronto de entre sus manos desaparecieron, pudo palpar aquellas poderosas escamas, aquella intimidante altura, aún no podía comprender del todo, como aquella bestia de 15 metros en la que estaba montado llegaba a ser su novio de 1.75.
Sus ojos por fin se abrieron para a su alrededor observar, la inmensidad de aquel oscuro bosque frente a él se extendía, por ese día, Yuri Plisetsky, el hada pudo volar, por ese día, el viento en su rostro sintió, pudo ver este jugar con su cabello rubio, y su sonrisa en su rostro apareció.
Paso una tarde entera en el lomo de su pareja, jugueteando en su columna y su cola, viento, fuego y sonrisas aquel cielo compartió, lamentablemente, la noche lenta cayo. Los dos amantes a su pequeña cueva regresaron, aquella cueva que los vio crecer, aquella que ahora veía al feliz hada, aun revoloteando de aquí allá, su sueño al fin había sido cumplido y los cielos surco, ¿Qué mejor que en el lomo de su amado dragón? Se preguntó.
— ¿Te gusto tú regalo?— Un agitado Otabek preguntó, un dragón joven era, llevar en su lomo a alguien, la consideró una tarea difícil, pero esa su pago entero fue, ver a su pequeño feliz era un placer, no por nada vivo lo mantenía.
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La leyenda del hada y el dragón. { OtaYuri }
FanfictionYuri es un hada que no recuerda su pasado. Otabek es el dragón del que se enamoró. ¿Por qué el hada al dragón está anclado? ¿Por qué el dragón, su amor aceptó? Una historia OtaYuri escrita en rima