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-Cuarenta y cinco minutos chavales, sólo cuarenta y cinco minutos y somos campeones, nada de desconcentrarse no les vamos a dejar jugar, vamos a presionar desde arriba, venga que podemos. Hemos llegado hasta aquí, vamos ha hacer que esto sea memorable.- dice mi entrenador mientras estamos en los vestuarios.

-Venga todos.-nos juntamos en el centro- una, dos, tres, a ganar- gritamos al unísono. salimos del vestuario animándonos unos a otros hasta que salimos al campo.

-Dylan- se me acerca Guillermo, el capitán- al cien por ciento eh, que no te metan ningún gol ¿entendido?

-cuenta conmigo-digo.

Ya estamos en nuestras posiciones, el arbitro mira su reloj, se pone el silbato en la boca, coje aire y lo expulsa hacia el silbato para que suene y dé comienzo la segunda parte.

No tenemos la posesión durante un largo tiempo y lo que podemos hacer es esperar el momento adecuado para formar un contraataque rápido, ya que no puedo hacer mucho siendo un portero, miro la pelota de un lado a otro estando preparado para poder atajar cualquier tiro.

Miguel el delantero de nuestro equipo se impacienta y carga contra el que tiene la pelota pero su intento es malo y consiguen zafarse de él, lo que lleva consigo un jugada haciendo triangulaciones, pasando de un jugador a otro hasta que se zafan del último defensa y me dejan solo. Uno contra uno en el que uno solo puede vencer. Voy directo hacia él para que se le reduzca la posibilidad de tirar desde ahí. Hace una bicicleta con un recorte hacia un lado pero adivino lo que quiere hacer y me tiro hacia la pelota para cogerla, consigo la pelota pero el atacante no se rinde y me da una patada en la cabeza que me deja tirado en el césped.

En un cerrar y abrir de ojos veo a todo mi equipo avalanzarse contra él, que desaparece entre toda esa muchedumbre. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir buscando la pelota que la veo metida en la portería, noto que me sale algo en la cabeza intento tocarme la cabeza pero al instante veo al doctor que me para en seco.

-Dylan, asiente si me escuchas-.hago lo que me dice.- Ahora Dylan sigue mi dedo.- sigo el dedo que va de derecha a izquierda y de izquierda a derecha.-Bien Dylan, ahora intenta sentarte-. cojo impulso y me siento, miro al doctor y miro al césped que esta teñido de rojo, vuelvo a mirar al doctor que me pone una venda cubriendome toda la cabeza. Al terminar de ponerme la venda me intento levantar pero me tropiezo y casi caigo si no es por Guillermo que me sujeta del otro brazo. Anduvimos a trompicones ya que me estaba dando vueltas la cabeza y no podía ir en linea recta, al llegar a los banquillos el doctor hace señas de hacer un cambio, pero al hacer eso me levanto.

-No me cambie mister solo es un golpe.- digo.

-Dylan estas muy mal casi no te puedes ni levantar tenemos que hacer el cambio.

Veo que no puedo hacer mucho y me siento pero no me dejan ya que me cogen de nuevo y me llevan al túnel de vestuarios.

-Lo siento Dylan no podemos jugárnosla viendo tu estado.

-No pasa nada.-digo.

Al llegar a la enfermería veo a mis padres esperar en la puerta, con cara de preocupación.

-Dylan- mi madre corre hacia mi para saber como estoy mientras me da un abrazo de madre, uno de esos abrazos tan reconfortantes en los que te sientes protegido.

-Mama, no es nada solo un golpe.- siento que esta sollozando en mi hombro y la intento consolar.

-Maria, tiene que ir a la enfermería para que le cierren la herida- mi padre también preocupado, se acerca para consolarla y que me deja paso para ir a las enfermería.

-Mama, papa no estéis preocupados solo es un rasguño.- les digo mientras se encaminan a la salida

Dentro veo que una doctora me esta esperando sentada, tendrá unos cuarenta años o menos, su pelo es castaño y esta recogido en un moño, sus ojos color miel nos mira a mi y a Juan que me deja en la camilla. Sin mediar palabra la doctora empieza a quitar el vendaje.

-Dylan ¿no?

-Si, señora.- respondo mientras esta cogiendo cosas para suturar la herida.

-Lo siento Dylan-. me quedo pensativo por lo que ha dicho.- por lo que le ha hecho mi hijo.- me dice seria. Miro a Juan un poco desconcertado y luego miro de nuevo a la doctora que no veo muy bien lo que esta haciendo. hago una queja corta de dolor.

-Me falta poco.

Se aparta un poco y me examina de arriba a abajo

-¿Te duele?

-Un poco.

-Es normal, no hagas movimientos bruscos y si te duele mañana vé al hospital a que te revisen.

Asiento con la cabeza y me bajo de la camilla tambaleándome un poco.

-Doctora no pasa nada, son gafes del oficio.-digo mirándola, mientras estoy en la puerta.

No dice nada, se queda en silencio como si no quisiera saber del tema, pero no me quedo mucho esperando y me voy.

-Mamá-. oigo la voz de una chica que me hace un recorte para llegar donde esta la doctora que al parecer es su madre- otra vez ha pasado, Adrien se ha pasado tres pueblos esta vez, ha dejado sangrando al portero.

-Marieanne.- dice la madre mientras me dirige la mirada.

Marieanne como se llama la chica, se gira lentamente para mirarme, yo estaba en el marco de la puerta, esperando su mirada, que llegó y me hipnotizo como un reloj de bolsillo que va de un lado a otro, sus ojos color miel me miraban fijamente, su cara de sorprendida me deja sin palabras, todo lo que era ella, era perfecto. La miraba embobado mientras hablaba, no sabía lo que estaban diciendo, ya me había cautivado y solo estaba pensando en ella y en nadie más. Me doy cuenta de que estoy inmerso en mis pensamientos e intento recuperarme .

-...  sentimos mucho lo que te ha hecho mi hermano y espero que te mejores- dice al terminar su mini discurso que me he perdido embobado mirándola como un poseso.

-No pasa nada- digo mientras pienso,- "si son así lo golpes me daría igual venir aquí y que estuvieras aquí"- pienso-. Bueno me tengo que ir, gracias por todo. - me despido mirándola por ultima vez, mientras me dirijo donde esta juan esperando.

-Parece que no te querias ir de ahí.- me suelta Juan cuando estoy a su lado.

No digo nada, pero me hace reír ese comentario.

Dime te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora