1. Primer encuentro

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La historia comienza cuando dos individuos que ni soñaban con conocerse, dos almas unidas por el destino, terminan encontrándose.

En el instante menos esperado, pero justo en el momento indicado.

Cuando dos personas están destinadas a estar juntas, no importa dónde o con quien, tarde o temprano lo estarán.




El despertador marcaba con insistencia las nueve de la mañana. Nueve con uno, con dos y con tres, daba exactamente igual; lo primordial de ello es que Kuroo Tetsurō no pensaba moverse ni un solo centímetro de su adorada cama.

No se encontraba si quiera en sus planes.

Giro su cuerpo, removiéndose entre las sábanas de color negro que cubrían su colchón, reacomodando la almohada debajo de su cabeza para mayor comodidad, importándole poco lo tan despeinado que su cabello luciría a lo largo del día.

Estaba agotado, a final de cuentas, sabía que su energía no era infinita. Llevar sus clases, entrenamientos y trabajo de medio tiempo, terminaba exprimiendo hasta la última gota de su añorada juventud. No se quejaba en lo absoluto del ritmo actual que tenía su vida, le gustaba estar siempre activo y tener algo que hacer; pero, en definitiva, había días en que solo deseaba imaginar que se encontraba dentro del nido que su madre solía hacer para el cuándo solo era un niño.

Un recuerdo preciado, que hacía a su Alfa ronronear ante tal comodidad experimentada en base a su propia ilusión. Rememorando su etapa dorada, donde, su única preocupación era jugar al voleibol por las tardes.

Pero Tetsurō sabía que aquello no era posible. No estaba en casa, no estaba en su nido de infancia, y, sobre todo, no vivía más con su madre.

— ¡Kuroo! Vamos, despierta. Es importante —Interrumpiendo sus sueños, un grito eufórico termino despertándolo. Se quejo, abriendo solo un poco uno de sus ojos para visualizar al culpable de tan desmedida acción, aquel hombre vestido con un pijama de color rosado que agitaba su cama con el apoyo de sus brazos. Demasiado aniñado para variar, pensó.

Tetsurō de verdad le apreciaba, pero tenía que aceptar que vivir con Bokuto Kōtarō era una completa hazaña.

Aún recuerda el momento en que se conocieron, ambos lo hacían. Su primer encuentro resulto durante sus años dentro de la escuela elemental, ambos eran cachorros de Alfa recién presentados, los únicos de su casta dentro de una clase con solamente Betas.

Bokuto siempre fue un gran entusiasta. Le fascinaba resaltar en todo y ser el centro de atención. Cosa que no era difícil al tener tal personalidad y ser de una casta claramente dominante. Kuroo, por su parte, era competitivo, intuitivo e inteligente. No prefería exactamente que todos voltearan a verle, más bien, le daba igual, pero resultaba imposible no estar en la mira de la mayoría.

No se llevaron bien de primera, sobre todo, al compartir el mismo gusto por el voleibol.

El cachorro de Alfa con cabellos bicolor quería que todos observaran lo grandioso que era en tal deporte a tan corta edad, le fascinaba ganar y rematar cualquier colocación. Al cachorro de Alfa con cabellos oscuros le causaba una gran molestia perder, odiaba siquiera escuchar esa palabra y le causaba una gran satisfacción bloquear los remates de Kōtarō.

Sin embargo, su rivalidad se fue diluyendo ante la poca competitividad que tenían a su alrededor. Los jóvenes Betas no podían seguirles el paso en el ámbito físico, y comenzaban a frustrarse ante ello.

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