Ah, el mar. Aquella masa de agua que cubre kilómetros y kilómetros cuadrados de la masa terrestre. A mucha que gente le encanta el mar, en especial en verano; puedes ir a la playa y bañarte en él, refrescante y pasar un buen rato con tus amigos y familia.
Puedes sentirte abrazado por él, sin que este te hunda, y notar como te refresca y renueva, haciendo que te sientas seguro y a gusto.
[ . . . ]
El pequeño guitarrista estaba muriendo de frío. Había olvidado llevar su paraguas y su uniforme no bastaba para resguardarlo de la lluvia. Ingenuamente, había intentado ganar aquella carrera, tratando de llegar a casa antes de que el aguacero empeorase; no iba ni a mitad de camino cuando a las frías gotas de lluvia se le sumaron enormes granizos, golpeando su cabeza una y otra vez, por lo que sólo pudo correr de regreso a su colegio, en el cual se quedaría hasta que la lluvia parase, obviamente en el trayecto de ida y vuelta, quedó hecho sopa.
Se abrazaba a sí mismo fuertemente mientras tiritaba, estaba congelado. Las gotas que habían en su cabello llegaban a su rostro y resbalaban por él. Había pensado que todos ya se habían ido a casa y nadie iba a ayudarlo, era tarde y sus amigos no estaban, o al menos eso creía él, ya que, repentinamente, sintió pasos que venían desde el pasillo, los ignoró.
Luego sintió como los pasos se detenían, dudó por un segundo, pero no les prestó atención. Finalmente, sintió como era abrazado fuertemente por la espalda, recibiendo todo el calor de aquella persona. Se mantuvieron así por varios minutos, hasta que el chico pudo dejar de temblar.
Se volteó para ver quién era, a pesar de que tenía una pequeña suposición de quién podría ser. Estaba en lo correcto.
Levantó la cabeza y lo vio. Vio su cabello turquesa, su piel morena, sus finos labios y sus hermosos ojos verdes, los reconocería en cualquier parte. Esos ojos lo miraban con amor y preocupación.
-Maestro, usted es el mar.
Bon se separó del mayor y comenzó a buscar algo en su mochila. Sacó de ella una toalla blanca, ofreciéndosela a su compañero.
-Será mejor que te seques el pelo si no quieres enfermarte-luegó, sacó una polera negra de bordes turquesas de manga corta, con una manga larga a rayas en el brazo izquierdo-ponte eso, no te quedes con la ropa mojada.
El joven empapado siguió las órdenes que se le daban, sintiendo el calor volver a expandirse por su cuerpo. Su amigo se quitó la chaqueta y se la entregó. Sin titubear, Bonnie sólo se la puso, ya que no quería causarle molestias a alguien que lo había ayudado.
Al final, ambos chicos se fueron a la casa del de ojos rojos, caminando abrazados bajo el paraguas de Bon.
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Green Eyes [BonnieBon]
FanfictionPractican juntos todos los días, se ven todos los días. Son perfectos el uno para el otro, ¿cómo no iban a enamorarse?