FRAGMENTO DEL RELATO Romántico:
“El retrato de Francine”
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Así llegó el otoño y un día gris y sombrío, alguien golpeó a su puerta y lo hizo con insistencia, pues era alguien que necesitaba su ayuda.
El joven pintor permanecía ensimismado en su tela tan concentrado que ningún sonido llegaba a sus sentidos, hasta que el tercer golpe le hizo despertar de su trance, y furioso dejó el pincel preguntándose cuál de sus amigos bohemios habían decidido molestarle ese día gris, en el que apenas podía aprovechar un poco de luz. Porque la dama de la rosa había dejado de frecuentar el barrio de pintores hacía tiempo.
Dio cuatro largas zancadas, abrió la puerta y se esforzó por dominar su genio, quiso sonreír pero solo se dibujó en su rostro una mueca. La ira contenida se esfumó y fue reemplazada por la sorpresa. Pues allí había una bella y muy joven dama con aire indefenso mirándole expectante.
—Perdón. Temo que se ha equivocado de dirección, mademoiselle —dijo luego de observar a la recién llegada con creciente admiración.
— ¿Pero no vive aquí monsieur Philippe Vendôme? —preguntó ella.
—Sí, soy yo... Pero, ¿quién la envió? En realidad no hago trabajos por encargo pero... —. Las palabras se oyeron torpes e imprecisas. Observó a la joven damisela como si fuera a retratarla. Era una musa, un hada de los cuentos con ese vestido color lila y blanco, de estrecho corsé y esos ojos esmeralda tan abiertos y luminosos, el cabello rubio dorado enrulado y espeso. ¿Quién era, qué hacía allí? Se preguntó atontado. ¿Acaso alguien escuchó un deseo inconfesable de mi corazón solitario y la envió?
—Necesito su ayuda, por favor —dijo el hada y notó que estaba tan turbada como él mismo.
—Mi ayuda, por supuesto —respondió Philippe.
La joven retrocedió y entonces la vio rodeada de la escasa luz de su taller y pensó “es como una madona de Boticelli es bella y etérea: su rostro oval, la nariz corta, la frente ovalada. Algún necio diría que su belleza estaba pasada de moda pero para él era perfecta y debía retratarla. La musa perfecta, parecía salida de una tela.”
Y volvió a preguntarse ¿quién era esa joven y qué hacía allí en su casa mirándole de esa forma? Había algo urgente y suplicante en su mirada, sus manos se movían nerviosas sujetando una carterilla de esas que usaban las damas para salir a dar una paseo. No llevaba sombrero, sin embargo la elegancia y las joyas de su cuello le hicieron pensar que esa joven pertenecía a una familia pudiente, lo que hacía todo mucho más incongruente.
La voz cristalina y potente se hizo sentir tanto como su presencia.
—Perdone mi atrevimiento monsieur, pero alguien me recomendó que le hiciera una visita. No podía simplemente enviarle una carta pues temí que no me respondiera y necesito que pinte un cuadro.
El joven creyó haber oído mal, y sin embargo la expresión de la joven era seria, y decidida aunque cierto gesto ceñudo en su entrecejo parecían trasmitir temor e inseguridad mientras las manos pequeñas se retorcieron una vez más, pero no le miraba a los ojos, no lo hizo más que un instante mientras permanecía inmóvil.
—Temo que está usted equivocada, mademoiselle...—se vio obligado a decir, mientras con un gesto la invitaba a pasar y cerraba la puerta con precipitación.
Ella no tenía intención de decir su nombre y aceptó en cambió traspasar el umbral y esperar el veredicto con resignación.
—Lo que quería decirle y por favor, no se ofenda usted, es que no hago retratos por encargo. Sin embargo podría recomendarle un retratista que vive en la rue des saules... (Tonto de capirote debes hacer el retrato aunque valores tanto tu precioso tiempo) —dijo el joven observando a la damisela con ansiedad. Ella no debía marcharse tan pronto, dile que vas a hacer el retrato de inmediato, “estúpido”, le dijo una voz tirana que solo podía salir de su corazón.
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El retrato de Francine-Fragmento
RomanceEn la bohemia Parisina de finales de siglo XIX un joven pintor, escapa de la sofocante tutela de sus tíos para cumplir su sueño de pintar como un tintoretto. Pero el amor cambiará para siempre sus planes. Una novela breve de amor, misterio y sueños...