Capitulo 9

952 117 11
                                    

Soy una mujer directa y que va a por todas. Siempre he sido así. Nunca he dejado lugar a que alguien me insulte o me vapulee gratuitamente. Y en las pocas oportunidades en que ha pasado, he hecho todo para no dejar que eso me afecte. Soy una mujer fuerte y valiente. Nada me lastima. Soy una jodida... cosa blindada.

Eso me repito internamente mientras apuñalo con mi índice el timbre frente al departamento que Scott está rentando durante su estadía en Ámsterdam.

Tres timbrazos después, la puerta se abre, revelando a un recientemente despierto Clifford. Apenas vestido con unos bóxers azul marino, que no hacen nada para ocultar su masculinidad. Su enorme, apetecible, hace-agua-la-boca, masculinidad. 

Concentrémonos.

-Phoenix, ¿puedo saber qué haces aquí a las cuatro de la madrugada?

-Oh, sí. Lo sabrás... Tú y yo vamos a hablar.

-¿Ha-hablar? ¿He dicho ya que son las cuatro de la madrugada?

-Sí. Y no me importa- respondo mientras esquivo su macizo cuerpo para entrar a la propiedad.

Me distraigo unos segundos, observando la decoración, los libros en las estanterías, la taza de té abandonada sobre la pequeña mesa...

-Mira- Scott me hace volver al presente-, no sé que haces aquí, pero es de madrugada, y algunas personas en realidad disfrutamos de dormir en las noches. Por lo que voy a tener que pedirte que te marches; por favor.

-No- respondo seriamente, ubicándome sobre el sofá de cuero marrón-. Tú me vas a explicar quién demonios eres, por qué conozco todo sobre ti y cómo es que no recuerdo haberte conocido. Y yo me quedaré aquí hasta que lo hagas.

Scott lanza un suspiro enojado pero termina sentándose a mi lado en el sofá.

-Bien- dice con expresión gruñona-, te lo explicaré todo. Pero júrame que escucharás sin interrupciones y que harás lo que te pida.

-Juro que escucharé sin interrumpirte, pero no puedo prometer hacer a...

-Quiero hipnotizarte- me interrumpe.

-Ja.

-No; lo digo en serio. Será más fácil para ti creerme si sólo... lo ves por ti misma.

-¿Estás jodiendo conmigo?

-Me gustaría, cariño... Pero estoy siendo totalmente serio acerca de esto.

Dudo por unos cuantos segundos... 

La curiosidad mata al gato, dicen. Este gato esta a punto de entregar su última vida, porque me encuentro asintiendo.

-Recuéstate- me pide.

Con los últimos destellos de duda, hago lo que Clifford dice, tensándome cuando lo siento quitándome las botas.

-¿No me irás a clavar agujas en las plantas, verdad?- me aseguro nerviosa.

-No. Sólo quiero que estés cómoda. ¿Lista?

-Tanto como puedo estarlo...

-Cierra los ojos.

Lo hago, y siento sus manos asentarse en mis sienes, dibujando lentos y pequeños círculos en ellas.

-Concéntrate en el sonido de mi voz- indica con voz suave, apaciguante-. Intenta vaciar tu mente y sólo déjate llevar. Hace calor. Estás descalza, caminando a la vera de un río...

***********

Abro los ojos, alertada por el canto de los pájaros en los árboles. Una pradera verde se extiende a mi alrededor. Estoy sentada sobre un tartán de color verde musgo. Puedo oír el sonido de agua corriendo, y me incorporo, sintiendo la necesidad de acercarme a la fuente de ese sonido.

Camino despacio, esquivando los árboles que comienzan a aparecer a mi alrededor, juntándose cada vez más unos a otros.La pradera se transforma abruptamente en un bosque penumbroso. Me aventuro en él, hebras de mi cabello enganchándose a las ramas más bajas. Camino tanto que  comienzo a temer que este bosque no tenga un final.

Sé que es un sueño, o una especie de sueño, pero tengo miedo. Siento mi corazón, golpeando fuerte contra mis costillas. Las ramas arañan mis brazos y mi rostro, arrancándome exclamaciones de dolor.

Ya no puedo oír el sonido que me empujó hacia este lugar, pero mis pies parecen saber exactamente a dónde dirigirme, entre la bruma, la oscuridad y los murmullos reptantes de algo que se mueve más abajo de mí. Al bajar la vista al suelo, la oscuridad es tal que me impide ubicar la fuente de aquel sonido tenebroso; bien podrían ser insectos, serpientes o cadáveres arrastrados por alguna especie de bestia. 

Finalmente, tras lo que parecen horas, los árboles comienzan a espaciarse otra vez , y puedo salir de esa oscuridad húmeda y atemorizante.

Aquí el correr de agua suena más fuerte, más cercano. Un río ancho, caudaloso y en constante y rápido movimiento se estira interminable frente a mí. 

Un hombre alto, atlético, y de largo cabello rubio se encuentra, firmemente plantado, en la orilla. Está de espaldas a mí. Desnudo de cintura para arriba, lava restos de sangre de su torso. No parece suya, si no más bien perteneciente a un contrincante, como si fuera un guerrero luego de una batalla. No veo su rostro, pero todo su cuerpo emana peligro por cada poro. Gruesas cicatrices trazan sus brazos y una, de aspecto amenazador y doloroso, repta por su espalda, sobre la línea de la columna.

De algún modo, pareciera como si la oscuridad del bosque, los sonidos aterradores, el miedo dentro de mí, estuvieran alertándome "No des un paso más; aléjate". Cuando doy un paso atrás, para hacer exactamente lo que mi subconsciente parece pedir, mi pie impacta contra una rama, produciendo un crujido.

Me tenso en mi lugar, aterrada de mover un sólo músculo. El guerrero se da la vuelta y su mirada salvaje impacta en mí. 

Sus piernas comienzan a moverse fuera del agua.

Grito.

Para toda la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora