Ya me advirtieron muy de cerca los problemas que conllevaba esa relación.
Pero por ser infinitamente estúpida me di de bruces con la dolorosa realidad. Todo el día antes de mudarme de Miyagi a Tokyo con mi padre.
Fui a su casa y me sorprendió ver luces. Dijo que tenía entrenamiento hasta la tarde, hasta la noche. Escuché risas cómplices por la ventana entreabierta, y de ahí pasaron a ser gemidos necesitados de calor. ¿Como puedes ser tan cruel?.
Al quedarme helada ya de por sí, porque iba a hablar con él de que iba a irme, esa relación de un año de risas y cariño tiradas por la borda. Ese maldito colocador mujeriego, me había vuelto a partir el corazón en miles de pequeños pedazos. Salí de ahí temblando levemente y con las lágrimas a punto de salir de mis ojos. Con esa visión extremadamente borrosa me estampé contra alguien.
-Lo siento. No miraba por donde iba.- dije con la respiración entrecortada. Ese olor tan característico.
-¿Cassie?.- sus ojos negros como el carbón me miraban sorprendidos.- ¿Cassie, que haces aquí?.
-Iba a despedirme de ese imbécil. Mañana me voy de aquí, Hajime.- solté con rabia acumulada. Mi personalidad reservada, nunca habría encontrado la manera agresiva de contestarle a esa persona que había sido tan dulce conmigo. Y la estrella me abrazó como si le fuese la vida en ello.
-Ese cabronazo. Lo voy a matar.- notaba la ira en sus ojos, la tensión. No, por favor.- Como ha podido hacerte sufrir de esta manera.
-Por favor, ¿Puedo ir a tu casa a dormir? Siento que si vuelvo a la mía me va a dar un ataque de ansiedad.- Sonreí con consternación y calidez. Pasó su dura piel por mi mejilla retirando la lágrima que había salido sin permiso de mis ojos claros. Y las besó. Ojalá fueses tú la persona que hubiese amado.
-Claro. Llama a tu madre, mañana seré yo quién te lleve a la estación.- cogí su mano con fuerza y caminando más tranquila.-
Al llegar, la madre de Iwaizumi en vez de sonreír como una diosa en pleno apogeo, vino a abrazarme. El mejor amigo de mi actual estúpido novio, era la mejor persona que había conocido en la pequeña estancia en Aoba Johsai. Mi hermano pequeño estaría preocupado.
-Cariño, te voy a preparar un té mientras Hajime te prepara un baño. ¿Qué te parece?.- asentí sentándome en la mesa de la cocina. Pero antes hice una gran reverencia de nuevo con lágrimas en los ojos.
-Señora Iwaizumi, lo siento por no enamorarme de su hijo. Es el mejor chico que he conocido de toda la ciudad. Un verdadero ángel.- Esta sonrió con gracia y apacibilidad.
-Siempre hay otras oportunidades que la vida ha de dar.- me revolvió la corta melena, con suavidad maternal mientras me guiñaba un ojo con complicidad. Iwai, lo había escuchado con sus ojos llenos de amor angustiado. Lo dejaría con mal sabor de boca la previa noche de mi partida.
Me metí bajo el agua ardiendo que lamía mi cuerpo dolorosamente. Pero estaba demasiado jodida emocionalmente como para notar el resto. Al salir en con un par de toalla; una en la cabeza y otra en él cuerpo, me encontré ropa suya que me estaba dejando. Una camiseta vieja blanca, unas bermudas negras y su sudadera azul favorita. Como podía dejarme lo que más le gustaba, me sentía tan mal conmigo misma.
Entre en esa habitación donde al principio fue para hacer un trabajo de Historia, transformado en risas y cafreos por parte de ambos hacia el estúpido Gran Rey. Él se quejaba de su kouhai; pero el verdadero rey era él, el inalcanzable omnipotente que hacía lo que le placía, sin saber a quien dañaba por rebote.
Él estaba observándome con las mejillas coloreadas por un tono rosado. Sonreí con vergüenza, incluso un año y medio después no lograba acostumbrarme.
-Yo dormiré en el futón. Ni se te ocurra cederme tu cama.- le dije con mi mejor intento de amenaza.
-¿Y los dos juntos?.- sabía que quería decir. Sabía que tenía que pararle los pies o él saldría muy dañado.
- No me vendría mal, calor corporal.- transformé mis preocupaciones en una carcajada burlona. Ya que más daba el resto. Solo quería hacerme una bolita y desaparecer. Olvidar este día. Avancé hacia él. Mi móvil vibraba y vi quién me llamaba. Era él. Y lo colgué de inmediato.
"Estoy cansada, mañana hablamos."
Él contestó pero no me atreví a abrir la conversación. Simplemente me metí bajo él suave edredón y miré los ojos oscuros que me contemplaban.
- ¿Puedo...?.- dijo temeroso. Asentí. Bajo el cálido abrazo y respiración pausada de Hajime me dormí. A la mañana siguiente al abrir los ojos, lo vi tan adorable con el ceño arrugado y murmurando cosas sin sentido. Su pelo negro estaba hecho un desastre enredado.
Su madre había ido a trabajar. Me quité la sudadera para ponerme la ropa de ayer. Tendría que ir a la estación en un par de horas y desde aquí no tardaría mucho. Mi madre me llevaría la maleta hacia allá.
Como conocía ya bastante su casa, sobretodo la cocina que asaltábamos Tooru y yo continuamente llevándonos collejas, empecé a preparar él desayuno. El arroz estaba haciéndose mientras le cocinaba una omelette. Con todavía su camiseta y mis pantalones ajustados, y el pelo hecho un desastre, le hice lo mejor que pude sin que nada se quemase; un desayuno decente.
Escuché un bostezo bajando las escaleras. Con el rostro todavía sereno por el sueño, abrió los ojos con fuerza.
-Pensaba... Que te habías ido.- estaba bastante sorprendido. Le sonreí, mientras iba a besarle la mejilla.- Si te quedases, podría acostumbrarme.-
-Y yo.- ambos desayunamos y recogimos en silencio. Él se puso lo primero que pilló, yo me aseé y me acabé de vestir.- ¿Me... Me das tu skype?.- su rostro transmitía dulce ternura.- ¿Creías que te ibas a librar de mi tan fácilmente?
-Claro que no.- al llegar a la estación mire el rostro de mi madre apagado y mi hermano preocupado. Pero cambiaron al verme más animada de lo que se pensaban. Observé él móvil y vi cuatro llamadas perdidas de Oikawa y diez mensajes. Lo Llamé.
-¿Cassie, donde estás? Estoy muy preocupado ahora mismo. ¿Estas bien?.- su voz sincera trasmitía temblorosa preocupación.
-En la estación de tren. Me voy a Tokyo.- dije con un tono hiriente. Este se quedó pensativo al otro lado del aparato. Y contestó desesperado.
-¿Como que a Tokyo?¡¿Te ibas a ir sin decirme nada?!.- su personalidad dramática salió de debajo de su ego portentoso.
-Claro, iba a decírtelo. Pero tenías entrenamiento.- este suspiró con angustia.- Un entrenamiento muy intenso con una fan tuya, haciéndolo como posesos.- eso lo dejó de piedra. Se la expresión que tiene que estar poniendo ahora mismo.- Hasta siempre Tooru. Me resistí a pensar que fueses tan capullo y apático. Ese teatro que tenías montado dándome la buena cara, se ha acabado.- Iwai me llamó porque mi tren iba a partir en diez minutos.
-¿Q-Qué?¿C-...- le corté en las narices y le entregué él móvil a mi madre. Antes quitándole la batería y llevándomela conmigo.-
-Os daré mi nuevo número cuando lo consiga. Se como es y va a estar llamándome todos los días.- le sonreí a los tres con tristeza. Acto seguido fui hacia mi vagón.
Me monté en ese tren para ir a la capital del país, pero antes de irme, cogí de las mejillas a la persona más brillante y vicecapitán del equipo de voleibol, y le planté un beso en sus finos labios.
Este con el color del atardecer en sus mejillas, me despidió con un abrazo. Iniciemos una nueva vida a trescientos kilómetros de aquí.
Chan chan chaaaaaaan
Nota de la autora: bueno bueno, soy una novata en esto de los fanfics, así que no me maten ╥﹏╥.
¿No se nota nada el amor que tengo a Iwaizumi, verdad? (Sarcasmo).
Para vosotrxs, Cassie es como la famosa rayita.
Peeeeero como no me gusta mucho eso de rayita esto rayita lo otro (porque me da mucha vagueza), tiene nombre y personalidad impotente 😋
(¿Porqué este emoji me recuerda tanto a Oikawa?)😋
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Te odio, pero te quiero (Haikyuu!!)
FanfictionElla pensaba que todo era de color rosa cuando salía con el popular colocador de Aoba Johsai. Ese hormonado chico de primer año de preparatoria. Pero todo cambió de la manera más cruda, logró partir él corazón de la chica. Dos años han pasado desde...