VIII

21 7 5
                                    

Llegue a mi casa muy decepcionado por el hecho de no haber podido hablar con La Reina y todavía lleno de vergüenza por ese suceso accidental en el que Glenda III me vio casi desnudo. Al llegar me fui directo a mi habitación, no me preocupe porque alguien me estuviese esperando porque de todas formas yo vivo solo, desde la muerte de mi padre me cuido por mi cuenta, pero eso no significa que mi familia nunca me visite para ver si necesito algo.

Tarde un tiempo en darme cuenta que todavía llevaba puesto las vestimentas de ceda que La Reina me había dado, por lo tanto, me cambie de ropa por algo que me hiciera sentir más cómodo, también por el hecho de que no quería arruinar esa ropa.

Una vez que ya había realizado el cambio de vestimenta, me dispuse a recostarme en mi cama, y taparme con las sabanas de escamas de dragón, ya que ese material calienta bastante y a parte estaba empezando a hacer mucho frío. Pero me detuve al oír que alguien llamaba a la puerta, por lo que me vi obligado a no acostarme y atender a la persona que tocaba la puerta.

Pero algo andaba mal, me di cuenta antes de abrir la entrada de mi casa porque quien golpeaba la puerta lo hacia con mucha desesperación, muy dubitativo acelere mi paso y al llegar a la entrada, pregunte quien era el que llamaba.

Una voz que reconocí al instante me dijo:

-¡Zeta, hay Ángeles atacando a diestra y siniestra a las personas del reino! .Era mi prima Cris.

Al oír esas palabras abrí la puerta con desesperación.

-¿Que dijiste?. Interrogue. ¿Ángeles atacando a los humanos?  

-¡Sí, están matando gente inocente!

-¡¿Queeeeeeé?! 

-¡Por favor ayúdanos!

-Vamos para allá, guíame hacia los ángeles.

Salimos corriendo, fuimos a la dirección donde se encontraban los ángeles. Y ahí estaban, unos seres hermosos, con cabellos dorados al igual que las pupilas de sus ojos, vestidos con telas que cubrían parte de sus pechos y genitales, siendo tanto ángeles mujeres como ángeles hombres, volaban por los aires con sus alas de plumas blancas, y atacaban a las personas con armas hechas de energía dorada, usaban arcos y flechas e incluso espadas.

-Arcángeles. Dije sin dudar.

-¿Qué? .Pregunto mi prima.

-No hay duda, esos son Arcángeles, una raza de ángeles que aspiran llegar a ser dioses, se podrían decir que de todo el Reino Angelical esta raza es la segunda más fuerte después de los dioses.

-¿Que hacen aquí? y... ¿Porque nos atacan?

-No tengo idea Cris, tratare de hacerles frente, pero no creo que pueda ganarles.

-¿A que te refieres?

-La magia Cazadores de Demonios fue hecha específicamente para matar Demonios, y fue creada por los mismos Ángeles, no creo que pueda ganarles usando mi tipo de magia. Respondí con desconfianza. -Pero haré lo que pueda, tu quédate escondida y no hagas ruido.

-Esta bien, haré lo que me dices. Dijo alegándose de mi para esconderse.

Respire profundo y salí para que me vieran los Arcángeles. 

-Un Humano. Dijo uno de esos seres alados.

-Observen como nos mira, esos ojos de enojo... jajajaja cree que nos puede hacer frente. dijo otro.

El grupo que vino del mundo Onamuh me observaba fijamente, pude notar que solamente eran seis, quizás, si la suerte me acompañaba, podría ganar después de todo. Los alados reunieron energía en sus manos formando unas lanzas, las cuales arrojaron a mi persona con la intención de matar, pero cuando los ataques estuvieron cerca de mi, deje que mi Espíritu Angelical me rodeara para desviar los ataques.

Los Arcángeles me miraban boquiabiertos.

-Ese Humano... ¡es un Cazador de Demonios! .Grito uno de esas criaturas.

-Entonces el fue el que nos ahorro el trabajo de matar a Beizil. Dijo otro con tono calmado.

<< -¿Beizil?. >> dije para mis adentros, ese debía de ser el nombre del Demonio que mate.

Deje de exponer mi Espíritu Angelical. 

De repente una explosión de un color carmesí oscuro apareció entre los ángeles, dos de ellos cayeron al suelo mal heridos, y luego de un instante salieron volando hacia el cielo en el cual se abrió una especie de vórtice dorado y plateado en el cual se introdujeron, acto seguido desaparecieron,

Estaba tan desconcertado que no vi aparecer a un joven de aproximadamente dieciocho años, la cual era mi edad también.

El chico me vio con arrogancia y me pregunto:

-¿Acaso crees que podías hacerle frente?

-Sí...

-Hace falta más que eso para poder detener a un Ángel. Siguió diciendo. -Alguien tan ordinario como tú no podría vencerlos.

Por lo que dijo me di cuenta de que este individuo no vio que tipo de mago soy.

-Pero...

-Vete. Ordeno. -Déjame esto a mi, después de todo, soy un Cazador de Ángeles.

Misión Eclipse LunarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora