Gellert

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Albus despertó a la sombra de un árbol. Se sentía tan familiar esa sombra, un recuerdo largo tiempo olvidado. Se levantó y se dio cuenta que estaba en un jardín que se le hacía tan familiar como esa sombra bajo la que estaba. Reconocía el lugar. Aquí había conocido al que, en su momento, considero su alma gemela.

—Así que esto es la muerte, bueno, debo decir que esperaba algo diferente—Se dijo a sí mismo en voz alta.

Albus notó que su voz era diferente a como la recordaba, sonaba tan joven. Miro sus manos y vio que estas eran lozanas, la piel esta tersa y de la maldición que estaba quitándole la vida, no había ni rastro. Se tocó a sí mismo para sentir su cuerpo, era exactamente como lo recordaba, su cuerpo ahora el de un joven de 16 años, casi 17; la edad en que conoció a Gellert y toda su vida se puso de cabeza.

—Eres exactamente como quería recordarte—.

Esa voz lo sacó de su ensoñación. Ahí, frente a él, estaba parado el amor de su vida, tal como vivía en sus memorias, las que él quiso guardar y que no dejo ni que su último enfrentamiento corrompiera. Gellert Grindelwald. Un muchacho atractivo de cabello rubio y ojos azules. La última vez que vio esos ojos, vio rencor, esta vez se veían diferente, temor, culpa. Albus Dumbledore no podía hablar de la sorpresa.

>> Debes tener muchas preguntas Albus, prometo que te contestaré todas las que pueda, porque hay preguntas que ni en este reino pueden contestarse—.

Albus se obligó a sí mismo a recomponerse y enfrentar a quien por mucho tiempo le saco sonrisas y dolor a partes iguales.

—Gellert, debo suponer que eres el comité de bienvenida—La frase salió con más rencor del que quería imprimirle.

—Supongo que me lo merezco, no me porte muy bien, sobre todo contigo Al—.

—¿Al? Han pasado décadas desde que me llamabas así—Los ojos de Albus, se nublaron con el velo de sus recuerdos.

—Siempre lo supe ¿Sabes? —.

—¿Saber que exactamente, Gellert? —.

—Que me amabas, lo supe desde hace mucho, supuse que por eso no fuiste por mí, para acabar conmigo—.

Albus rió con sarcasmo.

—No fue por eso por lo que no te perseguí—.

—¿Ariana? —.

—Ariana. —

—También sabía eso. Que te sentías culpable. Supongo que es justo que lo sepas, fue mi maldición la que acabó con su vida, no lo supe hasta años después. El único que usaba las imperdonables de los tres, era yo, y Ariana había muerto demasiado rápido y sin marcas, solo había una maldición capaz de hacer eso, entonces solo pude haber sido yo. Mira, te responderé todas las otras preguntas que quieres hacerme, pero ahora necesito que vengas conmigo. Tengo un itinerario que cumplir ¿Sabes? —.

Albus lo siguió hasta la cerca y Gellert le abrió la pequeña puerta de madera, ambos salieron y Albus vio extenderse un prado de pasto muy verde, una llanura. El único árbol era el que acababan de dejar y este se encontraba cercado justo como el jardín de Bathilda Bagshot.

>> Bienvenido a mi paraíso personal—.

—El árbol, ¿Por qué? —.

—Para recordarme la única época buena de mi vida. Ven, no perdamos tiempo, tengo que explicarte muchas cosas sobre este reino antes de que te lleve a tu "parcela"—.

Caminaron por esa llanura hasta que Albus divisó algo parecido a un pequeño lago, un pozo para ser más exactos; tan negro como la noche y lleno de pequeñas luces.

Páginas Sueltas: Otra Oportunidad Para SeverusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora