Hay dos hombres. Ambos pueden morir o uno puede salvar al otro. Pero para que uno se salve el otro debe morir.
Ambos se sientan y comienzan a hablar, a conocerse.
Un hombre le cuenta al otro de sus riquezas y de su familia que espera en casa. Le habla de su trabajo y como forjo su propia empresa. Le cuenta sobre los malos momentos que paso y como a pesar de tener todo quebrándose bajo sus pies se mantuvo firme no cedió. Le dice al otro hombre: "Aún con todo lo que te mencione, ninguna posesión ni ningún logro es más grande o más valioso que la familia que logre tener".
El otro hombre escuchaba atentamente la historia. Reflexionaba sobre ella y se preguntaba si él no lo estaba intentando engañar para poder salvarse.
Ahora le tocaba a él contar su historia.
Comienza hablando de su infancia. Le cuenta como fue crecer bajo el mismo techo que una madre ebria y un padre agresivo. Luego habla sobre su adolescencia y como conoció a quien sería el amor de su vida. Le describe lo extraño que se sintió para el conocerle. Le explica que él no sabía lo que era el cariño y que hasta entonces solo había conocido dolor y tristeza absoluta. Luego le habla sobre como en compañía de ella construyó una familia. Le cuenta lo duro que fue al principio y que hubo días en los que el dinero no alcanzaba para alimentarlos y todos iban a dormir temprano entonces. Pero le dice: "A pesar de todo nunca perdimos el amor y siempre estuvimos unidos".
Ahora era el primer hombre quien escuchaba atentamente y reflexionaba sobre la vida del segundo.
Era entonces el momento de hablar entre ellos. Lo cual hasta el momento no habían hecho realmente, solo se sentaron allí y escucharon al otro, no se hicieron preguntas, solo escucharon y reflexionaron sobre ello.
Entonces el segundo hombre le dice al otro: "No te preocupes. Te daré mí vida para que puedas salvarte".
El primer hombre se siente sumamente aliviado y agradecido ya que no morirá. Pero antes de agradecer le pregunta al otro: "¿Por qué lo haces?"
El segundo responde:
"Todo lo que te eh contado es verdad. Pero no te mencione mis pecados en ningún momento.
Mí más grande tesoro también es mí familia, o al menos lo fue."
Luego de un momento dice: "Eh matado a toda mí familia. Era un día de lluvia y llevábamos prisa. No se veía bien, por lo que no vi que en la próxima esquina salía otro auto. Por alguna razón maldita del destino yo sobreviví y salí ileso, mientras los demás murieron. Por eso, si ahora puedo salvar una vida en lugar de quitarla y seguir cargando con ello, decido salvarte".
El primero entonces dice: "Como has sido sincero conmigo lo seré contigo. Te hablare sobre mis pecados".
Luego de un momento empieza: "Lo que te eh contado también es verdad. Tengo muchas riquezas esperándome en casa. Pero mí familia ya no es una. Estoy sólo y es mí culpa, engañe y mentí a más de uno. Traicione a mí esposa y se fue con los niños, no sé dónde podrán estar.
Y mí empresa no es más que un castillo de arena derrumbándose. Arruine cientos de vidas solo para enriquecerme más, haciéndolo a costa de empleados inocentes.
No merezco vivir, no soy merecedor de tú vida. Pero tú si puedes aceptar la mía, no has hecho nada malo, fue un accidente. Te daré mí vida y lo que aún me queda para que construyas una nueva historia."
El segundo se queda en silencio un rato y dice: "Iba rápido porque quería llegar a ver un partido".
El otro responde: "No podías haber anticipado lo que pasaría. Pero aún no es tarde para vos. Acepta lo que te ofrezco y comienza de nuevo".
Pero a pesar de todo, ni uno ni el otro, ni el primero ni el segundo desea tomar la vida del otro para seguir viviendo. Por lo que se quedan allí en silencio, esperando la llegada de su muerte.
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Nadie
Short Story¿Darías tú vida por salvar a otro? ¿Aceptarías la muerte la de otro para salvarte? Compartanla!