EL ULTIMO DOLOR

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Llevaba cerca de una semana con dolor de cabeza y el solo pensar constantemente que duraría unos segundos más, estaba debilitando la esperanza del pobre joven.

Eran cerca de las nueve y no había podido dormir la noche anterior, los ruidos de metralla y gritos de lucha a unos pocos metros de distancia de su casa, lo habían mantenido nervioso toda la noche. Esto lo estresaba demasiado, ya que presentía que sus siguientes días seguirían en la misma rutina de no dormir y esforzarse por alguien que jamás fue el o se preocupo algún instante por su pueblo. Era definitivo que seguiría cargando su cruz.

"El masoquismo, fuera de ser una enfermedad, es una etapa natural en el ser humano que llega a ser tan diverso que simplemente puedes clasificaros analizando los diferentes efectos maníacos que un dolor puede causar y desearse a la vez, esto por alguna contradicción psíquica como rezago de alguna alteración mental creada por un contexto imperfecto". Pensó cuando veía con una sonrisa de dolor e incredibilidad como lastimaban y flagelaban junto a su familia.

El dolor de cabeza no paraba y se estaba desesperando de su condición tan inconveniente para aquel momento en donde las estrellas y la luna combinan sus luces para mecer un ostentoso, y a la vez, hermoso paisaje de dinamismo cósmico.

Su cerebro se dilataba de dolor. Las venas y orificios de su cara no dejaban de matarlo biológica y psíquica mente. Poco a poco, las visiones de rayos y distorsión se hacían mas seguidos, y todo esto pasaba justo en el punto más cumbre de su vida sentimental. Tenía que resistir un poco más.

Las extremidades comenzaron a adormecerse y el solo sentir los punzantes cosquilleos, al intentar moverse, lo desalentaban de buscar alguna pastilla o hacer algún ejercicio para contrarrestar el agudo dolor.

Ya no sabía que expresión poner en su rostro; el cual, continuaba con los ojos completamente cerrados y ya sin sentir esa suave brisa que las nubes nocturnas te regalan para olvidar las penas del día. Dejó que todo su masa neuronal se hunda en oscura miseria extra e intra sensorial.

Siempre lo habían tildado de idiota, débil, sin personalidad, mas luego que pasara todo lo que sucedió, al menos sentía que algo productivo dejaría como legado, en realidad, tenia habían muchas cosas que recriminar a sus vecinos, por los falsos conceptos que tenían sobre él. No había salida, tenia que tomar las decisiones que ninguna persona podría llegar a entender, pero si criticar.

La noche continuaba y los problemas que le habían aquejado, en ese momento exacto explotaban todos a la vez, en su recuerdo, en su realidad, en sus proyecciones y sobre todo en su autoestima. Las lagrimas eran inevitables, una a una hacían que la cólera, pena y confusión lo destruyeran en un sollozo casi de inquisición. Su familia masacrada, su ganado devorado, sus tierras violadas, su moral corrompida, su persona vulnerada su cuerpo envenenado, su mundo destrozado.

Comenzó a marearse un poco y al intentar abrir los ojos lo único que podía presenciar era lo nublado de sus propios sollozos. Para ese momento, la mitad del cuerpo la tenia inmóvil.

El dolor de cabeza, impredecible mente, creció aun más. Ya sentía que su cráneo sangraba y retumbaba un bombo incontrolable y desgarrador. Con un esfuerzo sobre humano y paranormal, llegó a levantase, para tomar un poco de agua que cruelmente habían dejado sus captores al costado. Se aferraba a la vida tanto como podía.

Finalmente, arrastró los pies unos pocos centímetros más y se dejo caer en su cama, exhausto, cerca de las tres de la madrugada. Recordó como a esa misma hora un día antes esperaba en la puerta de su amada, nervioso y congelado de frío. En aquella ocación el esperaba en la puerta de su casa para enterarse por la ventana y a media luz, que aquella mujer lo había traicionado, se había dejado caer en los brazos desnudos de un asesino extranjero. Justo a las tres de la madrugada de aquel día se había decidido su muerte. Sin embargo, después de todo esto, sabia que si alguien sobrevivía en ese lugar ya no lo recordaría como un idiota, débil de carácter o sin personalidad. El había luchado, el había sufrido, el había reclamado, el había peleado y el había sido torturado y manipulado, pero ante tanto dolor, el mismo se había envenenado.

El silencio lo cubrió completamente de azul y el negro de la noche, lo embadurno de oscuridad, la cama lo abrigó con la sangre de su familia y su traidora mujer, para entonces ya le había dejado de doler la cabeza para siempre.

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