cap 14

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***Sungmin***

Saqué mi cuaderno de Biología del casillero y me dirigí a mi siguiente clase. Mi día consistía en clases, recreo, clases, recreo, más clases y luego el glorioso almuerzo. Para luego, claro, más clases. Sinceramente mi día era bastante aburrido. Los recesos me los pasaba solo leyendo algún libro o estudiando en la biblioteca, mientras que en clases me restaba a prestar completa atención al profesor. Ni hablar del almuerzo; sólo existía para traerme malos y cercanos recuerdos. Me senté en mi respectivo asiento del salón y abrí mi cuaderno a la espera de que el profesor comenzara su clase. Lo que no me esperaba, era la actividad que tenía pensada nuestro querido profesor para aquella clase.

-Muy bien, alumnos. La idea es que se junten en parejas para hacer esta "actividad" ¿comprenden? Son un curso de número par, y hoy no se ha ausentado nadie, así que quiero que cada uno tenga su pareja de trabajo, ¿de acuerdo? Empiecen. Anotaré las instrucciones en el pizarrón...-Demandó el desgraciado profesor con su siempre presente toque irritantemente alegre en su voz.

Yo me limité a bajar la cabeza para que nadie se burlara de mí por no tener compañero. No quería pasar más vergüenzas, no estaba de suficiente buen humor como para poner ante mí mi preciada burbuja aprueba de malas bromas. Después de un rato de no atreverme a siquiera mirar alrededor, para que no vieran mi rostro, una mano cálida y de toque suave se posó en mi hombro agradablemente. Di un pequeño brinco en mi lugar como impulso nervioso para luego alzar la mirada.

-Supongo que sólo quedamos nosotros dos...-Sonrió simpático el chico. Nunca antes lo había visto en el salón. Quizás yo era muy tímido como para notar a las demás personas, o quizás mis gafas empezaban a fallarme nuevamente. Cualquiera de las opciones la tendría que cambiar, pronto.

-Ho-hola...-Lo saludé nervioso, tartamudeando ridículamente. El hizo una mueca, la cual rápidamente la cambió al captar que yo no era de hablar mucho.

-Hola, nuevo compañero...-Sonrió dulcemente el...-¿Te llamas Sungmin no?

-Sí...-Respondí cortamente...-.¿Tu nombre?...-Pregunté intentando ser amigable o como mínimo, cortés.

-Ryeowook, mis amigos me llaman Wookie o Cookie por mi pequeña gran obsesión por las galletas...-Rió levemente, contagiando en mí una sonrisa.

-A mí también me gustan las galletas...-Me atreví a comentar, provocando que en sus ojos marrones se reflejaran pequeños brillos de emoción.

-Definitivamente  tú y yo nos llevaremos muy bien...-Dijo el sonriendo abiertamente. Yo sólo me limité a asentir torpemente con la cabeza.

-¿Entonces vas en el equipo de fútbol de la escuela?...-Le pregunté asombrado a Ryeowook. El asintió esbozando esa hermosa sonrisa que sólo el sabía posar. Estábamos almorzando, sentados en una de las mesas de la parte trasera de la cafeteria. Rápidamente se había vuelto en mi único y querido amigo. Ryeowook era sociable, simpático, chistoso y curiosamente tierno y cariñoso. Supongo que eso era tener un amigo. Qué raro era, con lo acostumbrado que estaba a estar completamente solo.

-¿Y de ti qué? ¿No te agradan los deportes?...-Me preguntó mirándome curioso. Yo me encogí de hombros. Sinceramente los deportes no eran lo mío. Prefería la música y esa clase de cosas. ¿Yo en los deportes? Dios, que hasta le tenía miedo a un balón de plástico...-Lo tomaré como un «no»...-Rió el...-Pero debes ir a verme jugar. Jugaré este sábado, en las canchas de la escuela. Le voy a patear el trasero a esos niñitos de la otra escuela...-Dijo decidido, frunciendo el ceño de una manera divertida. Yo solté una carcajada.

-Ya. Me tendrás ahí mismo, en la primera fila, listo para verte patear traseros debiluchos...-Ambos reímos fuertemente. Fue justo en ese momento cuando Donghae y sus secuaces pasaron frente a nuestra mesa, mirándonos con asco, con demasiada repugnancia, para luego seguir su camino en dirección a la fila de la cafeteria. Al ver la mirada de Donghae sobre mi persona yo me callé de golpe, por lo que el único que se reía ahora era Ryeowook. Luego de que sus pequeñas risas se calmaran, el me observó de una manera interrogativa.

Viviendo con el nerd Donde viven las historias. Descúbrelo ahora