La sublime Muerte

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Hacía un tiempo que Junsu había conseguido un papel para un nuevo musical y estaba realmente emocionado. Se había tomado esa actuación muy en serio e incluso había adelgazado y cambiado su aspecto para ello, puesto que interpretaba a un personaje que era todo un reto en su tan novicia carrera actoral y no quería defraudar.

Yoochun, por su parte, no ayudaba mucho ya que se pasaba el día detrás del ahora rubio preguntándole sobre su papel en tono burlesco.

No sólo lo acechaba ensimismado al ver de nuevo esos pucheros a los que tanto añoraba -cabe decir que Junsu se había vuelto más maduro y masculino-, sino también porque extrañamente su amigo no había querido revelar muchos detalles de la obra que estaba por estrenar y eso le parecía muy sospechoso, pues Junsu difícilmente podía callar cuando algo le emocionaba.

Había estado pinchándole todos los días y lo único que había podido sonsacarle era que la historia trataba de una tal Elisabeth de Austria -otra vez relatos de la antigua Europa- y que su papel en ella era el de La Muerte, lo cual le pareció realmente curioso pues no se lo imaginaba haciendo un papel tan frío e inhumano.

Lo más raro vino cuando Junsu les pidió explícitamente a él y a Jaejoong que no fueran al estreno del musical.

Eso picó la ya curiosa mente de Yoochun y fue como la gota que colmó el vaso.

Así que, a escondidas, pidió a un amigo que comprara entradas para el estreno y sin avisar a nadie se presentó allí como uno más del público.

Las fans que habían asistido al evento no tardaron en darse cuenta de su presencia y se apresuraron en grabar el recuerdo, pero Yoochun simplemente las ignoró y se deslizó hacia su asiento esperando impaciente que la obra empezara.

Cuando Junsu por fin apareció en escena se quedó asombrado, sin poder articular palabra, sin poder pensar con claridad, sólo con los ojos fijos hacia esa figura deslumbrante que parecía arrollar todo a su paso.

Junsu se movía por el escenario cautivando a cada mirada que se posaba en él. Ésa era, seguramente, la muerte más perfecta que pudiera existir y Yoochun tenía serias dudas de si algún humano se podría resistir a morir en sus bellos brazos.

El primer acto terminó y Yoochun seguía pasmado mirando en dirección al lugar que había dejado Junsu hacía apenas unos segundos, cuando alguien vino a comunicarle que podía pasar a los camerinos para visitar a su amigo.

–¡Chunnie! –exclamó Junsu cuando la asistenta abrió la puerta dejando pasar al moreno–. ¿Qué haces tú aquí?

–¡Claro está! ¡Vine a ver la actuación de mi Su! –dijo abrazándole entusiasmado.

–Idiota... ¿No os dije que no vinierais a verme? –espetó Junsu contra la clavícula de Yoochun, sonrojado por la vergüenza.

Yoochun apartó rápido pero suavemente a Junsu de él y le sonrió altivamente.

–¡Ha! ¿Desde cuándo hago caso a lo que me dices?

Junsu lo miró con aire enfadado pero dejando escapar una sonrisa por debajo de su nariz, en realidad se alegraba de que Yoochun hubiera hecho caso omiso de su petición y se encontrara allí dándole ánimos en su primer día.

–¡Oh! ¿Vino también Jaejoong-hyung?

–No... Ya sabes, él es demasiado diplomático para venir cuando le has dicho que no lo haga.

–Ah...–Se sintió un poco apenado–. Bueno, entonces...–Miró al suelo, tímido–. ¿Qué te ha parecido la primera parte?

–You were so great, baby! –exclamó–. De verdad, estuviste asombroso. Creo que todas las fans deben andar locas ahora mismo. Esta increíble muerte sólo puede ser interpretada por alguien como tú –dijo guiñándole un ojo.

El rostro de Junsu se iluminó ante los comentarios y Yoochun lanzó una carcajada al ver la respuesta de éste.

Junsu lo miró feliz, ensanchando orgulloso su pecho; no siempre se escuchaban halagos de su tan arisco amigo. Yoochun, en respuesta, sonrió con la cabeza alta al observar los estragos que esas simples palabras hacían en el rubio.

Después de hacer algunas fotos y saludar al staff, Yoochun regresó a su sitio emocionado por volver a ver a esa magnífica muerte bajo los focos.

Pero lo que vino después no fue como él pensó que sería...

La obra seguía su curso, dando paso a la escena en la que La Muerte, o Der Tod como se hacía llamar en alemán, buscaba poner fin a la vida de Rudolph, el hijo de Elisabeth.

Y para succionar el alma de un humano, la muerte solo necesitaba de una cosa.

Un beso.

Los suaves y carnosos labios de Junsu se enmarcaron en los de ese hombre con ímpetu, como si de ese beso dependiera toda su existencia.

Dulces labios sabor a muerte succionando con pasión.


Yoochun se sentía mareado. Una extraña sensación de náuseas...

El beso de la Muerte - YoosuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora