La persona más importante

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Arrancó el coche y condujo lo más rápido que pudo dirección al apartamento de Yoochun, serpenteando los obstáculos que encontraban en su camino.

Tecleó el número de su amigo y lo llamó.

Un pitido, dos pitidos, tres pitidos...

«Venga, Yoochun, contesta el dichoso teléfono, ¡Por favor!» pensó Junsu exasperado.

La persona a la que usted llama no se encuentra disponible en este momento, si lo des-

–¡Mierda!

Junsu tiró con fuerza el móvil al asiento del copiloto. Se encontraba en pleno ataque de histeria, totalmente fuera de sí, con el miedo atorándose en su corazón y un único pensamiento en la cabeza.

Y por si no fuera suficiente su estado, la suerte no le era propicia: un atasco.

–¡Maldita sea! ¡¿Por qué justo ahora?! –Apretó los puños golpeando el volante, furioso.

No podía esperar, no podía cuando no sabía qué podría estar ocurriéndole a su amigo.

Salió del coche dejándolo abandonado en medio del atasco sin importarle lo más mínimo las consecuencias o los problemas que ello pudiera ocasionar. ¿Qué importaba todo eso cuando Yoochun le necesitaba?

Por suerte, se encontraba ya a unas pocas manzanas del apartamento; podía llegar a pie.

Corrió y corrió tan deprisa como sus piernas le permitían, corriendo tan rápido como nunca en la vida lo había hecho.

Sólo quería verlo, ver su cara, ver que estaba bien.

Si algo le sucedía a Yoochun...

No quería imaginarlo, no quería siquiera pensarlo. Una vida sin Yoochun era una vida sin luz, una vida sin felicidad.

«Que esté bien, por favor, te lo pido, que esté bien» rezaba mentalmente suplicante a un dios que no sabía si existía mientras las desbocadas lágrimas caían sin control.

Al fin llegó al edificio. Ni siquiera se paró a tomar el ascensor; corrió escaleras arriba hasta llegar a la puerta principal del piso y tocó el timbre una y otra vez mientras gritaba su nombre.

Oyó un fuerte ruido procedente del apartamento seguido de un grito.

Junsu golpeó histérico la puerta, si algo le pasaba a su Yoochun...

–¡Yoochun! ¡Yoochun! ¡Ábreme por Dios! ¡Soy yo, ábreme, por lo que más quieras!

Al fin la puerta se abrió.

–Junsu-ah... ¿Qué haces aquí? –dijo Yoochun sorprendido cuando vio a un Junsu con los ojos llorosos entrando fugazmente al apartamento sólo abrir la puerta y examinando todo alterado cada palmo de piel del moreno–. ¿Sucede algo?

–Yoochun-ah, ¿estás bien? –Junsu lo miró a los ojos muy preocupado.

Yoochun no entendía nada.

–Sí, claro... Un poco cabreado porque estoy aquí intentando montar yo solo un mueble y se me ha caído una pieza en el pie. Se suponía que Jaejoong tenía que venir a ayud-

Las palabras de Yoochun quedaron ahogadas por un inesperado abrazo por parte de Junsu.

–Junsu-ah, en serio, ¿te ocurre algo? Pareces alterado por alguna razón... –Intentó zafarse un poco de su abrazo para poder encararlo pero el rubio lo apretó con más fuerza entre sus brazos.

El beso de la Muerte - YoosuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora