Capítulo 1.

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Era uno de esos días de junio donde el frío te consume los huesos, la sangre y el alma, uno de esos días donde la suave lluvia te abraza con sus enormes y gélidas manos. Apenas amanecía y ella, Annie se disponía a esperar el alba en su gruta del reposo.

Para ella era costumbre en su día a día, primero comer, leer un poco y salir a recorrer las impregnadas y mojadas calles de la ciudad.

Después de merendar un poco de cereal, repasar uno de sus amados y descriptivos libros, guardar su desgastado reproductor de música en su mochilita e incorporarse en su ser el delicado y caluroso suéter blanco como las nubes que ese día desaparecieron; se dispuso a transitar por las solitarias calles de la pequeña ciudad. El día era perfecto para ella, solitaria, jugando con las pequeñas y suaves mangas del suéter, caminando al compás del desgastado pero consolador reproductor de música replicando las armoniosas letras de aquel olvidado aparato.

Unos minutos pasaron hasta el momento en el que la lluvia aumento su intensidad e hizo imposible la transitar de aquellos mágicos pasillos llamados calles.

-Será visitar la librería -. Se murmuró a sí misma, sin ánimo de arruinar su día.

La biblioteca no quedaba lejos, con pequeños y delicados pasos de cera en cera llegó finalmente a uno de sus espacios favoritos, WaTTpadLibrary, la principal librería de una ciudad sumida en la ignorancia.

Annie disfrutaba pasar las tardes en este lugar, con una taza de café de vainilla, su desgastado y fiel reproductor de música y su enorme repertorio de mágicas e imaginarias historia que reposaban en los libros de aquel imaginario lugar.

Le encantaba reposarse en los lugares más recónditos de la librería con ánimo de disfrutar su soledad y abrir su imaginación ante los ejemplares que deseaba leer.

El lugar estaba desolado a la vista, Annie después de ojear durante unos pocos segundos el espacio, sólo vio 3 personas: un joven de no más de 20 años que paseaba por las enormes estanterías que adornaban el lugar en busca de algún ejemplar que complaciera y deleitara su imaginación, una señora mayor que descansaba dormida sobre una de las tantas mesas, esperando el ocaso para abandonar en silencio el lugar al final del crepúsculo y finalmente Carlos, el encargado de la librería que le regaló una sonrisa al verla, era un viejo amigo, conocido por Annie en una de sus infinitas visitas a este maravilloso lugar.

- Que leerás hoy Annie -. Preguntó Carlos al verla.

- Un poco de Vhope -. Declaró en tono satírico Carlos.

Annie río mientras observaba lo que hoy devoraría hoja tras hoja, lograron pasar 40 minutos sin poder decidirse en la infinidad de ejemplares que tenía a su disposición; inclusive aquél joven que observó al entrar ya se deleitaba con "20.000 lenguas de viaje submarino", una buena elección  sí con la imaginación de Verne te quieres regocijar.

- Leeré Orquídeas - Yoonmin -. Exclamó la joven mientras iba en busca de su pequeña taza de café de vainilla.

- Lo veía venir -. Declaró Carlos mientras trepaba aquellas estanterías que parecían llegar al cielo.

Ya con su café de vainilla en mano, su viejo reproductor de música, la lluvia de fondo, la señora dormida, con un silencio que permitía escuchar los latidos de los corazones y el libro que tardó 40 minutos en escoger, se dispuso a buscar el recóndito lugar donde pasaría el resto del día.

Subía, y baja escaleras, entraba y salía de salas buscando un lugar de reposo, hasta que recordó donde estuvo la última vez y se dirigió a éste. Un lugar al otro lado de la librería, al lado de la ventana donde reposaban las gotas de una lluvia que no parecía tener fin, con una pequeña y cómoda mesa iluminada por una lámpara que regalaba un ambiente esplendido para lo que más amaba hacer Annie, leer.

Cuando se acercó a aquel lugar, notó algo extraño de inmediato. En éste yacía una joven que desde lejos disfrutaba de los placeres de leer, no dio un paso más sólo se dispuso desde un pequeño balconcito a observar aquella persona que disfrutaba del lugar que ella amaba.

Pasaron un par de horas mientras Annie desde lo lejos leía, tomaba de su café de vainilla, escuchaba música desde su viejo reproductor y observaba con cierta curiosidad aquella joven que aún se encontraba leyendo en un lugar mágico. No era normal para Annie hacer este tipo de cosas, pero aquella joven la cautivó.

La había visto sonreír un par de veces mientras esta leía, ponerse de pie en una ocasión e incluso cruzar miradas de una manera muy agradable pero sin pasar de eso.

- ¿Cómo se llama?, ¿Por qué en ese lugar?, ¿Qué leerá?, ¡Es hermosa! -. Pensaba y murmuraba Annie mientras observaba con el mayor disimulo conocido y por conocer en este y en el otro mundo.

Annie era más lo que disfrutaba ojeando aquella joven, que lo que pasaba imaginando aquellas historias que leía, esto no era normal evidentemente.

5 horas llevaba en éste, su lugar favorito, acompañado de las cosas que amaba y aquella joven que a la distancia parecía estar a su lado, pero su café, la lluvia que arrullaba hasta los libros y las largas horas de "lectura" revivieron el encanto de dormir que en un parpadeo de sus caféces ojos sucumbió en el sueño en el que acompañó a aquella señora de hace unas horas.

                                                                                              ...

Pasaron 2 horas de un profundo recuperador sueño, había quedo dormida con la cabeza entre sus pequeñas manos, con el libro en la página 22, el café de vainilla consumido y sus audífonos colgando de sus orejitas.

- ¿Dónde está? -. Fue lo primero que se preguntó Annie después de despertar y no ver aquella joven.

Buscó y buscó por todo el lugar con disimulo pero no obtuvo resultado alguno.

- ¡Se fue! -. Dijo en tono bajo y pesimista al no encontrarla.

Ya eran las 4 de la tarde, la lluvia por fin había desaparecido como lo hizo ella y luego de recoger la taza de café de vainilla, apagar y guardar su desgastado reproductor de música en su mochilita, ver a la señora aún dormida, al joven dominado por el realismo mágico del libro y despedirse de Carlos sin antes preguntar por la joven desconocida que añoraba conocer, sin obtener respuesta alguna.

El camino a casa se hizo eterno para ella, pensaba en la sonrisa de la desconocida, se preguntaba por el libro que leía, sobre su nombre, sobre que le llamó la atención y sobre el por qué tuvo que sucumbir al perpetuo descanso de dormir; tanto fue así que no evitó sentirse mal todo el camino por aquellas ceras que hace unas horas disfrutaba saltando al compás de la lluvia y su música que replicaba, observando el lindo día que tendría, pero ya la lluvia no estaba, la música la abandonó y los saltos que daba hace unas horas se convirtieron en pasos de un alma errante que buscando su paz.

Cuando llegó a casa, caminó directo a su cuarto, la gruta del reposo, donde al inicio del alba despertaba con una pequeña sonrisa hace unas horas, se quitó de encima su tierno suéter, de su mochilita sacó el viejo reproductor de música ya descargado junto con sus audífonos que enrolló y enrolló para guardarlos, notó algo raro en su mochilita, había algo más y Annie sucumbió a la curiosidad.

- "Yoonmin, buenos gustos. Tu sonrisa no me permitió leer y muchos menos tú hermoso cabello que le dio luces a mis apagados ojos. Descansa".-. Decía un papel con un número y un nombre al final "406-48620157 - Ángel". 

Un homenaje a la mejor relación.

Quizás eres el ángel que siempre esperé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora