Capítulo 8.

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Se acercaba Julio, mes de sorpresas y augurios, vivencias y amores, viajes y retornos, era un domingo frío, Elianis, Ángel, Juliana, Ana,  y María (Dayedg) que por esos días se cambió su odiado nombre al cumplir su mayoría de edad, disfrutaban de una tarde de película mientras en las afueras de aquella casa, un vendaval de nostalgia y tristeza azotaban la montañosa ciudad, y ellas embebidas en su pasividad taciturna. Elianis había sucumbido al sueño ante el film que esa noche se proyectaba y los vídeos de porno que observaba, Juliana estaba en el baño, sentada exonerando su sistema digestivo de un gran casos gastronómico, Ángel descansaba en el pecho de Annie al punto de caer en su seno, en un profundo sueño en el que Annie la enviaba con sus amados masajes en un suave y delicado pelo, María se encontraba sorda a las demás, inmóvil con los ojos clavados en el colorido televisor que aquella tarde se vestía de película, comía de sus verdes mocos desde un lugar solitario, donde la compañía de las demás no crearan reparo a semejante acto y Annie por su parte entre la película y su amada en sus manos disfrutaba de una tarde con el suave y sereno decoro de un triste clima.

Alejandro, aquel turbio domingo, domingo de obligaciones laborales como era habitual en él, no podía acompañar aquella tarde, tarde de tristeza y películas, pero más sin embargo aquella tarde llorona Alejandro demoraba en llegar, lo cual preocupaba a todas.

Al filo del final de una película triste como aquel día, la puerta de aquella catedrática casa sonó cómo nunca lo había hecho. Maria comió rápido uno de los mocos que reposaba en sus dedos mientras se ponía de píe.

- Yo abro, yo abro -. Gritó mientras bajaba con mucha demencia las escaleras.

- Está bien -. Respondieron Ángel y Annie ante el animo que precedió  María.

Aquellos 22 escalones no fueron nada para los 3 brincos que dio Maria para llegar a la inmensa puerta para posteriormente abrirla.

- Es Alejandro, ya llegó -. Gritó a sus casi hermanas desde el primer piso.

Aquel paisaje que decoraba el espaldar de Alejandro era majestuoso, rayos, granizo, gotas de triste agua y vientos desgarradores de alegría se posaban a sus espalda.

- Entra tonto, estás vuelto nada -. Le dijo en un tono satírico al ver a Alejandro bañado por un agua triste.

- E – está bien -. Respondió Alejandro con sus dientes temblorosos mientras sacudía un poco el agua de esa tarde.

No se inmutó en subir al segundo piso de aquella casa, permaneció en el primero hasta que sus mechas de ropa cambió, lavó y extendió a secar.

Aún llovía, aquellas chicas disfrutaban ahora en una sana y alegre película cuando sintieron los pasos de un triste errante, era Alejandro que procedió por fin después de casi 40 minutos, tantos cómo lo que un día Annie tardó es escoger el libro, el libro que la llevaría a los ojos de Ángel.

- ¿cómo estás?-. Preguntó Annie al notar que terminaba de subir las escaleras.

- Supongamos que muy bien -. Respondió Alejandro mientras éste terminaba de subir los 22 escalones, 22 cómo el día en el que la tierra se detuvo.

- ¿por qué supongamos? -. Preguntó Ángel después de levantar su cuerpo del ser de Annie.

- Olvidado -. Respondió mientras bajaba de sus hombros su mojado bolso.

- Les tengo una sorpresa a todas -. Volvió a intervenir al ver las caras de las jóvenes amadas .

Tocaba esperar que Juliana saliese del baño donde ya iba a completar 2hrs, pero al escuchar la palabra sorpresa, todo, todo su cuerpo escupió un sinfín de desperdicios y tomó rumbó al lugar donde todos se reunían.

Quizás eres el ángel que siempre esperé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora