Capítulo 11

375 15 0
                                    

Escuchábamos ruidos de aquí para allá, pero hubo uno que hizo abrir nuestra puerta.
— Bueno, bueno. ¡Mira compañero! Tenemos dos angelitos por aquí.
Me cogieron, y me ataron las manos con una brida y el típico celo en la boca, luego hicieron lo mismo con Andrea.
Me empezó a bibrar el móvil, suerte que lo tenía en silencio, y mientras los Ladrones cogían las cosas de otras partes de la casa, le deje a mi hermana que sacara el móvil de mi bolsillo. Era Lucas, toma ya, algo que me viene bien. Lo cogimos y empezamos a intentar hablar, así que uno de los Ladrones vino mandándonos callar y mi hermana se sentó encima del móvil, el cual le bajamos el volumen pero no colgamos. Volvimos a hacer ruido y el ladrón volvió otra vez, está vez no solo nos mandó callar, sino me pegó una bofetada. Me enrabié un montón y le pegué una patada, actos reflejos, así que me ataron los pies también. Muy lista yo.
Los Ladrones no tardaron en irse, por suerte, luego a los tres minutos máximo llegaron Lucas y Thèo. Entraron a toda prisa ya que la puerta estaba abierta.
— ¿Qué ha pasado?— Dijo Theo mientras cortaba las bridas de Andrea y esta se abalanzaba sobre él para abrazarlo.
— Han entrado a robar.— Dije yo mientras me abrazaba a Lucas.
— ¿Os han hecho algo?
— A mi no, a Lu la han pegado.— Confesó mi hermana, genial.
— Estoy bien, solo a sido una bofetada, y le he devuelto una patada.
— Vamos ahora a denunciarlo.— Dijo Lucas y asentimos.
Estuvimos bastante rato en comisaría, y nos hicieron un montón de preguntas.
— Ahora esperar que lleguen papa y mama.
— Tata, yo ya no me siento segura.— Dijo Andrea.
— Si queréis nos podemos quedar con vosotras.— Dijo Lu.
— Yo no quiero que esto os afecte a vosotros.
— No pasa nada Lu, nos iba a afectar igual, pasamos por casa, cogemos lo necesario y ya vamos a vuestra casa.
— Gracias por todo.— Dije besándolo.
Cogimos lo necesario y le explicamos a su madre lo que había pasado. Ella nos ofreció su ayuda, pero ya nos bastaba con la de estos.
Nos fuimos a casa, recogimos un poco el desorden que había formado, y llamamos a nuestros padres, los cuales se preocuparon un montón, y nos dijeron que no nos preocupáramos, que el viernes cuando llegaran, lo arreglaban todo.
Cenamos un colacao y Lucas y yo nos fuimos a estudiar un poco antes de mañana, aunque ahora creo que no me importaba mucho el examen, pero tengo que aprobarlo.
Consiguió sacarme alguna sonrisa y por suerte nos lo sabíamos todo, así que nos fuimos a la cama pronto. Dormimos los dos en mi cama, porque me sentía mejor teniéndole al lado, que arriba de la litera.
Me desperté antes de lo necesario, ya que hoy entrábamos más tarde, así que me duché. Se me olvidó la ropa en la habita, así que me enrollé en mi toalla y fui a esta.
— Uy, que sexy estas así.— Dijo acercándose.
— ¿Sí? Que pena que no tengamos tiempo, por desgracia hay clases, y no estamos solos.
— Vaya por Dios.— Dijo robándome un fugaz beso.— Podría acostumbrarme a verte así todas las mañanas.
— ¿Haces el desayuno mientras me visto?— Asintió y fue hacia La Cocina.
Me vestí y fui a la cocina, me había hecho tortitas.
— ¡Qué bien huele!— Dijo Thèo entrando.
— ¿A qué sí? Es mi desayuno.— Dije.
— ¿Y no hay para mí?
— Ahí tienes la sartén y la masa.
— Ay mira que hermano más majo tengo.
Terminamos de desayunar y nos fuimos. Teníamos el examen a primera y yo estaba bastante nerviosa.
— Ay cariño, relájate.
— ¿Como?
— Relájate un poco.— Dijo dudando.
— No, antes.
— ¿Ay?
— Nooo, ¿que como me has llamado?
— Ah, ¿no te gusta cariño?
— Me encanta.— Dije besándole. Ese simple gesto me había relajado bastante.
El examen nos salió genial a los dos, y como luego no teníamos clases, nos fuimos a pasear cogidos de la mano a un parque.
— ¿Planes para hoy?— Preguntó de camino a casa.
— Pues... como no hay que estudiar, ¿te apetece cine en casa?
— Me encanta esa idea.— Dijo besándome.
— Esto de levantarme pronto me cansa mucho.
— No hace falta que lo digas dos veces princesa.— Dijo cogiéndome como tal.
Pasamos la tarde en el sofá, poniendo una y otra peli de misterio, las cuales nos encantan a ambos.
Les dije a las chicas que vinieran a casa, y ellas aceptaron, además aprovechamos para hablar con Nuria.
— Ay, joder tia, lo bueno es que estáis bien.— Dijo Sara.
— Bueno, ¿pedimos pizzas?— Propuso mi hermana.
— Si, yo creo que cuatro familiares está bien.
— Si Saúl, eso está bien si tenemos helado de postre.
— Claro chicos, ¿lo dudabais?
Cenamos tranquilamente.
— Oye chicas, tenemos que salir de fiesta.— Propuse.—  Hace mazo que no salimos.
— Es verdad, y también tenemos que ir todos juntos un finde a Mi Pueblo.— Dijo Carla.
— No se yo si a mi princesa le va mucho el campo eh.— Dijo Lucas.
— Buah, llegamos y se transforma, ¿verdad moza?— Dijo Sara dándome en el muslo.
— Emm, Saúl, tienes a la novia más tonta.
— Que va, a la más guapa.— Dijo este besándola.
— Bueno bueno romanticón, eso habría que discutirlo.— dijo Thèo y reímos.
— Yo me meto en batallas si hace falta, pero con decir que mi Carla es única...
— Uy, uy, ¿qué os ha pasado?— Dije riendo.
— Entonces, ¿sábado noche?— Preguntó Carla.
— Claro.— Respondimos.
Se fueron pronto, pues todavía quedaba un día más de clase. No cenamos, ya que habíamos merendado bastante. Recogí un poco la habitación y nos acostamos como ayer.
El viernes fue muy aburrido, tanto que nos volvieron a echar en la última clase.
— Señorito Hernández, está manchando mi expediente.
— Usted perdone, ya no le hablo más.
No aguanté ni un minuto.
— Oh, vamos, háblame.— Dije poniendome frente a él para después llenarle de besos.
— Que poco aguante tienes.— Dijo riendo.
— En lo que no me interesa.— Dije giñándole un ojo, y él volvió a reír.
— ¿A sí?
— ¿Quieres comprobarlo? No hay nadie en casa.— Me dio un fugaz beso y empezó a correr conmigo de la mano hacia casa.
Llegamos a casa y nada más entrar, nos empezamos a besar apasionadamente dirección mi habitación. Fue sacarle la camiseta a Lucas y entrar alguien, que supuse que eran mi hermana y Thèo.
— ¡Tata, iros!— Grité para que con suerte me hicieran caso.
— ¿Cariño?— Dijo mi ¡MADRE!
— Oh por Dios Luken, mis padres, ponte la camiseta.
— ¿Como me has llamado?— Dijo ¿enfadado?
— Lucas, ¿por?
— No, no me has llamado así, me has llamado Luken.— Oh Dios, como puedo haberles confundido. Mi cara debió ser un poema.

Me equivoqué al pensar {Lucas Hernández}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora