Capitulo 1:

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Ese yo quien sonreía en un mundo en el cual existes.

Ese yo quien tenia rencor contra el futuro que tú viste.

Tu voz, tu calidez, tu actitud, todo tu amor...



Kuroo corría de un lado a otra por toda la casa, ¡Estaba emocionado!. Y como no estarlo si por primera vez iba a tener a un compañero de juegos. Kuroo no tenia hermanos ni hermanas, era hijo único. Toda su vida hasta el momento la había pasado solo, pero no lo mal entiendan, se divertía todo el tiempo. Tenia muchos amigos, era un niño sumamente sociable a pesar de edad y actitud algo pesada, para infante de 8 años.

Pero hoy, Kuroo estaba más que emocionado porque después de mudarse a una casa un poco mas grande, se le fue informado que tendría un vecino apenas un año menor que él. Y el azabache no podía esperar para conocerlo, tenia tantos planes, tanta ilusión puesta en una persona de la cual a duras penas recordaba su nombre.

— Kenma... — susurró una vez mas con una gran sonrisa en su rostro, metiendo varios juguetes como robots y autos a su mochila. 

Quería aprender a montar bicicleta con él, jugar hasta pasada su hora de dormir, quedarse en su casa y que él se quedara en la suya. Tenía la idea de que Kenma sería su mejor amigo; Y no es para menos pues su padre siempre le contaba historias de las aventuras que tuvo de niño junto con su vecino. Las veces en la que escalaron arboles hasta el cansancio, o que nadaron en un pequeño arrollo de su pueblo natal, incluso la vez en la que ambos pescaron un resfriado por jugar con lodo en medio de la lluvia y la manera en la que, aun enfermos se las arreglaron para dejar que la madre de su vecino dejara que la abuela de Tetsurō cuidara de ambos resultando en una noche llena de historias de terror y estornudos, siendo cuidadosamente supervisados por la señora.

Por todo eso y mucho más Kuroo no podía esperar a que su madre lo llamara para visitar a sus vecinos.

— Maaaaaaa — llamó a su madre de la manera en la que solía hacerlo, cortando la palabra y alargando la ultima letra.— ¿Ya nos vamos? — preguntó por enésima vez, bajando las escaleras de manera rápida y saltando los últimos dos escalones de golpe. 

— Tetsurō, te he dicho que no bajes las escaleras de esa forma. Puedes caerte... Imagina si no estamos tu papá o yo. ¿Que harías entonces? — Le reprendió con algo de rudeza. No era la primera vez que su hijo bajaba de esa formas las escaleras, ni la primera vez en que por ser impulsivo terminaba lastimado. Los pequeños y apenas visibles moretones en sus piernas y brazos eran la prueba de que Kuroo solía tomar acciones precipitadas. 

El niño agachó la cabeza y hizo un puchero al ser regañado. Quiso responder algo como: "Llamare a Kenma o a su madre" ante la duda impuesta por la señora, pero se percató de que aun no los conocía, entones prefirió callar y susurrar un "Lo siento".

La señora Kuroo sonrió conmovida por los gestos de su pequeño, sabia lo emocionado que estaba y no seria ella quien le arrebatara esa alegría.

— ¿Tienes todo listo para jugar con Kenma? ¿Listo para irnos? — preguntó despeinando aun mas los cabellos azabache de Kuroo con su mano.

— ¡Sí! — respondió recobrando su animo. Su madre ensanchó su sonrisa en respuesta. 

— Entonces vamos. 

Ambos se despidieron del hombre de la casa, el padre de Tetsurō. Su madre lo besó apenas rozando sus labios y el menor hizo una mueca de asco sacando la lengua infantilmente. Su madre al notarlo le preguntó si el también quería algún beso, Kuroo se negó y la señora lo atrapó entre sus brazos para luego depositar varios de estos en su frente. Su padre rió aun sentado en su sillón enterñesido por la escena.

Orange.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora