nada tiene sentido

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Leyó la nota con detenimiento, la perfecta letra cursiva resaltaba en el puro y blanco papel, leyó sentado a un lado de la camilla donde Tai descansaba, cubierto con las sabanas tibias, aquellas que eran tan blancas como el papel en el que estaban escritas aquellas palabras, tan solo unos minutos antes habían tenido una charla después de que Orochimaru, con una profesionalidad impropia de su persona, asegurara que el joven heredero de la mafia china Tai Huang estaba fuera de peligro.

Poco tiempo antes…

– la vida del joven Huang no corre peligro – aquella seria afirmación salió de los labios del mismísimo Orochimaru, quién rara vez tenía aquel porte tan profesional y confiable, el rostro del hombre serpiente era extrañamente tranquilizador y relajante, su mirada de inquietantes ojos amarillos resultaba de alguna manera bastante sobrecogedora, Tai suspiró aliviado por las buenas noticias pero Eiji era incapaz de confiar en las palabras del extravagante médico, todo se reducía al simple hecho de que aquel hombre serpiente, Orochimaru, no era una persona seria, y si no hacia sus habituales bromas de mal gusto significaba que algo andaba mal – pero pasó algo… –  siguió diciendo Orochimaru  mientras sacaba de una carpeta varios papeles, Tai se mostró preocupado – el joven Tai Huang no podrá concebir… –  Tai abrió los ojos de par en par, se cubrió la boca con ambas manos y aunque con todas sus fuerzas quisiera evitarlo las lágrimas pudieron más que su ahora quebrada fuerza de voluntad, el joven albino de contrajo en la cama ahogándose en un llanto silencioso, mientras sus cabellos blancos cubrían su rostro y se deslizaban por su espalda hasta la cama en lacias hebras.

– Has dicho que estaba bien – dijo Eiji con el ceño ligeramente fruncido.

– y él está bien – afirmó Orochimaru – pero lo que no está bien son sus órganos, es un poco complicado y hasta increíble… – orochimaru buscó una radiografía entre la maraña de papeles que había sacado de aquella carpeta, el pelinegro de ojos de serpiente se puso el cabello tras la oreja antes de empezar a explicar – verán…

– al punto Orochimaru – Eiji le interrumpió y el mencionado sonrió, por la mente de Orochimaru pasó una escena similar, que había vivido en un pasado lejano, protagonizada no por Eiji si no por Sasuke, aquel era un dejavú creado por dos gotas de agua similares que niegan ser parecidas y tener su origen en el mismo tipo de oscuridad – ¿hay solución… si o no?

– no…

– eso es todo –  Eiji le dio la espalda a Orochimaru dando por terminada la conversación, Orochimaru en vez de indignarse no pudo evitar sonreír, levantó los hombros resignado antes de guardar la maraña de papeles de nuevo en la enorme carpeta con habilidad y retirarse de la habitación en silencio.

Eiji miró a Tai con un cierto deje de lastima mientras este seguía ahogándose en su propia desgracia, dolido y solitario, deseando fervientemente un abrazo por parte de aquel hombre que lo veía desde cierta distancia con una expresión neutra y fría, tal como esperaba aquel abrazo nunca llegó y su dolido, necesitado y roto corazón tomo una severa decisión.
Tai respiró un par de veces buscando calmarse, no lloraría más, ya eso había sido suficiente…

– ya no te seré útil… – susurró Tai con la voz quebrada levantando un poco su rostro, tenía las mejillas sonrojadas empapadas de lágrimas, sus enormes ojos azul grisáceo se fijaban en un punto fijo en medio de la nada, solo no quería mirar a Eiji a los ojos.

– ¿porque lo dices? – Eiji se sentó en la silla nuevamente.

– soy un doncel roto… – murmuró Tai con la voz temblorosa.

– ¿crees que algo así me importa? – esas serían las únicas palabras de apoyo que Eiji le daría a Tai, ya era cuestión de él si sabía interpretarlas como debía, y tal parece que lo hizo de forma correcta porque una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

– gracias… – se sumieron en el silencio durante unos instantes, ya era completamente de noche, el cielo estaba completamente oscuro, sin luna, sin estrellas, sin vida… – Eiji-kun – Tai fue quién rompió el silencio después de un rato de mutismo absoluto – te amo… – ambos pares de ojos se encontraron.

– ya lo sé…

– solo quería decirlo.

– creo que me estas empezando a importar… – aquello lo dijo Eiji con un rostro de seriedad absoluta mirando sin tregua a un ahora sonrojado Tai, quién después de salir del estupor inicial, parpadeo un par de veces y sonrió con resignación.

– ¿es porque salve a Naruto-sama? – preguntó Tai poniendo las manos en su regazo y mirándolas sin objetivo claro.

– no te voy a mentir…

– no hace falta – Tai le regaló una sonrisa muy extraña a Eiji, una expresión indescriptible, parecía como un lamento silencioso, como una despedida, como un te quiero, y como un te amo, el peliblanco se sentó en el filo de la cama y abrazó a Eiji de la nada, sin motivo aparente y el azabache no hizo más que corresponderle a modo de consuelo, como disculpándose aunque eso jamás lo admitiría, el abrazó duró un buen rato – ¿podrías traerme algo de beber? – Pidió el doncel susurrando en el oído de su prometido – tengo la garganta seca…

– Bien – asintió Eiji y dio por finalizado el abrazo para salir de la habitación cerrando la puerta, no quería seguir ahí con ese ambiente tan extraño que se habia formado.

En la actualidad…

Eiji leyó la nota por tercera vez en poco tiempo, estaba sorprendido de cómo se habían tornado las cosas y de las decisiones drásticas que Tai, un doncel aparentemente tranquilo y sumiso, había tomado de repente.

“no puedo más Eiji-kun estoy cansado, creo que de no ser por mis padres ya no estaría aquí, hubiera logrado hacer esto mucho antes y lograr mi cometido.
Solo 41 horas fueron las que estuvimos juntos como prometidos, pero fui muy feliz, eres bueno Eiji-kun aunque por fuera aparentes ser un sólido bloque de hielo, eso quizá gracias a la influencia de Naruto-sama, es una lástima, de haber podido querría tener una larga charla con él, conocer al tipo de maravillosa persona a la que admiras, es curioso, no siento celos de Naruto-sama pero si estoy celoso de que él sea la persona que yo siempre he querido ser, libre, con autoestima, inteligente, alguien a quién no le importa lo que piensen los demás, que va por un camino que el mismo va construyendo, Eiji-kun yo quería ser así, pero no pude, no me dejaron, terminé encerrándome a mí mismo en una caja tan pequeña que no me dejaba alcanzar mis propios deseos, perdí la llave, no sé dónde, pensé que estando contigo podría encontrarla…
Tengo la mente muy cerrada, lo admito, no quiero ser un estorbo, soy una vergüenza doncel que no puede tener hijos a pesar de que la fertilidad es nuestra mayor cualidad.
No voy a dejarles ningunas palabras a mis padres, no porque no las merezcan, al contrario, ellos merecen más que un primogénito inútil como yo incapaz de salir adelante, que todo el tiempo se está juzgando a sí mismo, que le teme al cambio.
La verdad no sé qué más escribir, se me han acabado las palabras, quería hacer una bonita y trascendental carta pero lo que me ha salido son simples frases sin sentido, explicaciones ilógicas, ni yo sé por qué hago esto.

Te amo Eiji-kun”

– tienes razón – empezó a decir Eiji viendo el cuerpo inerte de Tai en la camilla, tenía un agujero de bala en la sien, antes, cuando abrazó a Eiji tomo el arma de su saco y con ella se disparó, después de escribir la carta, la letra no estaba temblorosa, era pulcra, el rostro del doncel estaba seco, no había llorado, y en sus labios los rastros de una sonrisa estaban presentes – tienes mucha razón – murmuró Eiji – nada aquí tiene sentido… 



Loooool maté a Tai.....bueno igual no me caía tan bien :v

EIJI: capítulos extra de "aunque tenga que encerrarte"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora