Capítulo III

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Sin preguntarme te di todas las respuestas,

Ya que frente a ti soy un vaso un transparente.

Ya que frente a ti soy un vaso un transparente

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Retiré la ardiente, dulce, deliciosa y sexy panqueca del sartén y la junté con el resto. Sobre la mesa del comedor fui sirviéndole a mi tía y a mi primo Oliver, para luego servirme a mí misma. No había relleno, pero como estaba dulce, igual sabía delicioso. Mi tía Luisa me observaba con curiosidad:

—Hoy tienes unos ánimos, vaya... tremendos —comentó ella.

—¿Yo? —me reía reconociéndolo.

—Se la cogieron...

Dijo Oliver y tomó sus 6 panquecas (Era un glotón con G mayúscula. Yo también, pero era consciente de la poca comida que teníamos, y la ahorraba). Me había puesto nerviosa hasta que pensé que era una de sus pesadas bromas. Por un momento creí la posibilidad de que me haya visto ayer con Key.

—¡Oliver, respeta! —me defendió mi tía.

—Déjalo, sabes que siempre dice estupideces —dije seria—, estúpido...

Liberó sus manos de la comida y se adentró en una discusión, mirándome como si esperara una batalla pokémon. Yo hice lo mismo, desafiándolo.

—¿Vas a decirme que en tus 18 años sigues siendo un alma pura? —preguntaba con la voz a máximo volumen; tan irritante, una tortura creada por el mismísimo Hitler—. Apuesto que no ha pasado una semana desde la última vez que te acostaste con alguien.

Inmediatamente me sonroje al recordar que justamente la noche anterior me había acostado con Key (Ésa era la razón de mi alegría y ánimo desbordante el día de hoy), y que si no fuera por eso, podría defenderme con todo derecho.

—¡No-o!

Mi voz sonó algo temblorosa. Aunque de por sí suele pasarme sin estar nerviosa.

—¡No me jodas, tú sola te delatas! —se burló—. Sabía que no dormías desnuda por nada.

Giré viendo a mi tía y tenía una ceja alzada, tal vez dudando de mí.

—¿Sabes que sólo me está molestando, cierto? No he estado con nadie... ¡Y Dormir desnuda es completamente normal! —hice mi mejor actuación mintiendo.

No quería que ese tipo de informaciones atravesaran el oído de mi madre, ella llegaría a matarme. Ya lo dije antes, es demasiado correcta. No me permite estar en aventuras de descubrimiento corporal ajeno... Y yo violaba sus reglas.

Una segunda oportunidad (¿Te quedarás esta noche?) | Keyber ver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora