Capítulo 7: El secreto de cada tatuaje

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A Judy el aire le daba en la cara. Apretaba el acelerador de la moto y no tardó demasiado tiempo en alejarse de Ciudad Oculta. Es más, le parecía que estaba en cualquier parte del mundo. E incluso que había salido de aquella parte subterránea de la tierra. Miro para el cielo y, a pesar de que no veía sol alguno, solamente una especie de cielo nublado, gris, blanquecino, había una luminosidad que le cegaba los ojos. Se detuvo, dejó la moto apoyada contra el suelo y siguió caminando. Parecía una gran extension de tierra, parecía que nunca llegaría hasta el horizonte fino, recto como el que se ve en alta mar. Y pensó que estaba atrapada. Aislada ¿Cómo haría para salir de aquel lugar? ¿Quién era Diosa? La mujer de la que le había hablado Snow. Y Snow aunque parecía que llevaba demasiado tiempo en Ciudad Oculta, aun así en su voz todavía conservaba un fuerte acento extranjero, como si hubiera nacido en un lejano país del norte.

-¿Buscas a alguien? -Dijo de pronto una voz a sus espaldas ¿era Diosa? Pero era una voz que le resultaba de lo más familiar. Se dio media vuelta y vio el rostro risueño, malicioso de Marina.

-¿Qué es lo que haces tú aquí, Marina? -Le preguntó asombrada Judy. Era el último lugar donde se habría imaginado que la pudiese encontrar. Había desaparecido del almacén de Max y no había vuelto a saber más de ella.

-Es mi lugar -contestó Marina.

-¿Tu lugar, qué quiere decir eso?

-¿Has conocido a Jeanette? -Le preguntó Marina.

-Claro -le dijo Judy- fue la que me dijo que bajase hasta aquí. Ni por un momento me habría imaginado que debajo del barranco donde vive ella y Jan hubiese toda esta ciudad, toda esta vida alejada del mundanal ruido. -Y Marina se echó a reír.

-Supongo que te habrían hablado de mí.

-No de ti directamente -le dijo Judy- pero estuve en casa de Snow, un tipo de lo más peculiar y me habló de una tal Diosa. No sé si eres tú. - Marina le sonrío de nuevo. Iba vestida totalmente de negro. Y llevaba unos pantalones totalmente ajustados en los que se podía apreciar las musculatura de sus muslos y sus brazos estaban desnudos. Su cabello oscuro parecía más largo y denso que cuando la había conocido antes de llegar al almacén de Max.

-Aquí me llaman así, Diosa, -dijo ella, pero no porque tenga poderes divinos o algo parecido, más que nada porque vivo lejos de ellos, sola, sin compañía, en Ciudad Oculta, les ocurre todo lo contara, tienen una enorme necesidad de vivir el uno al lado del otro. Ya habrías observado la estructura de sus edificios. Como si fiera una colmena.

-Ah, sí -dijo Judy- una especie de colmena, es lo primero que pensé la primera vez que llegué a Ciudad Oculta.

-No tienes necesidad alguna de volver a ella.

Judy volvió sobre sus pasos y cogió la motocicleta de Snow y la encendió y se acercó a Marina. Se acordó de Alma. Y que Marina se había llevado la única posesión quee ella tenía, aquella dichosa bicicleta. Subieron a la motocicleta, Marina detrás de Judy, y Judy apretando el acelerador. Cada vez más de prisa.

-Se la tienes que devolver -le dijo Judy mientras recorrían aquel desolado paisaje. La cabellera de Marina, o Diosa, o como fuera que la llamasen, flotaba en el aire como si fuera una bandera. Marina no iba cogida a la moto. Iba con los brazos en cruz. Sintiendo la fuerza del viento en las palmas de las manos.

-Ya la tiene -le dijo Marina- alguien que conozco se la devolvió pero por lo que me dijo me parece que ahora poco le importa. Me dijo que ahora vive al lado de Jan. Que al final consiguió lo que se proponía, es decir vivir al lado del amor de su vida ¿no es cierto? -Y sin decir nada, Judy asintió a sus palabras. A una señal de Marina Judy se detuvo y las dos se bajaron de la motocicleta.

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⏰ Última actualización: Jun 05, 2017 ⏰

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