fiftheen ; leave her alone.

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Antes de que comiencen a leer el capítulo, necesito pedir disculpas, creo, a mí me molestaría mucho engancharme a una historia y que la tipa que la escriba no actualice nunca, pero he tenido muchos problemas y Wattpad no era una de mis primeras responsabilidades. Como sea, aquí les traigo mi mierda disfrazada de una historia camren, porque sí, toda historia está basado en algo real. Disfrútenlo, o hagan lo que quieran, tienen derecho a insultarme o enojarse conmigo, pueden imaginar que Scott es como Ty Dolla $ign y así todas lo odiamos. 💛

Camila POV.

— ¡No te muevas, Mila! — Dinah pasaba un lápiz por mi párpado, lo hacía tan ligeramente que el maquillarse parecía fácil. — ¡Joder! Que te quedes tranquila, ¿Te pica el culo? —

— Lo siento, es que siento que me vas a enterrar ese lápiz en el ojo. — Dinah comenzó a reírse mientras sacaba una especie de tijeras de su bolso de cosméticos, si el lápiz hacia que hiciese movimientos involuntarios me imagino con eso, saldría corriendo... bueno, si pudiese. — ¿Me cortarás las pestañas o qué?

— No, niña, esto es un enchinador de pestañas, ¿Nunca has usado uno? — Negué mientras miraba el aparato con intriga a la vez que Dinah lo acercaba cada vez a mis ojos. — Bien, quédate quieta ahora sí, no vaya a ser que te saque un ojo.

Obedecí mientras ella terminaba con mi rostro, no quería quedarme sin un ojo.

Me acerqué al espejo mientras miraba como quedaba mejor que la vez que yo misma me había maquillado, de hecho. Dinah quería que me vistiese llamativamente para llamar la atención de Lauren, pero no quise, ya bastaba con haberme entregado a las manos de Dinah y haberme puesto medio kilo de maquillaje para impresionarla. Por otra parte quise sorprenderla con un detalle, algo pequeño pero lindo a la vez, le dije a mamá que por favor me llevase temprano ese día a clases, que debía de hablar algo importante con el rector, y accedió, hablé también con la señorita del aseo, sobornandola con un paquetito de gomitas, para que de milagro me abriese la puerta del salón antes de que llegaran los demás estudiantes de mi clase, me acerqué a la única mesa la cual contenía garabatos y unos pequeños dibujos hechos con lapicera en ella, tenía una pegatina con el número trece, era el número que llevaba su camiseta de fútbol cuando jugaba, además de estar en el equipo de softball, Lauren era una aficionada al balón, esa era definitivamente era la mesa de Lauren, tome la hoja de papel en el cual se leía un "Ten lindo día :)" con algunas decoraciones, deje un lápiz de unicornio nuevo, me imaginaba que ya podría haber perdido el que deje en su mesa hace unos días, acompañado de una barrita pequeña de su chocolate favorito, lo sabía porque muchas veces la ví devorarse una después, o antes de sus entrenamientos, es increíble lo mucho que puedes llegar a saber de una persona con solo verla hacer sus cosas cotidianas, como que su color favorito es el negro, lo viste la mayoría de los días, y sus cuadernos también son del mismo color, también odia el amarillo y el naranjo, sus materias favoritas son Artes, Lenguas y la clase de Español, nunca falta a una, no le gusta el pollo, siempre que le sirven en la cafetería termina dándoselo a uno de sus amigos o dejándolo ahí en su bandeja simplemente, o que toma su café con tres de azúcar, lo sé porque la veo cada mañana en la cafetería.

Ni si quiera cuenta me di cuando ya el timbre había sonado y la clase ya estaba por comenzar, el salón poco a poco se iba llenando y todos los que pasaban echaban un vistazo a la mesa donde solía sentarse la chica de ojos verdes, algunos con comentarios como "A mí nadie me haría eso", "Cosas que no me pasan", o algunos ignorándolo y pasando de largo hacia sus asientos.

— ¡Wow! Pero que enganchado debe estar de Jauregui el tipo que ha hecho esto. — Mis mejillas se enrojecieron al escuchar el comentario de Scott, podría hacer eso y más si de Lauren se tratase. — ¿No sería una pena que algún gilipollas rompiera toda esta basura?

Mis ojos se abrieron a más no poder, no podía creer lo imbecil que podría llegar a ser este chico, por qué debía de ser tan cruel y malo. ¿No le bastaba con haberme golpeado frente a todos en el instituto? ¿Ahora debía destrozar mi sorpresa para alegrar a Lauren?

— Deja todo ahí antes de que yo te rompa la basura que tienes como cara. — Lauren llegó a su mesa y tiró su mochila en su silla, mientras le arrancaba la hoja de las manos a Scott y lo empujaba unos centímetros hacia atrás, él solo asintió con la quijada apretada y bufando, era casi impresionante como todos ahí respetaban y temían a Lauren, era simplemente intimidante.

A mitad de la clase volteé mi vista hacia ella con la sorpresa de encontrármela mirándome sin vergüenza alguna, esbozó una sonrisa, solo levantando la comisura de sus labios, para luego fijar su mirada de vuelta al pizarrón, en cambio yo, hundí mi rostro en mis manos, podía sentir lo rojas que se encontraban mis mejillas y ese revoltijo en mi estómago, únicamente porque ella me sonrió.

Supongo que también sería un bonito día para mí.

* * * * *

Pero me había equivocado.

Andar por el pasillo era algo complicado, sobre todo si ibas en una silla de metal con ruedas que ocupaban más de medio metro cuadrado.

Sobre todo cuando recibías malos tratos solo porque sin querer tus ruedas pisaron a alguien.

— Permiso. — Me abría paso entre todos los estudiantes, lamentablemente mi casillero quedaba hasta el fondo, y algunas personas se encontraban de mal humor la mayoría del tiempo, por lo que le daban empujones o patadas de mal gusto a mi silla. — Hey, ¿Me dejarías pasar, por favor?

— ¿Quién te crees? ¿La dueña del puto pasillo? — El chico se acercó intimidándome, con ese aire de matón, ya estaba lista para la paliza, nadie me manda a molestarlo o interrumpir su caminata. — ¡Respóndeme puta invalida! — A estas alturas ya todos estaban viendo la escena que estábamos dando, solo quería que pasara rápido, me golpeara de una vez y que ya todos dejaran de ver lo débil que era.

Me imaginé las múltiples escenas, primero el tipo me sacaría de mi sola y me tiraría al suelo, como un saco, ye patearía hasta cansarse. O también llamaría a Scott y ambos me humillarían de alguna forma, y nadie haría nada, porque todos le temen, además de que todos cuidan su reputación, y ayudar a una chica ñoña no se ve muy bien entre todos ahí. Después de la última vez, cuando todos me vieron ahí tirada en el suelo, y nadie me ayudó, ahora me espero cualquier cosa, hasta existe la posibilidad de que pierdan la poca misericordia y cada uno de los estudiantes me de un golpe.
Lo peor es que debía vivir con el peso de que si mis dos piernas funcionasen bien, no tendría este tipo de problemas, nadie me molestaría, no sería la burla del instituto, Lauren quizás se fijaría en mí, tendría amigos, podría bailar, ser alguien normal. 

Volví a la realidad cuando el chico estaba a unos pocos centímetros de mí, como yo estaba sentada él me llegaba un poco de altura, su puño estaba elevado y a punto de impactar en alguna parte de mi cuerpo, llevé los brazos a mi rostro cubriéndolo para que no doliese tanto, dejando un pequeño hueco entre ellos para ver y preguntándome cómo es que el mundo era tan malo como para que alguien con todos sus sentidos fuese capaz de querer hacerle daño a alguien sin capacidad de si quiera defenderse, y con un mínimo porcentaje de poder hacer algo, pero el chico paro en seco cuando alguien lo tomo del cuello de su camiseta y lo lanzo hacia los casilleros, haciendo que soltara un quejido agudo de dolor, debió haber sido con mucha fuerza.

— No vuelvas a si quiera a pensar en tocarle un pelo a mi novia. — Su puño impacto en la nariz de aquel tipo, dejando un hilo de sangre desde su nariz hasta el borde de su labio superior.

Nadie dijo nada, todos se quedaron en silencio. No me miraban a mí. Lo único que se escuchaba eran los pasos cada vez que los zapatos del rector daban contra el suelo rápidamente, acercándose a toda la multitud y viendo al chico en el suelo agonizando por el golpe en su cara.

— ¡Jauregui, a mi oficina! Ahora. —

« disability. » camren fanfic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora