En este lugar oscuro, apenas puedo sentir mi propia respiración agitada. No entiendo, no sé cómo es que he llegado a parar aquí, pero algo, un presentimiento tal vez, me dice que tengo que salir, huir y alejarme de este lugar que se me antojaba como una telaraña.
Sí, estoy atrapado en una red invisible, cautivo gracias a la propia oscuridad de mi mente.
Un escalofrío recorre mi espalda, tengo un poco de frío y la oscuridad no es tan agradable ahora como lo era en un inicio. La siento vacía, muerta, y tengo miedo. Miedo a la oscuridad. Miedo a la muerte. ¿Qué me espera aquí en este encierro?
Golpeo la puerta de acero una vez más, pero ésta no piensa ceder. Siento que me ahogo aquí dentro, siento que de a poco dejo de respirar, que me absorben las sombras y que las paredes se encogen. Quiero salir, necesito salir. Pero aún no estoy desesperado. No debo perder la calma, lo sé.
Mi pecho sube y baja cada vez más rápido, y pego un enorme sobresalto y dejo escapar un grito ahogado cuando siento que algo se mueve tras de mí. Sé que estoy solo, no hay nada vivo aquí encerrado conmigo. ¿Entonces qué es? Me abrazo a mí mismo, tirito del miedo y el pánico se hace cada vez más grande.
"No debo perder la calma. No debo dejar de respirar."
Me susurro a mí mismo palabras conciliadoras, y entonces, puedo volver a relajarme otra vez. Estoy solo. Estoy encerrado en una pequeña habitación sin ventanas. Pero sigo vivo. Debo seguir vivo.
Otro ruido, esta vez a mi derecha. No veo nada más que oscuridad, y escucho que algo se mueve lentamente, algo pequeño tal vez por el volumen de los sonidos. Pasos. Pasos pequeñitos.
"¿Quién está ahí? Por favor, ya no soporto esto..."
Digo con voz temblorosa, sintiendo los pasos acercarse hacia mí, que permanezco sentado en el suelo de espaldas a la puerta, abrazando mis rodillas dobladas, hecho un ovillo en el suelo.
Los pasos se detienen justo frente a mí, pero yo aún no veo nada. Cierro los ojos, tengo miedo. No quiero morir, aún me falta mucho para eso. Quiero salir, correr a mi casa, abrazar a mi hermana y a mi madre. Correr y besar a mi pareja, que de seguro debe estar buscándome, preocupada por mi terrible retraso, por no presentarme a nuestra cita en el parque a la hora que dijimos.
"Por favor... tengo miedo, déjenme salir..."
Ruego, a quien sea, a quien me oiga. No quiero estar aquí, pero no puedo hacer nada. Me han traído por alguna razón. No lo recuerdo, sólo recuerdo la oscuridad. Cada vez más oscuridad.
Una mano se posa en mi cabeza. Tiemblo, es una mano muy pequeñita y fría. Yo permanezco aovillado, con los ojos cerrados, temblando y sollozando. ¿Quién podría oírme aquí? Siempre he sentido tanto, tanto miedo a la oscuridad...
Siento esa pequeña mano bajar por mi corta melena, acariciar mi mejilla. No es una mano humana. Parece que me tocaran con una mano de yeso muy suave, con una mano de porcelana. Otro sollozo. La mano sigue su camino, recorre mi brazo y llega hasta mi propia mano en donde se detiene. Sólo puedo escuchar mi respiración agitada y mi corazón en el mismo estado. Podría darme un ataque al corazón si sigue latiendo tan rápido.
"No llores... Ven a jugar conmigo."
Dice una voz extraña, infantil, femenina. ¿Una niña? ¿Me han encerrado con una pequeña niña de tal vez no más de cinco años? ¡Qué monstruos tendrían allí a una pequeña! Mi miedo desaparece. Dejo de llorar, abro mis ojos. Sólo veo oscuridad, pero sé y siento que la pequeña está a mi lado, con su mano sobre la mía.
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Caja de Muñecas
Paranormal"Montando en un carrusel, sobre el corcel más blanco. Columpiándome sobre una laguna de sueños, o jugando a las escondidas en un castillo de princesas. Viviendo en una casa de muñecas. Escapando del lobo, soñando por el bosque... ¿Lobo, estás?" Tres...