Capítulo 4

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Fue como volver a cuando eran jóvenes, al día exacto al que empezaron a salir, Jihoon sonreía, incluso tenía pequeñas lágrimas en los ojos. Seungcheol simplemente no podía creerlo, abría sus brazos a cada paso que el peli rosa hacía hacia él. Al poco rato estaban unidos en un fuerte abrazo; Jihoon tenía las piernas alrededor de la cintura del mayor y sus brazos agarrados fuertemente a su cuello, como si tuviera miedo a caer. Por otro lado, Seungcheol agarraba con fuerza su espalda, acariciándola levemente. Ambas respiraciones estaban alteradas, por parte del menor todo se debía al mismo motivo: no podía creer que su hyung hubiera venido a buscar, pero aún tenía su duda... ¿le seguía esperando, como algo más? ¿tal y como había prometido? .

Pasaron unos segundos, incluso minutos, antes de que rompieran el abrazo; el más bajo miró al azabache, esperando un beso, esperando otra señal de afecto; pero eso no parecía llegar todavía. El peli negro se percató de su mirada y sonrió, sonrojándose. Cogió la maleta y agarró la mano del pequeño, con esa delicadeza que Jihoon tanto había extrañado. Al llegar al aparcamiento, Cheollie dejó la maleta en el maletero y volvió para abrirle la puerta en un gesto gentil y amable, al cual el menor sonrió. Empezaron el viaje de vuelta a casa. Seungcheol iba mirando a Jihoon por el rabillo del ojo, contemplaba ese pelo color rosado que tanto adoraba acariciar en las noches de tormenta; aquellos pequeños y rasgados ojos, los cuales se iban cerrando lentamente debido al cansancio del trayecto en avión y sobre todo al cambio horario; esos labios, dulces como la miel que tanto añoraba y deseaba besar. Se arrepentía de no haberlo hecho en el aeropuerto, pero temía que el menor no correspondiera.

-Puedes descansar, tenemos unos veinte minutos hasta llegar a casa.

La voz del azabache hizo que los pequeños ojos del menor se abrieran levemente. Este aceptó con la cabeza para después recoger sus piernas y quedarse dormido. El pelinegro sonrió ampliamente ante esa tierna acción y siguió conduciendo. Ambos chicos tenían la misma duda, pero ninguno de los dos se atrevía a lanzarse. Habían pasado tres meses desde la última vez que sus labios bailaban juntos, tres meses sin verse, sin hablar, tres meses era relativamente poco, pero para ellos habían sido como tres años.

El trayecto se hizo corto para Jihoon, había dormido buena parte de el, Seungcheol se había encerrado en sus pensamientos así que ninguno de los dos se había aburrido. Al llegar a casa, el mayor descargó el porta-equipajes y llevo la valija hasta la puerta para luego volver atrás y cerrar el coche. Al rato, se encontraron los dos ante la entrada se quedaron mirándose fijamente. Cada uno analizaba cada parte del contrario, al tiempo que el viento removía sus pelos. Seungcheol se mordía el labio de forma discreta, había añorado demasiado al más bajo. Jihoon, por su parte, mantenía la cabeza gacha, mirando sus manos, pero al notar la vista del mayor clavada en él alzó los ojos y se sonrojó de repente. El mayor se acercó lentamente al menor, el silencio volvió a apoderarse de la situación, el menor notó su sangre hervir cuando vio que Cheol se acercaba cada vez más y más a él, hasta unir sus frentes, sus narices y finalmente sus labios en un suave beso, él correspondió rodeando con sus brazos el cuello al azabache, y a su vez, este pasó los suyos por su cintura. El beso iba cobrando velocidad y profundidad, sin darse cuenta, Seungcheol apoyó al menor en la pared, con la mala suerte de apoyarlo justo encima del timbre, haciendo que este sonara y teniendo que separarse de inmediato por miedo a que alguien los pillara. Joshua abrió la puerta con cuidado y al ver a Jihoon no dudó en abrazarlo.
-Te hemos echado mucho de menos, bienvenido a casa Hoonie~
Seungcheol miró a Joshua y sonrío, pero algo le impedía sonreír de forma sincera, ¿dónde estaba Jeonghan? No recordaba que le hubiera dicho que saldría, y ver a Joshua en casa. Le sorprendió que el de pelo largo no hubiera salido junto con el americano. En ese momento entraron los tres a la casa, pero el rubio seguía sin aparecer.
Se escuchó un ruido en la habitación y entonces salió él, con un montón de ropa que dejó en la otra sala.
-Hola Jihoon, me alegro de que estés de vuelta...
El pelo rosa sonrío, pero no hubo ninguna señal de afecto entre ambos. Jeonghan fue a ponerse al lado de Joshua y entrelazaron sus manos, eso hizo de Seungcheol encendiera la luz de aviso, pudo notar a Hannie algo extraño, sabía que algo iba mal pero no le dio importancia, el menor ya estaba de vuelta y era lo que le hacía más feliz.
Jeonghan se llevó a Joshua fuera y Seungcheol se fue a la habitación para ayudar a Jihoon a desempacar sus cosas.
Al rato de llegar, tanto el móvil del rubio como el del más bajo empezaron a sonar y en la pantalla, el mismo número, oculto, y un idéntico mensaje.
"El juego empieza ya".

Never leave my side.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora