'Había una vez, en un reino muy lejano...' ¡Pffft! ¡Tonterías!
Tatsuhisa Suzuki, estaba más que harto de todos los cuentos de hadas que había escuchado durante toda su vida.
El pobre chico tuvo que terminar trabajando como "Mayordomo" para un viejo amargado, lleno de arrugar y lo suficientemente perezoso como para poder mover su enorme trasero de aquel cómodo sofá que había en el living.
- Maldita vieja bruja. – Pensaba Tatsuhisa cada vez que su jefe levantaba sus pies para abrirle paso al chico al momento en que este barría y trapeaba la casa.
Pero no era el único que lo hacía perder sus casillas, Tatsuhisa odiaba con toda su alma a los tres hijos de aquel viejo.
Junichi, el más grande de todos, tenía una espalda enorme, lo cual lo orillaba a estirar sus trajes y camisas hasta llegar al punto de romperlos, dándole más trabajo y piquetes en los dedos al pobre Tatsuhisa.
Zakki, el chico de en medio, tenía un insoportable olor emanando de sus pies; era una completa pesadilla entrar a su habitación cuando se quitaba los zapatos.
Y Aoi, el menor, el cual tenía una extraña manía de vestirse como mujer, usando lápiz labial de un color que definitivamente le quedaba horrible, manchando de paso, sus propios vestidos.Todas las noches, el joven Tatsuhisa se miraba al espejo después de limpiar los desagradables mensajes que el trio de hermanos dejaban marcados en el baño para él. Siempre suspiraba al ver con detenimiento su demacrada imagen. Sus hermosos ojos marrones estaban acompañados de pesadas ojeras que parecían decirle "!Hey! ¡Aquí estoy!", su fina y tersa piel llena de la barba que tanto odiaba, haciéndolo ver más cachetón de lo que ya era por naturaleza. Sus ropas sucias y desgastadas por el tiempo y las labores hogareñas, estaba seguro que este trabajo lo estaba matando poco a poco, llevándose su belleza y vitalidad con el como premio de consolación al no encontrar a alguien mejor.
Cada mañana, el pelinegro pensaba en salir a divertirse, en tomar un poco de alcohol. Y ¿Por qué no? Ligar con una que otra chica del pueblo.
Un día, mientras salía de la casa para comprar algunos víveres, encontró un cartel que rápidamente, capturó la atención de sus ojos.
"Todos los habitantes del reino están invitados al gran baile de compromiso, organizado por los reyes para encontrar la futura esposa del príncipe"
Tatsuhisa sabía, que donde había fiesta, había alcohol, y fue ese el detonante de que le chico tomará la decisión de asistir a dicho evento, así que se apresuró a llegar a casa, con la total determinación de realizar las tareas del hogar lo antes posible.
Lamentablemente para él, ya era demasiado tarde, ya que al llegar a casa, los chicos de la estaban preparando sus mejores trajes (Y un vestido) para asistir a la galardonada fiesta.
Su jefe, le dijo que tenía estrictamente prohibido salir de la casa para asistir al baile.
- Nos vemos luego perdedor. – Dijo Junichi mientras sus otros dos hermanos reían tan fuerte en el trayecto a la puerta.
Pasaron un par de horas, y cuando Tatsuhisa se asomó por la ventana, sus ojos miraron el enorme castillo al cual no podría asistir; suspiró y un par de pequeñas lágrimas salieron de sus ojos. El chico realmente quería divertirse aquella noche.
- ¡Holi! – Escuchó y volteó intrigado, llenándose de miedo al ver como la casa se llenaba de un misterioso humo color purpura.
- No puede ser, ¡Acabo de trapear ahí! – Gritó mientras corría en busca del trapeador.
- ¿Planeas limpiar mi magia? – Le dijo un hombre increíblemente alto, rubio, con lentes oscuros y manchas de pintura esparcidas por toda su túnica color lila. - ¡Hey! Tatsuhisa, ¿Cansado de limpiar vidrios? –
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The Only Exception - Cuento
Fanfic¿Realmente vale la pena creer en los cuentos de hadas? No siempre hay un hada madrina ahí Tampoco una calabaza como carroza Y mucho menos la zapatilla en la escalera del castillo. A veces, los cuentos de hadas le aparecen a quien menos te lo esperas...