Cuando estas en tus 21 recién cumplidos lo único que piensas es en las cosas que ahora es legal hacer, eliges ese día ir de parranda con unos amigos a una fiesta, te pasas de copas y de repente te ves yendo a un bar extraño con amigos que no conoces...
Enterarme de lo que había hecho mi familia a Aruna definitivamente alejo cualquier posibilidad de que pueda dormir, entonces recordé la promesa incumplida hecha a Rob, pero no recordaba donde quedaba la biblioteca, tome el anotador esperando que fuese una especie de mensaje de texto, pero antes de siquiera escribir algo había una nota furibunda con un mapa bastante detallado de cómo llegar.
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Atravesé sigilosamente el pasillo hasta llegar a la tan famosa biblioteca, era una habitación casi tan grande como la habitación de Aruna llena de libros por doquier con estantes de maderas y alguna que otra ocasional planta, lo que me llama la atención fue un aparador con libros tenía una reja con un candado, me acerqué a él, me parecía extraño tener "Libros encerrados", fue cuando tenía entre mis manos el candado que una gruesa voz tras mis espaldas casi me mata del susto.
-Hasta que vienes... .Dijo un hombre delgado de piel blanca, cabello castaño oscuro tenía un llamativo bigote, estaba vestido como del 1800 con un chaleco azul y un pantalón del mismo color con una camisa blanca lucia enojado, aunque tenía una gran sonrisa.
-Ammh... ¿Eres Rob?.
-Más precisamente Roubeus Beresforth... creo, aunque parece ser que puedo ser lo que quiera dentro de la biblioteca y nada más que un ente sin forma fuera de ella... oh perdón cuando alguien nuevo viene más alguien como tú me es inevitable dejar de hablar.
-Así parece... ¿Hmm por qué guardar así los libros?,¿Qué?.
-Estas descalso. Dijo mirando mis pies.
-Sí, un viejo habito.
-Tengo memorias de estar descalzo, pero nada más allá, ¿Y por qué vienes a esta hora?.
-No puedo dormir.
-Un té de lavanda te hará dormir. No sé de donde saco una tetera un par de tazas de té mismas que sirvió en una pequeña mesa de madera, nos sentamos y él sirvió él te, creo que debo acostumbrarme a personas extraordinarias con personalidades particulares. - Siempre los tengo listos... fuera de aquí no puedo tener una plática decente, dime, ¿Sobre qué quieres platicar?. Pregunto con cierta agria nostalgia en su voz.
-No lo sé, en realidad, no podía dormir y te debía una visita.
- ¿Quieres saber sobre los libros?. Dijo señalando aquellos libros que me habían llamado tanto la atención.
-Si.
-Son registros, el que les dé una nueva vida no quiere decir que se olvide de ellos, algunos vienen buenos y luego creen que pueden hacer cuanto deseen, somos buenos, pero no estúpidos.
-Ya veo... ella dijo que me pondría un tutor.
-Hmm... si, un arcángel caído, se podría decir que le gusta demasiado los sabores terrenales como para decidir irse al cielo o al infierno... me sorprende, pensé que querrías saber que puedes hacer.
