Algunos jóvenes necesitamos ser escuchados, más yo siento que a mí nadie me escuchó.
Grité por doquier, y nadie me dijo por donde salir.
Entonces me encerré.
Estoy atrapado en un lago de sentimientos que ni siquiera yo puedo expresar, porque para decirlo no sumó nada, y para que lo sientas me siento mal.
Las personas no entienden lo solos que nos sentimos aunque ellos estén en compañía con nosotros. Nunca hay que dejar que la única persona que nos hace florecer aunque sea por cinco minutos se vaya, es por eso que yo la secuestre. Es por eso que la buscan.
Porque yo ya me cansé de gritar y me cansé de arañar paredes.
Sabía que ella era para todos la más gentil, que te alegraba la vida sólo escucharla reir. Y me gustaba tanto eso, que la empece a observar, durante dos años, de lejos. A penas si el año anterior se dió cuenta de que compartíamos misma fila de casilleros,
cuando pensando que la suerte nunca fue buena conmigo, me prestó un momento para escuchar su voz hacia mi. Pensé que necesitaría siempre esa voz.
Un dia, febrero, porque hacía calor, le dije que viniera a casa a ver la colección de robots que tenian "mis padres". Fue ese día cuando nadie mas la vio.
La tengo oculta para mí y me canta, y me gusta,
de todas las voces la suya resaltaba siempre
y dije que algo especial tenía que tener.
Los primeros días la trate como reina, hasta no ser que intentó huir. Pero yo no soy como los dragones que no encuentran, cada agujero por el cual poder salir.
Fue el primer golpe que recibió, recuerdo haberle roto la nariz.
Y mientras los días pasaban, más tenía prisa en ir. Nadie nunca iba a encontrarla, duro sólo dos meses para mí. Murió por una infección urinaria, más el destornillador en su matriz. Y qué ya nadie la buscaba? Acaso yo qué iba a salir? La enterré cerca de un árbol que conocía, donde me dijo un día cuando solía ser feliz.
Yo la apague como todos me apagaron a mi y ahora sé lo que se siente perder algo de verdad.
Ahora soy prófugo de la justicia, aunque la justicia no sepa que hacer por mi.
Voy a terminar de enloquecer sólo, quizá vaya a Italia a morir.
Y aunque pasó hace años, aún su voz sigue en mi. Me tortura a lo lejos por las noches, cuando ya nada se oye por fin. Y cuando más la pienso, mas la veo, y me veo a mí.
Sé que soy un monstruo, pero ya no hay nada que hacer por mí.
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SI EL UNIVERSO QUIERE.
Short StoryPoesía rara y cartas sin enviar, para nosotros los jóvenes.