Capitulo 4

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Handa

Mire sorprendido a la chica.

¿Por qué demonios estaba aquí? Me pregunte arrodillándome a un lado de ella.

—Esto... ¿Nekota?—murmure moviéndola un poco, esta solo se removió incomoda pero no despertó—Oye...

Intente nuevamente moverla pero esta se giró dándome la espalda y murmurando incoherencias. Harto de aquello decidí mejor ir a donde tenía pensado desde el inicio, por un poco de café a la cocina.

Todo iba bien hasta que abrí la puerta encontrando al alcalde y a la niña llamada Naru con él.

— ¡Debes de comer los conos de maíz de esta forma!—Hablo la chiquilla moviendo entre su manos los conitos apilados uno sobre otro.

—Tengo síndrome metabólico así que debo comerlos de a uno—le contesto el alcalde con una sonrisa.

—Oigan—llame la atención de los dos que dieron un respingón del susto

— ¡Oh, Handa-sensei! —exclamo el hombre.

— ¿Quiere conos de dedos? —me ofreció la niña de la forma más normal del mundo. Mi estrés ya era mucho para andar soportando a gente como ellos así que sin más los eche de la misma manera que minutos antes, los avente por la puerta.

Al cerrar la puerta tras de sí admire como los ojos de Nekota se abrían tras el escándalo. La chica adormilada bostezo y estiro los brazos, parece que durmió bien en el suelo de mi casa.

De un momento para otro sus ojos adormilados se abrieron como plantos al posarse en los míos, y de un salto se levantó del suelo totalmente avergonzada.

— ¡Handa-san! —Dijo nerviosa mirando al suelo, yo me dedique a mirarla con una ceja alzada y los brazos cruzados pidiendo una explicación—Yo...esto...a si esta no es mi casa ¿verdad? —Rio nerviosa rascando su cabeza.

—Claro que no Nekota-sensei, su casa está al lado— contesto Naru, que no tengo idea de cómo se coló otra vez a mi casa. Estaba en la pequeña mesa donde anteriormente yo estaba practicando mi caligrafía, algo que también ella imito.

— ¡Naru! Te dije que no anduvieras merodeando la casa de Handa-san—regaño la pelirroja

—Pero usted fue la que dijo que entráramos a la casa de Handa-san—contrataco la niña con inocencia mientras que Nekota le hacía señas para que se callara, sin dar resultado.

—Si, pero me abandonaste, traidora— contesto apuntando con su dedo a la niña que se rio con burla.

—Eso fue porque Nekota-sensei no se sabe esconder bien—volvió a reír la pequeña, por su parte la mayor la miro con ojos achinados muerta de la furia

— ¡Serás! —Grito Nekota lanzándose encima de la pequeña, las dos mantuvieron una lucha de atrapar y escurrirse por toda mi casa hasta que las dos quedaron en el suelo. Nekota le hacía una llave de lucha a la pequeña mientras la hacía jurar que jamás la iba a traicionar de nuevo.

Yo por mi parte me acerque a ellas con cara de pocos amigo, llamando su atención.

— ¿Quién les ha dado permiso de hacer de mi casa un campo de lucha? —les dije enojado, lo notaron porque asustadas las dos se separaron y sentándose frente a mi como dos perritos regañados.

—No seas tan rudo, Junon Boy— Dijo la chiquilla.

—Te he dicho que no soy un Junon Boy. Tú tienes tu nombre que es Kotoishi Naru, —tras mis palabras la niña dio un pequeño brinco asustada— y yo tengo el mío también.

Verano (Barakamon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora