Capitulo 1

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-Hey Kenny, despierta...- alguien me sacudío.

Estaba plácidamente dormida en el asiento trasero del coche cuando escuche que mi madre me llamaba. A lo lejos...se oía muy lejos. Gruñí ante su sacudida. Susurre algo que ni yo entendí y me dispuse a seguir durmiendo, cuando me sacudío mas fuera de la cuenta.

-Joder, mamá ya entendí. Estoy despierta.- decía a mi madre mientras me enderezaba en el asiento.

Este ha sido el peor día de mi vida. Me han alejado de mi novia, mis amigos, mi vida social. Todo. Salí de rehabilitación hace media semana, me encontraba tan feliz de salir, de poder vivir mi vida otra vez, de ver a Courtney-mi novia- besarla y pasar buenos ratos. Todo eso y más, ¡Adios!. Estoy segura que por mas que salga de este jodido internado no volveré a tener mi antigua vida. Mi hermosa y extrañada antigua vida. 

Tome mi bolsa de maquillaje y saque el espejo. Al abrirlo pude ver a una persona que se parecía mucho a mi, tenía el cabello rubio bastante largo, pestañas largas, y pómulos color escarlata. Pero ahí terminaba el parecido, yo no tenía ojeras, ni el maquillaje corrido por llorar, tampoco tenía una mano marcada en mi mejilla. Así es, mi madre me ha plantado una buena hostía por no querer venir. Me veía como el infierno. Tome toallas desmaquillantes y un poco de rubor. Tras cinco minutos de ardo trabajo por las sacudidas del automóvil, lo logré. Me veía..prácticamente normal. 

-Kenny guarda todo y toma tus cosas, hasta aquí llega nuestra compañía.- dijo mi padre mirándome con cara de pena.

Asentí levemente, sabía que si emitía sonido algúno rompería a llorar y no sería capaz de parar. Lo único que estoy rogando es que mis compañeras de habitación sean simpáticas. Lo único que estoy deseando es eso. Necesito una buena, una sola.

Tome mis cosas y baje del auto. Luego de una larga despedida de mis padres jalé mis dos maletas, una en cada mano, mientras que mi mochila en la espalda me hacía peso contrario. Camine sin rumbo alguno, no sabía donde rayos estaba la dirección. Vi pasar a un grupo de chicas que parecían ser el equipo de animadoras, por experiencía sabia que me mandarían a la mierda. Por lo que seguí caminando. Llevaba el ''mapa'' del colegio en la mano, prestándole mas atención de lo debido ya que estampe mi cara contra la espalda de alguien. Mierda.

Un chico alto de cabello rubio casi blanco se dio vuelta. Al verlo a los ojos pude notar que eran un color muy extraño, eran negros. Parecían ver todo en tu interior. Volví a la realidad y me estaba gritando un millón de groserías, con el ceño fruncido.

-¡...Estúpida me he ensuciado mi camisa!, ¡Agh!, ni si quiera sé porque me molesto con idiotas como tu.- me escupío con odio mientras se daba la vuelta y se iba, dejándome con la rabia y tres millones de groserías que decir.

Sentí mis mejillas calentarse y me dije a mi misma que me calmara, que no merecía la pena. Cerré los ojos e inhale, luego exhale. Al abrir los ojos vi a otros dos chicos mirándome con cara de pocos amigos. Me digne a preguntarles donde quedaba la dirección por mas que me mandaran a joder. 

-Disculpen...¿Saben donde queda la dirección?, soy nueva y...

-Este edificio de aquí, entras y verás un pasillo largo, tercera puerta a la izquierda.- me interrumpío un morocho, bastante bonito.

-Gracias.- dije secamente mientras les pasaba por al lado y me iba.

Llegué al edificío y me adentré por el gran pasillo. Iba contando las puertas, una, dos, tres, aquí. Toque dos veces y una voz femenina me dijo que pasará. Deje mis maletas a un costado de la puerta y entré con la mejor postura y sonrisa que pude tener en el momento.

Al entrar vi a una mujer que pasaba por sus cuarenta años, que para su edad no estaba nada mal. Tenía una cabellera que le llegaba al hombro color negro azabache y vestía un traje beige. Me sentía fuera de lugar, solo llevaba unos vaqueros, mis vans y una camiseta de el grupo Nirvana.

-Pasa, sientaté.- dijo mientras señalaba una silla azul frente al escritorio.

Lo hice.

-Tú eres...- dijo insitandome a decir mi nombre.

-Kendall, Kendall Gravy.- dije sonriendo aún mas, comenzaban a dolerme las mejillas.

Fruncío el seño y se quedo callada durante unos segundos. Comienzó a ponerme nerviosa, joder. Me miro con cara de auxilío. ¿Qué esta pasando aquí?. Los nervios me colmarón y pregunté:

-¿Pasa algo señorita Dawson?- sabía su nombre gracias a los expedientes que tuvieron que llenar mis padres. 

-Púes mira, estábamos basándonos en la idea de que Kendall Gravy era...ya sabes...un chico. Pero al parecer nos hemos equivocado rotundamente.- dijo mientras sonreía con nerviosismo.

Mierda. Esto me había pasado cuando entre a primaria, a kinder y en mis clases de ballet. ¡Me tomaban como un puto chico!, eso claro, hasta que me veían. Lo sé, lo sé, Kendall es nombre de chico, pero culpén a mi padre quien quería un niño y tras no tenerlo eme aquí a mi con nombre de chico. Estoy segura de que tendrán un lugar en las habitaciones de las chicas, segura.

-Bueno pero ¿tienen lugar en los dormitorios de las chicas cierto?

-Me temo que no. Tenemos una capacidad de 320 alumnas y como verá, estamos a mitad del año escolar y los lugares están completamente ocupados. 

¿Y ahora qué?, a mis padres no les quedará de otra que volverme a mandar a mi antiguo instituto y eso no les gustará ni un poquito.

-¿Entonces que haré?- dije ya desesperándome.

-Teníamos un cuarto reservado para ti en el East High, pero...- dijo y sus palabras se fueron apagando.

Maldición ¿acaso no iba a decirme nada?. Joder, que vieja cabróna. En estos momentos en lo único que pienso es que me arrepiento de haber echo lo que hice en el pasado, acabar en rehabilitación y terminar aquí, varada con una vieja media histérica. Llamaría a mis padres para decirles. 

Tome mi celular de mi mochila, estaba a punto de marcar su número y me detuvo la vieja histérica, perdonen, la señora Dawson.

-Hay un cuarto reservado para ti pero tenemos un problema...

¿Qué tan grave puede ser?, ¿Dormir donde antes el conserje?, cualquier cosa estaría mejor que dormir en una tienda de campaña en el medio del campo de fútbol americano.

-¿Cuál?- dije ya un poco mas calmada y dejando el celular en mi mano por si acaso.

-Tendrás que convivir con tres chicos.- dijo mientras me sonreía, otra vez nerviosa.

¿Qué?, ¿convivir con chicos?, ¿que tan malo puede ser? solo ver algún que otro bóxer tirado, eructos, gases, desorden, sexo con perras casi todos los días.... Estoy jodida.

-¿Qué no puedo colarme en un cuarto de niñas?

-Lo lamento pero es eso o nada.- dijo cortándome con sus palabras.

Era eso o hacer enfadar a mis padres, que me den el sermón de mi vida y me castiguen durante veinte años...

Oh que le den, a la mierda no puede ser tan malo.

-Bien, ¿podría por lo menos acompañarme a mi cuarto y que los chicos no me maten?- sonreí lo mas sarcástica que pude.

****

Estábamos delante de la puerta de mi dormitorío. Mi dormitorío y de tres chicos mas. Si, muchachos, con penes, y hormonas alborotadas mas que las mías. La vieja histérica toco dos veces la puerta. Un rubio despanpanante abrío la puerta, en pantaloncillos. Sé que soy lesbiana pero este chico tiene un cuerpo de Dios griego. Subí la mirada ya que estaba babeando por su abdomen literalmente, y adivinad quien era ESE rubio.

Lesbian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora