Encuentro

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Desde hace unos meses,muy pocos en realidad y es por qué es más grande de edad, la hija de la doctora Toriel va a visitarla después de clases al trabajo, el camino es largo, lleno de diferentes lugares o regiones y sin duda alguna de momento Snowdin es su favorito por la nieve y el frío.


Cosa que disfruto durante el camino, pero cuando llegó cerca a la zona donde estaba ubicado el hospital, una sensación rara le recorrió el cuerpo y estaba bastante dudosa, el hospital, ¿no parecía un hospital?.

Tenía más la fachada de una mansión vieja y embrujada que la de un hospital, saco de su bolsillo la pequeña nota que su madre le había dejado pegada a la puerta de su habitación, la dirección coincidía.

Con un encogimiento de hombros camino hasta la puerta y entro, para su propia sorpresa el interior del "hospital" realmente parecía un hospital, aunque cálido y extrañamente acogedor, tan acogedor como podía ser un hospital, claro está, camino hasta la recepción.

- Eh...¡Buenas tardes! -

Una tímida sonrisa se dibujo en su rostro, mientras la recepcionista se giro a mirarla, dejando unos papeles sobre el escritorio.

- Buenas tardes, en qué puedo...oh, tu debes ser la hija de la doctora Toriel, ¿Cierto? -

La recepcionista sonríe al verla y su nariz se mueve con rapidez, sus largas orejas se mueven ligeramente por los demás ruidos, pero está atentan a la pequeña frente a ella.

- Así es. -

Nerviosa, sujeta la cinta de la mochila, la chica es evidente una conejo, se ve joven o al menos, es lo que puede decir, por más que pasa el tiempo, no termina de acostumbrarse a esto.

- Muy bien linda, llamaré a tu mamá, dame un momento. -

Un simple a sentimiento fue su respuesta , levantó la bocina del teléfono y con dedos ágiles, marco el número del que ella dedujo sería el consultorio de su madre, presionó el botón de altavoz y espero.

-¿Si?, doctora Toriel al habla. -

La animada y dulce voz de su madre salió por la bocina, haciéndola sentir mucho más tranquila.

- Buenas tardes doctora, le informo que su pequeña está en recepción. -

Un pequeño ruido de sorpresa se oye al otro lado de la línea, causando una suave risa tanto en la joven coneja como en Frisk.

- ¡Santo cielo!, pensé que llegaría un poco más tarde, podrías decirle que me espere un poco, necesito terminar este papeleo hoy. -

La recepcionista observó a Frisk y le guiño un ojo, levantó el teléfono pegándolo a una de sus largas orejas,

- Claro doctora, con gusto le informaré...y llamaré para ver lo de su siguiente paciente.-

Frisk al escuchar eso prefirió alejarse un poco, según a palabras de su madre, el tema de los pacientes era algo que no le gustaba hablar con ella.

Medito en qué hacer mientras esperaba a su madre, ¿Sentarse en la sala de la recepción?, nop, era una idea demasiado aburrida, ¿Hacer su tarea que tenía pendiente para dentro de dos días, es decir la siguiente semana?, para que si siempre podía hacerla un día antes, ¿Deambular por el hospital como alma en pena sin conocer el lugar?, si, era la opción más tentadora y ¿para quien no?, bueno para cualquiera con sentido común.

Observo la amplia recepción mientras caminaba, los sillones de un color gris, las paredes de color blanco y azul menta, los estantes con revistas, mayormente viejas, un clásico en consultorios, miro las amplias escaleras de madera y sin siquiera pensarlo dos veces, las subió, sujetando el pasamanos se madera firme.

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