—Eve... —Balbuceé—. Eve por Dios, aguanta, tengo que llevarte a un hospital.
Estaba alarmado, no recordaba dónde estaba, necesitaba encontrar un hospital pronto en medio de aquel bosque desierto.
—No necesito ir a un hospital... —La miré alarmado tras ver como cada vez más sangre salía de su costado—. Tan solo me ha rozado, ¿ves?
Me mostró la parte afectada, tan solo era un corte, gracias a Dios la bala no estaba dentro, pero aún así era mucha sangre y en mi opinión podía desangrarse.
—Tranquilo, no es para tanto, tan solo necesito algo con que taparlo, ¿no tienes nada?
Miré a mi al rededor y vi en el asiento del copiloto la mochila que el extraño hombre me había dado diciendo que era de la chica a la que tenía que llevar, apartado del dinero.
—Ten, tal vez haya algo aquí. —Le acerqué la mochila—. Voy a buscar el mapa, tiene que haber algún hospital cerca.
—Te he dicho que no lo necesito.
—Eve, te ha alcanzado una bala, tienes que...
—Te he dicho que no. —Dejé la guantera para mirarla, su voz había sido demasiado contundente—. No sé porqué pero... No creo que sea buena idea ir allí, lo presiento. Llévame a casa por favor... Allí me ayudarán...
No estaba seguro, pero por más que insistía ella me pedía que la llevase a casa. Me giré de nuevo en mi asiento y arranqué, dispuesto a seguir el camino. Eve había atacado su herida con una camiseta blanca que había roto y que parecía hacer que menos sangre saliese.
El trayecto era lento y silencioso, tan solo roto por los gemidos de dolor de la chica cada vez que alguna piedra hacía que el coche se tambalease.
—¿Queda mucho?... —Dijo mientras su voz se apagaba.
—Ya estamos cerca, puedes dormir un poco si quieres.
—No puedo con tanto movimiento, duele mucho.
Paré el coche y me cambié a la zona de atrás rápidamente. Quería ver bien la herida de Eve.
No llevaba la chaqueta puesta, así que le subí la ropa viendo la herida. No era demasiado grande, pero la sangre era escandalosa, gracias a Dios ya había parado de salir y parecía que se estaba secando. Le puse bien la venda mientras se quejaba lo mínimo posible y le coloqué la chaqueta por encima como si fuese una manta.
Sabía que en algún momento se despertaría y no recordaría como se lo había hecho, y una vez llegase a su casa rápidamente se olvidaría de mi. Debía ser duro, no podía entenderlo ya que mi memoria estaba intacta, pero sabía que tenía que pasarlo mal.
Imagínate que alguien te saluda por la calle, sois amigos desde hace mucho, tal vez los mejores, y tú no puedes recordarlo. El otro se sentirá mal tal vez (en el hipotético caso de que no lo hubiese sabido) pero ¿y la persona con amnesia que no puede recordar a alguien que quiere? Desde luego no era algo bonito.
Salí del coche y me apoyé sobre el capó. Necesitaba tomar un poco de aire fresco antes de retomar la marcha.
Me alegraba de que los asesinos (o vándalos como los llamaba la dueña del motel) no nos hubiesen seguido. La verdad es que tenía miedo de que como testigos quisiesen acabar con nosotros, pero al parecer ni siquiera les parecíamos una amenaza.
Suspiré por última vez tras estirarme y volví a sentarme en el asiento del conductor.
No quedaba mucho camino y Eve había vuelto a dormirse gracias al momento que habíamos estado parados.
Al fin llegamos. Paré el coche en cuanto vi un lugar abierto donde debería haber una casa, pero lo que vi no era lo que debería estar.
—Oye Eve —La zarandeé como pude haciendo que se despertase—. Tienes... ¿Tienes algún dibujo de tu casa?
Se frotó los ojos y sacó la libreta de su mochila, enseñándome la primera página.
—Parece... Parece que es aquí, pero...
—¿Qué pasa? —Preguntó aún medio dormida.
No sabía que hacer. Era su casa, pero no estaba tal y como su libreta recordaba.
Salí del coche y fui hasta su asiento para ayudarla a bajar. Andaba con dificultad y lentamente, pero poco a poco avanzábamos.
—Eve, acaso... ¿Acaso esta es tu casa?
Levantó la cabeza y abrió los ojos lo máximo que le permitían.
—¿Por qué... Por qué está destruida?
No quedaban más que las ruinas de una casa, como si se hubiese quemado, con árboles muertos sin hojas, con la hierba grisácea, y un columpio que parecía que iba a caerse en cualquier momento.
El hogar de Eve ya no existía, entonces, ¿qué hacíamos allí?

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El hogar de Eve.
General FictionWilliam acabó conduciendo el coche de un tal Eve con una chica dormida en el asiento de atrás sin saber bien el motivo. Ahora ha de llevar a la extraña mujer sin memoria a su casa perdida en medio del bosque a cambio de una gran remuneración económi...