Asumà que no querÃa presenciar las muestras de cariño entre Buck y Audrey, asi que llamé a Tony esperando que me dejara quedarme unos dias en su casa.
~Eres bienvenida cuando quieras, ángel. Pediré que te recojan.~ dijo al otro lado del teléfono.
Prometà que solo serÃan unos dÃas, mientras me sentÃa mejor.
La primera noche dormimos juntos, al igual que al dÃa siguiente. Dejé mi mochila y mis cosas en la misma habitación que nos habia asignado a Audrey y a mi la primera vez, y como era de esperarse, después de la cena, nos dirijimos a su habitación.
Ni siquiera la herida en mi pierna pudo impedir el acto. Teniamos el mismo apetito sexual y recuerdo que lo hicimos sin interrupción hasta la madrugada.
Sus labios recorrieron todo mi cuerpo sin pudor, mientras sus manos se aferraban en mis caderas en un continuo deseo de mantener el vaivén en el que ambos estabamos envueltos.
Y justo antes de que el sol empezara a salir, me dejó dormir plácidamente enredada en sus sábanas hasta el medio dÃa.
Noté que tenia lapsos intensos de insomnio y ansiedad. Las dos noches que pasé con él, solo compartimos la cama para follar, pero no durmió en absoluto. En varias ocasiones lo observé dando vueltas en la habitación.
¿Qué ocurrÃa en su vida para que no pudiera conciliar el sueño?
Me brindó toda su atención durante mi estancia, pero sólo cuando estuvo en casa. Varias veces tuvo que salir por asuntos importantes durante el dÃa, y ya en la noche, volvÃamos a enrollarnos en su cama.
Nos entendÃamos muy bien en el sexo, pero sabÃa perfectamente que no seriamos una buena pareja, ni porque lo quisieramos. Él era un hombre de muchas, y yo no podrÃa permitirme esperarlo todas las noches después de un largo y solitario dÃa.
Me llenaba por completo en las noches, pero durante el dÃa me sentÃa mas sola que de costumbre, asi que a la tercera mañana, me levanté temprano y arreglé mi maleta de nuevo.