🌸Cinq🌸

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No sabía cómo había terminado de esa manera, con el rostro lleno de salsa de tomate y con los dedos pegajosos por la masa de pizza recién hecha después de una pequeña guerra de comida. Solo supo que no podía volver a la realidad cuando una sonora carcajada salió de la boca del japonés frente de él. Y llevo sus pensamientos a momentos antes, cuando había encontrado al japonés en la puerta de su apartamento, con un gran abrigo encima y la cara de pocos amigos ocasionada por el frío de San Petersburgo.

Había tardado menos de 10 minutos en llegar a su casa después de recibir el mensaje del japonés. Casi cae al bajar de su auto deportivo gracias a la baja suspensión del vehículo, pero había logrado recomponerse con gracia y siguió su camino como si nada hubiese pasado.

Después de haber invitado al menor a entrar, se había encargado de mantenerlo caliente aumentado la temperatura de la habitación, lamentablemente, siendo la única cosa que podía ofrecerle por el momento.

También recordaba haberle preguntado si había cenado, y ante una negativa, ofreció pedir una pizza ya que el japonés se mostró dubitativo a salir de nuevo con la nieve ya cayendo, ya a ese punto, de manera torrencial, lo que imposibilitaba también el servicio a domicilio de su pizzería favorita.

Afortunadamente, el ruso tenía los ingredientes necesarios para hacer una casera y ahí fue cuando se pusieron manos a la obra en ella.

Pero claro, nadie recordaría todo eso, ni siquiera su propio nombre, cuando se pierde en una visión tan hermosa como la que tenía el joven Viktor Nikiforov en frente.

Yuuri, riéndose fuertemente por haber logrado manchar de tomate al ruso tras varios intentos, con las lágrimas amenazando salir por sus hermosos ojos chocolate, y una mano sujetando fuertemente su estómago.

Simplemente divino. Y Viktor no se resistió, por qué pecar era humano y por qué toda su visión era una invitación directa a dejar de pensar que lo que sentía no era amor. Por qué nadie es perfecto y sin riesgos jamás habría una victoria.

Besó a Yuuri. Sin pensarlo, sin analizar si era correcto. Solo por qué lo deseaba desde que lo conoció siendo el cajero de la que se volvería su cafetería favorita. No le importo ni siquiera cuando el japonés se separó bruscamente de él.

Separarse solo y únicamente para mirarlo impresionado, y besarlo con fiereza de vuelta, por qué claro, él también era humano y no podía evitarlo. Con el rostro encendido en rojo y con nada más en la cabeza que mantener sus labios juntos el mayor tiempo posible.

— Viktor — Fue lo primero que salió de la boca del japonés (además de su lengua en el beso anterior) — Lo siento, yo...

— ¿Por qué te estás disculpando? Eso debería hacerlo yo, después de todo, te besé primero...

— Pero yo debí apartarte.

— ¿Por qué?

El japonés no respondió. Hizo una mueca que denotaba molestia y se limpió las manos y la cara para escapar de ahí. Sintió tanta vergüenza, a tal punto de no estar seguro de poder volver a ver al mayor a los ojos.

¿Cuándo se había vuelto tan atrevido? Ese no era él.

— ¿Por qué? — Volvió a repetir el ruso, en un tono tan suave que no pareciera que el japonés estuviese escapando y el ruso cuestionándolo.

Pero Yuuri solo quería escapar, apenado.

— Está mal. — Murmuró, tan bajo como si nunca lo hubiese querido decir.

Katsuki Coffee ShopWhere stories live. Discover now