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-Soy _____ Harris otra vez -dijo un susurro al contestador-. Tengo que ponerme en contacto con el modelo de la foto de Justin Bieber. Es muy urgente. 
Justin escuchó el mensaje alucinado. Era el tercero que la tal _____ Harris dejaba en el tiempo que a él le había dado a desayunar. 
-Sé que va contra las normas de tu empresa, Bettina, pero tengo que hablar con él, de verdad. 
Justin solo había ido a recoger el correo y a dejar sus últimas fotografías antes de ir a Carolina del Norte para seguir trabajando. Cuando se lo había dicho a su hermana, Bettina había decidido irse a ver a sus otros hermanos, que vivían en Wyoming. 
Le estaba muy agradecido por dejarle que tomara su casa como cuartel general, pero aquello se le escapaba de las manos. 
¿Cómo era posible que aquella mujer preguntara por él? Él creía que su hermana ya no utilizaba los catálogos con sus fotos. Había sido una cosa provisional porque, al principio, Bettina no tenía dinero para pagar a modelos profesionales y sus tres hermanos habían accedido a ser sus primeros novios imaginarios. 
-Bettina, por favor, ¿dónde estás? Llámame en cuanto puedas. De lo contrario, toda mi vida se va a ir al garete. 
Justin llamó a su hermana al rancho de Wyoming y le dejó un mensaje en el contestador. Pasó una hora y Bettina no dio señales de vida. La tal _____ Harris no había dejado un número, así que se acercó a la mesa de su hermana para ver si encontraba algo. 
Sin saber por qué, sintió que debía arreglar el lío de la clienta de su hermana. Su voz sensual le intrigaba. Lo que no le cuadraba mucho era que una chica que alquilaba un novio imaginario tuviera esa voz. Se suponía que las clientas de su hermana eran mujeres tímidas que vivían la vida a través de las películas. 
Hacía tiempo que no se interesaba por nada. El trabajo ya no lo llenaba, tantos aviones, tantos países que luego no recordaba. Solo se acordaba de los niños, de los niños, sí. 
Se echó hacia atrás en la silla. Se preguntó por qué su hermana le había dado su nombre a _____ Harris. 
En aquel momento, volvió a sonar el teléfono. 
-Por favor, Bettina, soy _____ Harris de nuevo. De verdad, estoy metida en un lío de vida o muerte -dijo una voz desesperada-. Esto se está poniendo muy feo. Necesito que mi novio imaginario se haga realidad durante un par de días. No es solo mi trabajo lo que está en juego sino el futuro de mi madre. Estoy dispuesta a pagarle mil dólares -suspiró-. Por favor, Bettina, mi madre y tú me metisteis en esto. Ayudadme. 
¿Bettina había metido a la señorita Harris en un buen lío? Justin se sintió responsable porque, al fin y al cabo, él había apoyado a Bettina en aquella locura. 
¿Por qué lo buscaría aquella mujer? 
¿Mil dólares por dos días de trabajo? Sonrió. No sabía lo que costaban dos días de Justin el soltero, pero dos días de Bieber el fotógrafo salían por bastante más. 
-Me hago completamente responsable del fin de semana -dijo _____. 
Por supuesto. Justin sabía lo que era hacerse responsable de otras personas. Tras la muerte de su padre, había tenido que renunciar a una beca como nadador para ponerse a trabajar como ayudante de fotografía y sacar a sus hermanos adelante. Luego, cuando Ran, Jess y Bettina fueron mayores, pudo irse a Hawai a seguir trabajando, pero en otro plan. Solo ganaba lo suficiente para comer y comprar carretes. 
Hawai era la libertad, la vida y la belleza. Allí conoció a Melia, su modelo y su pareja. Eran jóvenes y no temían a nada. Estaban borrachos de amor. Entonces, le encargaron ir a fotografiar unas cascadas a una zona de la isla que los nativos tenían por sagrada e intransitable. 
Melia lo había acompañado siempre en sus desplazamientos. Juntos, se habían metido en la selva, habían subido montañas y se habían jugado el tipo para obtener las fotografías más bonitas. Sin embargo, aquella vez, Justin tuvo dudas. No quería que lo acompañara. Ella insistió tanto que, al final, cedió. No paró de llover desde el principio. Como la lluvia no les hizo cejar en su empeño, los dioses decidieron recordarles que eran extraños en aquella tierra y que no eran bien recibidos. 
Melia se cayó desde lo alto de la cascada y se mató. Justin se enteró cuando le hicieron la autopsia de que estaba embarazada. A partir de entonces, la belleza de la isla comenzó a desaparecer. Se concentró en el trabajo y decidió no volver a hacerse responsable de nadie. Entonces, comenzó la vida nómada que llevaba. Sin embargo, allí donde iba, veía la cara de su hijo muerto. 
Y, de repente, se encontraba responsabilizándose de aquella _____ Harris de provocativa voz. Se dijo que no era un asunto personal, que solo era por ayudar a Bettina. 
Entonces, se dio cuenta de que la mujer no había colgado el teléfono. Era como si lo tuviera contra el pecho, le pareció estar oyendo su corazón, pero lo que oyó fue una retahíla de improperios como hacía tiempo que no le oía a una mujer. Parecían palabras dirigidas al sexo masculino en general. Justin se sintió todavía más intrigado. 
-Por favor -dijo _____. 
De repente, Justin sintió un pinchazo en la ingle y apretó los dientes. Además de tener la voz más sensual del mundo, decía «por favor». Lo necesitaba. Sin pensárselo, tomó el auricular. 
-Acepto el trabajo, pero es mejor que sepa que viajo en primera y no hago nada a medias. 
Se hizo un largo silencio. 
-¿A qué número he llamado? 
Justin le dio el teléfono. 
-Ha llamado a Bettina, ¿verdad? Está de viaje. 
-Estupendo. Primero desaparece mi madre y, ahora, Bettina. ¿Quién es usted? 
-Soy Justin, el hombre al que está buscando, ¿no? 
-Sí, pero usted no lo entiende. Tiene que ser el Justin de verdad. Mis compañeros han visto su foto. Si ahora les llevo a otro, mi carrera profesional se va a la porra.
-Soy el Justin de verdad, se lo aseguro. 
-¿A quién pretendo engañar? Sin marido, estoy donde empecé y todo por mi culpa. ¿Cómo me he metido en esto? 
-¿Marido? -preguntó Justin. Aquello no formaba parte del plan-. ¿Cómo es ese tal Justin? 
-En la foto que yo tengo, está en una playa con una gran roca negra, mirando a la cámara. Es alto, de pelo ámbar oscuro... y... mirada triste. 
La playa de la roca negra. La recordaba perfectamente. Melia y él habían pasado momentos muy especiales allí. Aquellos recuerdos fueron como un puñetazo en el estómago. Creía haberlos superado, pero, obviamente, no era así. 
-¿Sabe la fotografía a la que me refiero? 
-Sí -contestó arrepintiéndose de todo aquello-. Mire, creo que será mejor que espere a que vuelva Bettina. 
-En condiciones normales, yo opinaría lo mismo, pero no puedo esperar. Si consigo al Justin de verdad, todavía tengo una posibilidad de que me asciendan. Con ese ascenso, podré ocuparme de mi madre. 
Su madre. Estaría enferma. Por eso, estaba tan desesperada. 
-Soy Justin. Le prometo que soy el hombre que está buscando. 
-Eso espero -contestó ella resignada-. Lo tengo todo planeado. Nos vamos a alojar en la cabaña que un amigo tiene en el lago, cerca de la del señor Jacobs. He creído que sería mejor que pudiéramos hablar tranquilamente, para ponernos de acuerdo y ensayar nuestra historia, antes de presentarle a mi jefe. 
-¿Ensayar? -repitió Justin con imágenes eróticas bailándole en la cabeza-. Suena... interesante. 
-Es trabajo. Soy una persona seria, no se preocupe. Usted limítese a tener la mente abierta, lo tengo todo planeado. 
Justin solo podía pensar en qué habría querido decir su «prometida» con aquello del ensayo. 
-Puede que quiera pensárselo dos veces porque actúo por instinto. 
-No hay tiempo, Justin. Traiga ropa informal para el lago y un traje para la boda. No sé por qué todo el mundo se tiene que casar en junio. ¡Con el calor que hace! Por cierto, no quiero saber quién es usted en realidad. Bettina me dijo Justin Bieber y así es como lo conocen mis compañeros. Al menos, Bettina les pone apellidos a sus novios imaginarios porque el suyo es todo un secreto. 
«¿Cómo?», pensó Justin. ¿Por qué le había dado su nombre de verdad? De repente, lo comprendió. Todo aquello era una trampa. Su hermana lo tenía todo pensado. Estaba claro que quería que se casara. La última vez que había ido a verla, había invitado a una amiga a cenar y lo único que había conseguido había sido que 
Justin se fuera de la ciudad un día antes de lo previsto. No se había dado por vencida. Lo había convertido en el futuro marido de _____ Harris. Se preguntó si aquella _____ Harris era una clienta de verdad y si Jess y Ran serían cómplices de toda aquella intriga. Si no lo eran, que se fueran preparando porque iban a ser los siguientes. 
_____ interrumpió sus pensamientos. 
-Ya tengo la maleta hecha, así que date prisa, Justin. Nos tenemos que ir, ya. 
Le dio su dirección y colgó. 
Justin se quedó pensativo. Se había metido en aquello por una sensual voz menina. Su hermana había contado con ello, claro. Como también había contado, porque lo conocía bien, con que tendía a preocuparse por los demás, en especial por las mujeres y los niños. No quería admitirlo, pero era un romántico empedernido. Había visto Carablanca mil veces y tenía muy claro que él nunca hubiera dejado que Ingrid Bergman se montara en aquel avión sin él. 
Aquello era una película, pero la clienta de su hermana era de verdad. Tenía un par de semanas libres... _____ Harris quería ensayar... Aquello le gustaba. Aquella mujer necesitaba una pareja que la sacara del apuro. Muy bien, lo haría. Solo tenía que desempolvarse un poco.

Un Novio PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora