5.

88 2 0
                                    

_____ puso el intermitente y salió de la carretera. 
-¿Dónde vamos? -preguntó Justin pensando que había cambiado de opinión y que se volvían a la ciudad. Nada le podía apetecer menos. 
-Al supermercado. 
-¿Para convencer al señor Jacobs vas a cocinar también para él? 
_____ lo miró y se rió con naturalidad. Justin se sorprendió. 
-No, voy a comprar comida porque habrá que ensayar con la tripa llena, ¿no? 
-Sí, claro. ¿Qué tenías pensado? ¿Chocolate? ¿Ostras? La corteza de un árbol africano llamado yohimbina es muy afrodisíaca, pero no creo que la vendan en Georgia. 
_____ aparcó frente al supermercado y se quitó la gorra de béisbol. 
-¿Vienes o me esperas? 
-Voy contigo. Hacer la compra con mi futura esposa va a ser nuestro primer vínculo de unión. Así te ayudo. 
-¿Por qué? ¿Crees que no sé cocinar? -le espetó eligiendo un carro. 
Una vez dentro, compró lechuga, tomates y fruta. 
-No dudo que sepas cocinar. Si no supieras, no lo harías. ¿No llevas lista? 
-¿Cómo? 
-Creía que una mujer que lleva el guión de una relación amorosa en el maletín iría a la compra con una lista. 
_____ llevaba una lista, pero no era la de la compra. No era tan organizada como él se creía. Precisamente, por eso lo llevaba todo por escrito. 
-Bueno, normalmente, la hago, pero hoy solo voy a comprar unas cuantas cosas. ¿Tú sueles hacer la lista de la compra? 
-No. La verdad es que me parece un aburrimiento tanta organización. Prefiero picotear aquí y allá como me apetece, como esta granada, fruta de los dioses del Olimpo. Seguro que nunca las has probado. 
Su comentario sugería que _____ no era espontánea. Aquello le dolió. Claro que era espontánea. Bueno, solía serlo antes de que Faylene se convirtiera en la reina de la espontaneidad. 
-Picotear es de pájaros. 
-Acabas de hacer un chiste. No sabía que tuvieras sentido del humor. 
-Hay muchas cosas sobre mí que no sabes. A los demás también nos gustaría picotear aquí y allá, pero no podemos porque tenemos responsabilidades. 
-Todos las tenemos y las llevamos como podemos, _____. A mí me encantan los riesgos... ahora. 
A _____ le costaba creer que antes no hubiera sido así.
-Seguro que también te gusta escalar y montar en moto. 
-He subido a un par de montañas. A veces, la vista que hay desde lo alto merece la pena haberse arriesgado y otras, no. ¿Y tus montañas? ¿Han merecido la pena? 
-He tenido que trabajar mucho para llegar donde estoy. Todavía no he llegado a 
la cima de mi montaña, pero no me asusta arriesgarme para conseguir lo que quiero. Aun así, intento que mi vida sea lo más ordenada posible. No podría ser una especie de vagabundo, como tú. 
Justin iba a protestar, pero se dio cuenta de que _____ tenía razón. Era un vagabundo, no tenía un hogar ni nada que sugiriera permanencia. 
-Bueno, es cómodo y seguro. Una vez que llegas donde quieres, dejas que la vida transcurra como si tal cosa. Se lo vi hacer a mi padre e intenté hacerlo también, pero no pude y no pienso volver a intentarlo. 
-Debe de ser bonito poder vivir una vida tan emocionante. 
-Supongo -contestó Justin con una extraña mirada-. De todo se harta uno. A veces, me despierto y no sé dónde estoy. Hay que tener cuidado con los riesgos. A veces, te reportan buenos momentos, pero me pregunto... 
-¿Qué? 
Se estaba preguntando qué hacía allí... por qué sentía aquel calor... por qué le parecía lo más natural del mundo agarrarla de la mano. 
-Me preguntaba dónde está tu anillo. ¿Te he comprado uno? 
_____ bajó la mirada y asintió. 
-Sí, como se suponía que estaba prometida... me pareció lo adecuado. 
-Es muy sencillo -dijo Justin observándolo-. Podría haberlo elegido yo. 
_____ quitó la mano y avanzó con el carro. 
Justin se quedó mirándola mientras andaba. Hacer la compra nunca le había llamado demasiado la atención, pero con _____ era diferente. 
Se puso a su lado y se hizo con el carro. 
-¿Próxima parada? 
-Departamento de delícatessen. 
-Muy bien. Vamos, cariño. Tenemos que darnos un poco de prisa, que los niños están en casa muertos de hambre -dijo Justin cuando pasó otro cliente a su lado. 
_____ hizo una mueca. 
-Nada de bromas, Justin -lo regañó-. Solo estamos fingiendo que estamos prometidos. Nada de niños. No estamos casados. 
-Una pena -le contestó él susurrando-. Haríamos unos niños espectaculares. 
_____ tomó aire y se fue a la charcutería donde pidió jamón y queso. Justin añadió pavo. _____ metió refrescos Liht y patatas en el carro y pronto estuvieron de vuelta en la carretera. 
Y ella que había creído que la parada en el supermercado serviría para reducir la tensión entre ellos. Había aumentado. ¿Hijos? No podía dejar de pensar en cómo sería tener hijos con aquel hombre. La verdad era que, con su lógica y la creatividad de Justin, serían espectaculares. Se preguntó en qué estaría pensando él y lo miró de reojo. 
Miraba al frente, pero estaba claro que no se estaba fijando en el tráfico. 
-En condiciones normales, nunca nos habríamos conocido -dijo de repente-. Me parece que tenemos la misma idea del matrimonio, pero... supongo que al señor Jacobs 
no le gustaría que viviéramos en pecado -sonrió. 
Tanto su padre como Phillip eran muy serios, nunca le habían tomado el pelo. Aquello era nuevo para _____ y le estaba gustando. No le estaba costando fingir, algo que no era propio en ella. 
-Tienes razón, no podemos vivir en pecado. Después del fin de semana, no viviremos bajo el mismo techo. Cuando me asciendan, rompemos el compromiso y listo. Con un poco de suerte, no tendré que volver a inventarme un prometido en mi vida. 
-¿No piensas casarte nunca? -le preguntó Justin muy serio. 
-No. 
-¿Por qué? Las mujeres que trabajan suelen casarse. Incluso tienen tiempo para tener hijos. 
-Lo sé. Mi propia madre se ha casado dos veces y ha tenido tres hijas. Quiere que siga su ejemplo, pero no lo voy a hacer. 
-¿Por qué? ¿Se arrepiente de haberte tenido? 
-¿Cómo? No, no creo. Según ella, su vida ha sido un camino de rosas. 
-Entonces, ¿por qué tú lo ves como un camino de espinas? 
-Porque se entregó en cuerpo y alma a sus dos maridos creyendo que cuidarían de ella para siempre y ahora está sola... No quiero terminar buscando a un hombre que me cuide con sesenta años. El sexo no lo vale. 
-No, el sexo no lo vale, pero ¿y la compañía? ¿Qué me dices de compartir tu vida con alguien a quien quieres? 
-¿Es eso lo que tú vas a hacer? 
-No porque no creo que encuentre a una mujer que me pudiera seguir el ritmo. 
-¿Y no has considerado cambiar ese ritmo? 
-¿Y ponerme a trabajar de nueve a cinco? Ni hablar. No podría aguantarlo. 
_____ lo miró e intentó imaginarse compartiendo una vida llena de aventuras con él. Aunque era una locura, durante un segundo deseó que fuera posible. Se imaginó con él en una romántica playa, mirándolo a los ojos y sintió que se le aceleraba el corazón. 
-¿Hay barco en la cabaña? 
-No lo sé. Ya te he dicho que no me gusta mucho el sol, así que nunca me he fijado. ¿Por qué lo preguntas? 
-No sé, _____. Supongo que sería un toque romántico. Me has dicho que la noche que te pedí que te casaras conmigo, fuimos a la playa en barco. Se me había ocurrido que, si hay un barco, podríamos navegar un poco para entrar en harina y hacer mejor nuestros papeles. 
-No es necesario. Todo eso me lo inventé. 
-Ya lo sé y no acabo de entenderlo. Si necesitas un prometido, ¿por qué no te buscas un hombre de verdad en lugar de una fotografía? 
-Ya te lo he dicho. No quiero un hombre de verdad. 
-Bueno, ku'u aloha, mi amor, aquí tienes un hombre de verdad intentando hacer bien su papel. No está resultando fácil porque yo me empeño en tener momentos de intimidad con una guapa mujer, pero ella no parece querer. No hago nada a medias. Si 
estamos prometidos, tenemos que meternos en el papel de lleno y hacerlo bien. Hay que empezar por la noche en la que te pedí que te casaras conmigo, ¿te acuerdas? -sonrió. 
-Claro que no. Nada es real. Ni eso ni la foto. No quiero que nada sea real -contestó _____ desesperada-. No vamos a salir de la cabaña hasta que nos vayamos a la fiesta. Esto es una sesión de entrenamiento, no una clase de actuación. ¿Lo entiendes? Esto es como ir al colegio. Te pago para que me obedezcas. 
-Esa es mi intención. Quiero ser el preferido de la profe. La profe siempre le da recompensas a su preferido, ¿no? 
Al llegar a la cabaña, _____ se bajó del coche y fue hacia el maletero para sacar su bolsa. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para que Justin no se diera cuenta de que estaba de los nervios. Le costaba respirar y sabía que no era por el calor. 
Justin hizo amago de ayudarla con las maletas, pero _____ le contestó en tono cortante que solo necesitaba el maletín y la compra. 
-Muy bien. Mi madre me enseñó a ser educado con las mujeres, pero no pasa nada -dijo él con las palmas en alto. 
_____ se arrepintió al instante. Debía llegar a la cabaña sana y salva, tras bajar por un camino bastante escarpado con el maletín y dos bolsas. Cerró los ojos y tomó aire. ¿Qué tenía aquel hombre que la hacía sentirse como una colegiala? 
-Pasa tú delante -le indicó. 
Mientras avanzaba tras él, no pudo evitar fijarse en su trasero y pensó que debería de estar prohibido estar tan bien. 
En ese momento, resbaló con unas piedrecitas y se precipitó contra Justin con un grito. Él se giró para ver qué pasaba y se encontró en el suelo con _____ encima. 
No dijo nada. 
-¡Justin! -gritó _____ al ver que no se movía y que tenía los ojos cerrados-. ¡Maldita sea! Despierta. ¿Cómo le voy a decir a la gente que mi prometido está inconsciente? 
-Les voy a decir que me has pegado -contestó él débilmente. 
Estaba claro que estaba fingiendo. 
-Vamos, Justin, abre los ojos y deja de jugar conmigo. 
-¿Jugar contigo? -dijo él abriendo los ojos con una gran sonrisa-. ¿Por qué no? -añadió muy cerca de su oído mientras le acariciaba la mejilla-. Juega conmigo este fin de semana, _____. El lunes vuelves a ser la Señora Ejecutiva y yo me vuelvo con mis fotografías. 
_____ sentía su aliento en la oreja y el latido de su corazón contra el pecho. Sabía que jugar con él sería como de ciencia ficción, como se había imaginado en aquellos seis meses mirando su fotografía. Sintió que el cuerpo de Justin se endurecía bajo el suyo y se permitió apretarse un poco contra él antes de echarse hacia atrás. 
-Justin, no puede ser. No puede suceder. No podemos ser amantes. Me muero de miedo solo de pensarlo. 
-_____ se muere de miedo, pero _____, no. 
-Pero no soy tu _____ -susurró ella. 
-Pero podrías serlo. Si el señor Jacobs es tan listo como dices, se va a dar cuenta de la verdad. Déjame ayudarte, _____ -le dijo poniéndose de lado con el brazo de _____ bajo el cuello. 
Qué tentación. No tenía nada que perder. Solo iba a ser el fin de semana. Sí, podría ser _____, enamorada de Justin Bieber, pero solo si él tenía claro que no era algo duradero. 
Solo tendría que controlar la increíble atracción que sentía por él. 
-No sé. Ya veremos. Lo intentaré -contestó intentando sacar el brazo. 
-Qué guapa eres, 'ano' i -susurró Justin abrazándola-. Un fin de semana inolvidable. Déjate llevar. 
-No hace falta que me llames eso cuando estemos solos -dijo _____ mientras sentía los labios de Justin sobre los suyos. 
_____ le dejó hacer durante unos segundos, rendida ante los escalofríos de placer, pero, de repente, se puso en pie y se alejó. Justin la siguió unos segundos después. 
-Estás muy bien, Justin Bieber -le dijo con las bolsas de la compra en la mano-. Fingir que somos pareja es muy tentador y pienso hacerlo en público. Sin embargo, en mi vida privada no hay sitio para otro problema. Hay demasiadas cosas que podrían salir mal -añadió entrando en la cabaña. 
«Por ejemplo, que me enamorara de ti». 
La cabaña era pequeña, pero acogedora. _____ dejó las bolsas en la encimera y abrió el ventanal. Al otro lado, se veía el muelle y el lago. 
-Seguro que hay un barco -dijo Justin-. Vamos a ver. 
-No, no hay -mintió ella-. No tenemos tiempo de jueguecitos, Justin. Tenemos que ponernos a ensayar nuestra historia. 
-Mira, _____, si salimos a navegar tendré las manos ocupadas. De lo contrario, voy a terminar tocándote de nuevo. Elige. 
Si se ponía así, la respuesta de _____ era obvia. 
-¿Te has traído un bañador? 
-Claro -contestó Justin-. Voy a ver el barco -añadió saliendo. 
-Bien. 
_____ fue al coche, sacó el bañador de la maleta y se lo puso. Sabía que estaba cometiendo un error, pero no era fácil no hacerlo. Encontró una nevera, preparó unos emparedados, metió unas cuantas piezas de fruta y refrescos, se puso las gafas de sol y un sombrero de paja y esperó a Justin, que ya había vuelto y se estaba poniendo el bañador. 
No quería ni imaginárselo. Cuando lo vio, se quedó sin aliento. Llevaba los mismos pantalones cortados que en la foto. Su fantasía se había hecho de carne y hueso y aquello era demasiado. Aquellos ojos azules al atardecer eran increíbles. 
Seguro que sus labios habían besado a cientos de mujeres, mujeres que sabían 
que no significaba nada, pero ella no podía. Si hacía algo, lo hacía con intensidad. _____ se sintió como un volcán en erupción que ni el más grande de los océanos podría apagar. 
-¿Vamos? 
-Sí -logró decir. 
Si hubiera estado en sus cabales, habría puesto fin a aquello y le habría exigido que se quedaran dentro preparando la farsa, pero... 
Bajó la mirada y se fijó en los pantalones deshilachados. La verdad era que Justin Bieber estaba tan bien por delante como por detrás. 
En fin, pensó que sería mejor estar al aire libre que dentro de la cabaña. Eso fue hasta que vio el barco. Era tan pequeño que iban a estar muy juntitos. 
Justin miró el barco, se giró y sonrió.

Un Novio PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora